23 JENARA

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Estaba de vuelta en la habitación, me había quedado dormida en el escritorio mientras hacía algunos deberes. Mis sueños más profundos se vieron interrumpidos por Gonza. Me despertó; Decidí que lo mejor sería contarle la verdad a pesar de que posiblemente perdiera la relación que habíamos construido hasta ahora. A pesar de que estábamos mucho mejor, todavía teníamos que odiarnos. No me podía olvidar de lo que hizo su familia, las cosas eran muy complicadas entre nosotros.

Me desperté de un susto, sobresaltada porque estaba pensando en como iba a decírselo a Gonza. Me desperté medio adormilada como si no hubiera dormido en siglos. Bostecé y acto seguido estuvimos hablando. Me costaba decirle la verdad, me temblaban las manos; allí estaba yo intentando confesarle la verdad. El me insistió durante un buen rato porque no quería decírselo pero me armé de valor y se lo conté.

Le dije que había oído a su padre hablar con un guardia de la realeza y que estaban hablando sobre una ocultación de pruebas sobre la muerte de su madre. Cuando oyó todo, mi respiración volvió a la normalidad, mi corazón dejó de latir y estaba expectante, quería saber qué pensaba.

Lo que no me esperaba es que dudara de mí; me sentí traicionada, como si una gran daga me hubiera alcanzado el corazón y me di cuenta de que me dolía más de lo que yo pensaba porque me estaba empezando a importar esa persona. Demasiado diría yo. Me entró la rabia, enseguida me di cuenta como me hervía la sangre, estaba súper enfadada y a la vez sentí una gran impotencia. Y hice lo que últimamente se me estaba dando bien; huir de la situación largarme de allí era mi única solución. Si seguía aquí probablemente no podría aguantar las ganas de meterle un puñetazo. Salí corriendo de ahí, tan rápido como mis piernas me dejaron y fue en ese momento en el que mis lágrimas empezaron a brotar de mis ojos. La tristeza me invadía, me volvió la puñetera ansiedad, mi corazón volvía a latir a toda velocidad, no me podía controlar. Sentí tanto dolor en el fondo de mi corazón que no quería ni mirarle a los ojos.

Me refugie en el jardín, me senté en el banco y después de pasar unos minutos, el volvió. Pensaba que ya no le importaba pero ese acto me demostró lo contrario. Estuvimos solucionando las cosas y al final nos pedimos disculpas, estuvimos hablando hasta que por fin nos entendimos. Creo que ahora nuestra amistad se ha vuelto más fuerte. Le dije que éramos amigos. Su cara cambió, su expresión se volvió mucho más fría y me di cuenta de que algo había ido mal. Creo que no quería ser mi amigo; creo que quería ser algo más que eso, en ese momento no sabía lo que quería. Puede que a lo mejor no tendría que haber dicho eso pero fue lo primero que se me ocurrió. Después de estar hablando durante un buen rato, decidimos irnos a la habitación y justo cuando entramos por la puerta trasera del castillo, nos dimos cuenta de que estaba allí Damián ; mi ex. Me quedé perpleja al verle la verdad, no me esperaba su visita y no entendía que hacía allí.

Me sentí extraña y confusa a la vez pero dijo que solo venía para hablar conmigo. Mi expresión cambió, mis labios se tensaron y se respiraba un ambiente muy extraño y frívolo. Me di cuenta de que Gonza me estaba mirando. En ese momento supe la rivalidad que había entre ellos. Se miraban de una manera fría y no intercambiaron ninguna palabra pero el ambiente estaba tenso, demasiado; si no estuviera yo allí probablemente se pegarían.

Ninguno de los dos se movió hasta que les hice volver a la realidad ; creo que deberías marcharte le dije a Damián. Creo que no deberías estar aquí, de hecho no entiendo el motivo de tu regreso. Te dije que no quería volver a verte.


- Lo sé Jenara pero creo que deberías volver conmigo, te echo de menos, siento todo lo que pasó entre nosotros, fui un capullo integral.


Esas palabras ya no me afectaban, antes seguramente le habría mirado a los ojos y le hubiera creído pero ahora no, por su culpa sigo teniendo ataques de ansiedad por las noches, ahora habían disminuido gracias a la compañía de Gonza pero seguían estando ahí. De vez en cuando me daban, me dejaban agotada y no me dejaban dormir. Ahora solamente deseaba que se marchara y que me dejara en paz . De hecho si no lo hacía tendríamos que llamar a los guardias pero por alguna razón no se movía. Nos dijo que estaba esperando a hablar con el rey Tiberius y entonces me temí lo peor. Creo que ambos mantenían una relación bastante duradera y fuerte por lo que no podríamos hacer nada al respecto. Era su castillo y no creo que nos escuchara a ninguno de los dos.

En ese momento me sentí perdida como si no supiera que hacer y efectivamente, en tan solo unos segundos apareció el padre de Gonza, yo me quedé mirándolos a ambos. La tensión era palpable y una de las peores noticias de la historia llegó a nuestros oídos.


Buenas Gonza, Jenara, hace tiempo que quería daros la noticia; no me había atrevido a decirlo antes porque no estaba seguro de que fuera cierto. Al principio yo también me quedé atónito con la noticia pero unas hechiceras me dijeron y me revelaron que Damián es mi hijo.


Gonza enseguida se encaró con su padre; eso significaba que su padre había estado enrollado con la madre de Damián mi ex y que por lo tanto eran medio hermanastros. No me lo podía creer. Lo peor de todo es que al observar a Gonza me di cuenta de lo mal que se sentía, de que su mirada estaba perdida y que no reaccionaba de ninguna de las maneras. Para él había sido una noticia extremadamente dura saber que su padre había estado con otra mujer y que encima el hijo que tuvo era mi ex. Creo que no le hizo ninguna gracia. De hecho me puse en su piel por unos instantes. Si yo hubiera recibido esa noticia de ese calibre no sabría como reaccionar y no podría perdonarle. Ahora veía furia, desesperación. No dijo nada, simplemente se marchó directamente a su habitación, dejándome allí sola con aquella situación. Me di cuenta de que ahora mismo no podríamos entablar conversación. Así que decidí asimilar esa situación Después me marché unos minutos después. Ambos estábamos en la habitación sin decir nada. Ninguno de los dos teníamos ganas de cenar así que nos dormimos pero esta vez cada uno en una esquina de la cama como si el silencio nos invadiera por completo. La oscuridad y ese terrible silencio.

Entre reinos rotosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora