32 JENARA

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En un lugar apartado del castillo, estaba sola, con la mirada perdida en el horizonte, enfrentándome a una realidad que se desmoronaba a su alrededor. Mis manos temblaban y mi corazón latía con fuerza, como si presintiera lo que estaba por venir.

Estaba en mi reino, por fin había conseguido librarse de aquel hechizo y ahora todo lo veía con el doble de perspectiva. Empecé a recordar todo lo que había sucedido con Gonza, la conexión que tenían, la confianza, el amor de sus miradas, esas chispas que surgían alrededor de ellos y las mariposas que florecían en su interior cuando se miraban a los ojos y hablaban. Era magia pura magia y todo eso se había desvanecido por unos instantes por culpa de una maldición.


Me se quedó pensativa en lo que le había dicho su madre. Tras haber dormido lo suficiente para recuperar la energía necesaria para continuar, uno de los mayordomos me avisó que había una noticia que le tenía que dar y que ya se lo había comunicado al resto de reinos. Entonces fue cuando mi mundo se desmoronó por completo.

Gonza se acercó lentamente, su expresión seria revelaba una noticia que iba a cambiarlo todo. Al verle, supe que algo no estaba bien. Sus ojos se encontraron, pero esta vez no había ternura en ellos, solo tristeza y pesar.

Con palabras entrecortadas, Gonza comenzó a hablar. Cada frase que pronunciaba resonaba en mis oídos como un eco lejano. La noticia era desgarradora: circunstancias inesperadas los obligaban a separarse. Se iba a casar con Cristal, ella la conocía perfectamente; era de una familia adinerada pero estaba vacía en cuanto a personalidad. Eso significaba romper sus corazones y que todo se derrumbará por completo.

Mi mundo se desmoronaba mientras las palabras de Gonza se deslizaban por su mente, como si estuviera viendo su realidad desvanecerse ante sus ojos. La sensación de dolor y desesperación se apoderó de mí. Intenté hablar, pero las palabras se atascaron en mi garganta. Noté como mis ojos se llenaron de lágrimas, reflejando la angustia que mi corazón no podía soportar.

Gonza trató de acercarse, buscando consolarla, pero retrocedí, incapaz de soportar más dolor en ese momento. Me alejé tambaleándome, sintiendo cómo su mundo se despedazaba en pedazos. La agonía de la separación parecía insoportable, y con el corazón roto, me sumergí en un mar de emociones, dejando escapar sollozos de un dolor profundo y devastador.

No podía soportar ese dolor porque si Gonza me había contado que se iba a casar; eso significa que lo habían hecho; que habían hecho el amor. Corrí inmediatamente a mi habitación después de dejarle con la palabra en la boca. Este trataba de consolarla pero tampoco entendía porque Jenara se había puesto así. Así que decidió marcharse con su actual amada.

Lloré toda la noche, no pude dormir así que se fue a dar una vuelta con su dragón. Todo se había complicado, no todos los reinos estaba unidos. El reino de sus mejores amigas si pero el de Gonza no y sabía que era imposible vencer a las Parcas ellas solas. Se lo había dicho su madre, era imposible. No podía hacer nada por intentar ayudarles. En ese momento debido a la tristeza no sé acordaba que Gonza seguía bajo el hechizo y que probablemente la culpa no era ni del propio Gonza.


Él no sabía lo que hacía ni siquiera sabía lo que estaba ocurriendo. Lo que no entendía era porque se lo había dicho y entonces cayó en la cuenta de que seguramente Cristal le había obligado a decírmelo para que me sentara como una patada en el estómago pero en ese momento no era consciente y no era capaz de pensar en otra cosa que no fuera las palabras de Gonza en mi cabeza. No me acordaba de nada de lo que estaba sucediendo en realidad. Era complicado actuar con racionalidad. En ese momento solamente respondían mis emociones.

Después del largo paseo y de alimentar a mi dragón decidí que me tomaría un chocolate con caliente a ver si me ayudaba a dormir y así fue. Dejé de pensar por unos instantes y caí en un profundo sueño.


A la mañana siguiente no me quería despertar pero tenía que seguir luchando por el resto de los reinos y seguir buscando la flor que despertaría a Gonza del hechizo. Además tenía que practicar con mi maestro para poder hacerme más fuerte ante las adversidades.

Había muchas cosas por hacer y no podía rendirme, a pesar de que estaba agotada tenía que ser valiente y hacerlo por mí misma. Ahora mis amigas estábamos bien sin efecto de ese hechizo.

Aquella mañana ante de empezar con mis deberes reales decidí contarles la situación y ellas me aconsejaron que no me preocupara, que debía hacer todo lo posible por devolver este reino a la realidad y que por supuesto contará con su apoyo.

Yo me sentí muy bien en ese momento. Sabía que contaba con unas buenas amigas y que siempre estarían para mí y también me recordaron que Gonza seguía bajo el hechizo. Cuando les conté lo que había pasado la tarde anterior se quedaron flipando la verdad. Intuían que algo no iba a bien pero tampoco se percataron así que ahora que estaban libres era hora de prepararse en serio para la batalla final.

Me fui directamente a recuperar fuerzas, desayuné un café con leche después de eso unas cuantas tostadas y unos huevos fritos. La verdad es que estaba todo buenísimo, mire por la ventana y vi que el sol brillaba de nuevo en nuestros reinos. En todos menos en el de la luna eterna y el reino de Cristal. Me puse en marcha enseguida. Me vestí con mi traje de entrenamiento y estuve entrenando aproximadamente unas horas largas y tediosas.

Después fui a buscar la flor e hice otra poción para Gonza justo cuando terminé me fui a recuperar el tiempo perdido con mis amigas. Todos los dragones y los reyes de los demás reinos excepto los dos que seguían sumidos en la oscuridad encontraron la paz y todo volvió a la normalidad.

Entre reinos rotosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora