17 ZAHARA

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Habían pasado varias días desde mi estancia y me sentía muy cómoda. Todos los días cuando bajaba a desayunar me encontraba con aquel camarero, creo que no sabía su nombre pero no le daba importancia. Cada mediodía me traía la comida, pronto tendría que abandonar aquel lugar porque ya llevaba varias semanas hospedada allí y debía encontrar un nuevo lugar. Me estaba empezando a quedar sin dinero, aunque había ahorrado mucho, la estancia aquí se había alargado y mis ahorros habían ido bajando poco a poco. Esa noche decidí bajar como siempre al comedor, creía que iba a ser una noche normal, que iba a cenar, a beber un poco de limonada y que después de eso me iría a dormir. No sabía que esa noche iba a cambiar de una manera única e inolvidable.

Era una noche como otra cualquiera y   había decidido disfrutar de una cena en el patio de la casa de huéspedes. Esta vez no fue en el comedor habitual sino que habilitaron una especie de patio para que disfrutásemos de la noche. Las mesas estaban dispuestas bajo la suave luz de las farolas, creando un ambiente íntimo y acogedor. Alí, el amable camarero de la residencia, estaba de servicio esa noche pero esa noche estaba mucho más guapo. Sus ojos brillaban en la oscuridad. 

Estaba absorta en mis  pensamientos mientras hojeaba el menú. Cuando Alí se acercó a su mesa para tomar su pedido, mis  ojos se encontraron con los suyos  y hubo un momento de complicidad. La sonrisa amable de Alí me  hizo sentirse bienvenida y especial.

Después de ordenar, Alí se quedó a conversar conmigo,  Hablamos  de todo, desde sus comidas favoritas hasta de nuestros  sueños y aspiraciones en la vida. Descubrimos que compartíamos intereses y valores similares, y la conversación fluía con naturalidad.

A medida que avanzaba la velada, la química entre ambos se hacía cada vez más evidente. Nos reíamos  de las mismas cosas, compartíamos historias personales y por algún extraño motivo nos sentimos  atraídos el uno por el otro de una manera que iba más allá de la amistad.

Después de la cena, Alí  me invitó a dar un paseo por el jardín de la residencia. Bajo el manto de estrellas y el suave susurro de las hojas de los árboles, compartimos nuestras  esperanzas y sueños más profundos. Fue un momento mágico en el que el mundo exterior parecía desvanecerse, dejando solo espacio para nuestra  conexión.

Al final de la velada, Alí  me escoltó  de regreso a su habitación, y en el umbral, nos detuvimos. Nuestras miradas se encontraron y, con un gesto suave, Alí acarició mi rostro y me besó con ternura.

Después del dulce y apasionado beso con Alí en el umbral de su habitación en la casa de huéspedes, me  sentí como si estuviera flotando en una nube de emoción y alegría. Varias emociones se mezclaron en mi  interior, creando un torbellino de sentimientos.  En ese momento, me sentí  inmensamente feliz. El beso había sido tierno y apasionado, y le había dejado una sensación de calidez en el corazón. Las emociones fluían libremente a través de mí.

Era un giro inesperado en mi vida, uno que me dejaba perpleja. El amor, tan impredecible y hermoso, había tocado a mi puerta de la forma más inesperada. Sentía una profunda gratitud hacia el destino por haberme llevado a este lugar y hacia Alí, quien había sido parte fundamental de este momento especial. Era consciente de que estaba viviendo un capítulo emocionante, uno que perduraría para siempre en mi memoria. Decidimos retirarnos a la habitación después de compartir una cena romántica y mantener conversaciones que profundizaron nuestra conexión. La química entre nosotros era tangible, el deseo brillaba en nuestros ojos

Sin decir una palabra, Alí me atrajo  hacia sí, y sus labios se encontraron  con los míos en un beso apasionado. Nuestras  bocas se movieron en perfecta armonía, explorándose con pasión y anhelo. Las manos de Alí recorrieron suavemente el contorno de mi deslizándose por mi  espalda y aferrándome con ternura.

Suspiré suavemente entre besos, sintiéndome  completamente entregada a la pasión que compartían. Alí la guio con cuidado hacia la cama, donde nos sentamos  juntos. Sus manos continuaron explorando, desabrochando con destreza los botones de mi  blusa. Me acerqué  a Alí con una mirada llena de deseo. Mis  manos temblaban ligeramente cuando tocó su rostro con ternura. Él la atrajo hacia sí con suavidad, sus labios buscando los de ella en un beso apasionado. Siguieron besándose, desnudándose con la mirada. 


Cuando me quitaste la blusa, me temblaban las manos, nadie me había tocado de esa manera ni me había hecho sentir esas sensaciones en mi cuerpo. Sentí un escalofrío que recorriendo mi espalda.

Me seguiste quitando las prendas que me quedaban, mi falda que se llevó consigo mis braguitas. Dejé que miraras mi cuerpo desnudo. Me tapé  mis pechos con las manos pero tú me miraste y supe que no tenía que tener miedo. Entonces te besé, te besé con una intensidad que no sabía que podía tener. Me sentía bien contigo, me sentía protegida y parecía que la vergüenza no estaba. Me sentí segura por segunda  vez en mucho tiempo.

Te puse mis manos en tu pecho, te quite la camiseta, pude ver tu desnudez y tus pequeños abdominales. Me sentí muy caliente ,en mi interior mi corazón palpitaba a toda velocidad como si un hámster estuviera corriendo en la cinta de correr. Te volví a besar, nos besamos de nuevo dejando que nuestros sentimientos fluyeran y el calor invadiera nuestros cuerpos. Te besé el cuello, me besaste la sien y después la frente. Eres preciosa me dijiste.  No quiero que te sientas incómoda si algo no quieres hacerlo me lo puedes decir. Yo asentí, te mire  y seguí besándote, nuestras lenguas se volvieron a entrelazar y por fin de pusiste encima de mí mientras seguías besándome el cuello. Seguiste bajando hasta mis pechos, lamiste mis pezones y los tocaste con tus dedos pulgares haciendo pequeños círculos, bajaste por tus manos por mis caderas, tus manos estaban frías. Después de eso me lamiste el abdomen y seguías bajando hasta mi sexo. Te metiste en mi, arqueé la espalda llena de placer, jadeando como nunca lo había hecho y por fin nos unimos en un único ser. Acabamos agotados  haciéndolo en diferentes posiciones mientras me agarrabas de las caderas y me besabas. Me habías hecho sentir tan única, éramos tú y yo dos pequeñas almas unidas al fin.

Entre reinos rotosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora