39 UN UNIVERSO UNIDO

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Una semana después.

El sol brillaba sobre los reinos en un día lleno de promesas y renovación. Después de la feroz batalla que marcó un punto de inflexión en la historia, Gonza y Jenara se encontraban en un momento de paz y alegría.

Tras la intensa batalla que sacudió los reinos, la paz finalmente se había instalado. Entre los escombros y la reconstrucción, la vida encontró formas sorprendentes de renovarse.

Zahara, con su espíritu vivaz y corazón compasivo, encontró una conexión especial con Alí, el carismático camarero que había demostrado valentía durante la batalla. Sus risas compartidas y miradas cómplices revelaban un vínculo especial que florecía entre ambos.

Mientras Zahara y Alí exploraban los jardines del castillo, disfrutando de conversaciones animadas y paseos apacibles, algo especial estaba surgiendo entre ellos. Una conexión inesperada que crecía con cada sonrisa y gesto amable.

Mientras tanto, Jenara y Gonza, abrazados en un rincón tranquilo del castillo, se sumergían en la calidez de su amor. Después de la intensidad de la batalla, encontraron consuelo y fortaleza el uno en el otro.

-Todo esto es gracias a ti, Jenara. Tu valentía y sabiduría guiaron a nuestros reinos hacia la paz -dijo Gonza, mirando profundamente a los ojos de Jenara.

Ella le sonrió dulcemente. -No podría haberlo logrado sin tu apoyo y tu coraje. Juntos, somos más fuertes.

Mientras se perdían en la tranquilidad de su abrazo, los destellos del atardecer se filtraban a través de las ventanas del castillo, pintando el cielo con tonos dorados y rosados.

En ese momento, la paz reinante en los reinos se reflejaba en las relaciones que habían florecido. Las nuevas parejas, Zahara y Alí, y la sólida conexión entre Jenara y Gonza, simbolizaban la esperanza y el amor que habían surgido después de la tormenta.

En medio de la reconstrucción y la reconciliación, el amor y la unión entre estos personajes se convirtieron en un faro de esperanza para un futuro lleno de promesas y oportunidades.

Estuvieron conociéndose un poco más a veces se peleaban porque tenían diferentes intereses pero siempre nos reconciliábamos , empezamos a hacer cosas juntos como ver películas series, leer e incluso de vez en cuando batallábamos amistosamente. Desde que nos dijimos aquellas palabras nuestro amor creció ya avanzo de manera considerable.

Cada noche teníamos una cita, me llevaba a restaurante y también hacíamos cosas interesantes como ir a los bolos, aprender a tocar el piano, disfrutar de los atardeceres. Cada noche hacíamos el amor porque estábamos muy unidos la pasión era muy fuerte.

Hubo una noche que fue especial, fue en el momento en el que estábamos ambos tumbados en la cama, estábamos a punto de celebrar nuestra boda y aquella noche empecé a besarte lentamente por el cuello, tú me correspondiste dándome pequeños besitos y mordisquitos. Bajaste hacia mí pecho y empezaste a masajear mis pechos. En ese momento no sentía miedo, a tu lado la ansiedad se había marchado, me sentía como en casa.

Nos miramos a los ojos nuestra conexión era palpable, te quite la blusa y luego me quitaste le vestido. Me quedé en ropa interior al igual que tú y te fijaste en el tamaño de mis senos. Los abrazaste y los besaste y los lamistes haciéndome sentir una descarga de placer que casi provoca que me corriera en ese momento. Nos volvimos a mirar nos besamos, tú me cogiste de la cadera me sujetase y me tumbaste en la cama.

Yo entrelace mis piernas en las tuyas y nos quedamos envueltos como si nada nos pudiera separar. No era sexo estábamos haciendo el amor, me sentía querida y deseada. Contigo no me daba vergüenza nada. Baje hacia el borde de tu pantalón y te lo bajé acto seguido baje tus calzoncillos y la lamí lentamente mientras tu cabeza inconsciente se echaba para atrás del placer. Me levanté lentamente chupándome los dedos y después me volviste a coger de las caderas y me introdujiste dos dedos, dios mío en ese momento estaba en el cielo.


Nunca había sentido eso con nadie. Mi corazón latía a toda velocidad y mi respiración estaba agitada mientras te suplicaba que no pararas. Después me cogiste lentamente y me sentaste encima, puse mis manos en tu pecho desnudo y cabalgué encima de ti. Se sentía demasiado bien, estar dentro de ti era una de las mejores sensaciones que jamás habría podido tener. En cuando me penetrante unas cuantas veces sentí que me corrí y nos corrimos juntos.

Con el deseo de celebrar su amor y la nueva vida que habían creado juntos, Gonza y Jenara decidieron dar un paso más. Invitaron a sus amigos y aliados más cercanos a una ceremonia especial en el jardín del castillo.

La atmósfera estaba impregnada de felicidad y esperanza. Bajo un dosel de flores, Gonza y Jenara intercambiaron votos de amor eterno, sellando su compromiso con la promesa de caminar juntos en cada paso del camino.

La ceremonia fue seguida por una celebración festiva. Los reinos se unieron en un banquete lleno de alegría y camaradería. La música y el júbilo llenaron el aire mientras Gonza y Jenara, rodeados de amigos y familiares, bailaban con su hija entre risas y sonrisas radiantes.

Después de años de paz y amor, el castillo estaba lleno de risas y alegría. Jenara y Gonza, quienes habían compartido innumerables momentos de felicidad, contemplaban con asombro y gratitud a sus dos hijos.

Los niños, una niña y un niño, eran el vivo reflejo de su amor. La niña tenía los ojos brillantes de Jenara, mientras que el niño heredó la mirada decidida y el espíritu valiente de Gonza. Sus risas llenaban los pasillos del castillo con una melodía de inocencia y diversión.

-Mira cómo crecen tan rápido, Gonza -dijo Jenara, observando a los niños jugar en el jardín.

-Sí, parece que fue ayer cuando eran solo pequeños bebés. -Gonza sonrió con ternura, viendo cómo la niña ayudaba al niño a construir un castillo de bloques con entusiasmo.

-Ella es un milagro, ¿verdad? -susurró Gonza, con los ojos llenos de asombro y amor al contemplar a su hija.

Jenara asintió con una sonrisa emocionada. -Sí, es nuestro milagro. Trae tanta luz a nuestras vidas.

La pequeña jugaba con un collar mágico, creado con cuidado por Jenara y Gonza, emitiendo destellos de colores brillantes mientras la niña reía y corría alrededor
La paz finalmente había llegado a los reinos. Gonza y Jenara, con su amor como pilar, se embarcaron en una nueva aventura, forjando un futuro lleno de amor, esperanza y unión para su familia y su gente.

Los niños eran inseparables, compartiendo aventuras y risas. Jenara y Gonza, con corazones rebosantes de amor y orgullo, disfrutaban cada momento con sus hijos, nutriendo su curiosidad y protegiéndolos con cariño.

La pareja, junto con su familia, compartía momentos especiales en el castillo: desde tardes en el jardín hasta historias antes de dormir. Cada día era una nueva aventura, llena de risas, juegos y enseñanzas.

La presencia de los niños fortaleció aún más el vínculo entre Jenara y Gonza. Juntos, formaban un equipo unido, guiando a sus hijos con amor y sabiduría, inculcando los valores de la compasión, la valentía y la amistad.

El castillo, una vez marcado por batallas y desafíos, resonaba ahora con la alegría y el amor de una familia unida. Jenara y Gonza, con sus hijos a su lado, celebraban cada día como un regalo, sabiendo que el amor compartido era el mayor tesoro que poseían

Fin

Entre reinos rotosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora