31 GONZA

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Después de haber conseguido engañar durante unos cuantos días al rey Tiberius sobre nuestro verdadero plan, algo oscuro invadió al resto de reinos y todos comenzamos a odiarnos de nuevo como si los verdaderos enemigos fuéramos cada uno de nosotros. Sentía de nuevo aquel odio por Jenara por el Reino de las montañas celestiales y pasé de quererla a odiarla. Era un hechizo pero ninguno de nosotros los sabíamos.

La única manera de romperlo era con una especie de flor 🪷 pero era bastante difícil de conseguir porque tenía unas características humanas que le hacían pensar por sí misma y la persona que cogiera la planta debía ganarse su confianza.


Allí estaba yo. había entendido que las cosas entre Jenara y yo no iban a funcionar así que la eche de mi castillo. Discutimos durante horas e incluso nos echamos los trastos a la cabeza. Ella se marchó y entonces supe que ninguno de los dos quería estar cerca el uno del otro. Todo era por culpa de aquella maldición. Pero eso era imposible de saber porque estaba bien escondida.

Nos despedimos con palabras hirientes y cada uno se fue a su respectivo reino. Ninguno de los dos nos acordábamos del pacto que habíamos hecho ni de los planes que habíamos maquinado durante semanas para descubrir la verdad. Todo era muy confuso. Se sentía como si te hubieses bebido 4 chupitos o como si hubieras estado emborrachándote toda la noche. Yo no quería seguir en esa situación así que como no quería seguir pensando, me fui a dormir.


A la mañana siguiente fui a ver a Laurian allí, nos encontramos en el bosque cerca de mi reino. Mi padre aprovechando la situación y disfrutando de los efectos que estaba teniendo el hechizo, aprovechó para manipularme durante una semana. No recordaba nada de nada, ahora odiaba a Jenara y no solo a ella sino al resto de reinos. A todos menos a Cristal. Ahora mismo mis sentimientos habían crecido por ella. Mi padre la había invitado aquella noche, la misma noche en la que se marchó Jenara. La invitó a quedarse a dormir porque ella y sus padres se habían peleado. Sin poder controlar mis emociones y como si no supiera lo que estaba haciendo en realidad, la recibí con amabilidad, cenamos el uno del otro como si la maldita tensión entre nosotros anteriormente se hubiera desvanecido. Todo era culpa de aquella maldición pero no podíamos saberlo y tampoco podíamos luchar contra ella.

Me empecé a sentir atraída por ella durante aquellas semanas. Sentí cosas por aquella bella muchacha. Justo lo que mi padre y las Parcas querían. El poder y los reinos estaban rotos lo que dificultaba la lucha contra los verdaderos enemigos . Estuvimos conociéndonos más, hablamos durante horas, quedábamos después de desayunar y nos quedamos hasta tarde en la playa paseando mientras la luna eterna iluminaba nuestros cuerpos.

La luz del atardecer pintaba el cielo con tonos naranjas y rosados, creando un ambiente cálido y acogedor en el jardín del castillo. Una suave brisa mecía las hojas de los árboles, mientras caminaba con Cristal por los senderos floridos. Las risas resonaban entre nosotros envueltas en complicidad y cercanía.

A medida que avanzaban, el crepúsculo nos rodeaba, transformando el paisaje en un escenario íntimo. Detuve mis pasos frente a un estanque sereno, iluminado por el último destello del sol. Tomé suavemente la mano de Cristal y la atraje hacia mí, quedando cara a cara, mirándonos con ternura.

El silencio entre nosotros se llenó de una conexión palpable, con el corazón latiendo al unísono. Con voz serena, empecé a expresar cada emoción guardada en mi mirada. Cristal, con una sonrisa, le escuchaba atentamente, disfrutando cada palabra como si fuera música celestial.

Los momentos se ralentizaban, cada gesto y cada mirada transmitían una complicidad que solo ellos podían entender. Acaricié con suavidad el rostro de Cristal mientras ella cerraba los ojos y se dejaba llevar por la calidez de ese contacto. El ambiente se llenó de una energía eléctrica, cargada de la pasión y el anhelo que habían estado guardando.

El beso que selló ese instante fue el culmen de una conexión intensa y profunda. Fue como si el tiempo se detuviera, dejándoles solo ese momento para explorar sus sentimientos y sumergirse en la pureza de su amor.

Aquella noche fue cuando después de besos y abrazos se empezaron a tensar las cosas. Sus miradas demostraban lujuria y fue en ese momento cuando Cristal y yo nos besamos con lengua, el calor de nuestros cuerpos aumentaba, le toque la cadera, le cogí de los pechos ella me devolvió la intensidad con una sonrisa perversa.

Me mordió el cuello mis instintos se despertaron y la timbre en la arena de la playa. Le quite el vestido de seda que llevaba el me quito la blusa, me quite el pantalón y la ropa interior yo besé su monte venus, le besé la parte interna de los muslos ella se retorcía de placer mientras me acercaba más a ella envolviéndome con sus piernas.


Ella estaba feliz yo en ese momento también claro como no iba a estarlo si ni siquiera sabía que estaba bajo un hechizo. Le besé los pechos, la cadera, el cuello y cogí un condón que llevaba en el pantalón y la penetre con fuerza. Después estuvimos haciéndolo en todas las posiciones, primero por adelante después por atrás; por el culo. Ella gemía de placer mientras sus tetas rebotaban con mis embestidas y nos corrimos y después nos quedamos durmiendo en la playa. Todo era extraño pero se sentía bien. Cuando me desperté la encontré a mi lado y la desperté con besos y abrazos ella me los devolvió y todavía desnudos, me cogió de la cadera y después de eso me puso en cuatro y la volví a penetrar, ella gemía diciendo sigueee... Por favor hace que quería hacerlo contigo dios mioooo que bien lo haces Gonza creo que enseguida me voy a correr.

Yo enseguida sentía también mucho calor en mi miembro estaba palpitando y fue cuando me corrí fuera, pero me corrí.

Entre reinos rotosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora