44. Médico

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Narra Lheyra:

Abro la puerta de mi casa, e inmediatamente las figuras de mis padres se presentan frente a mi, con notable enfado.

Apenas son las 8 de la mañana. Y en lo único que puedo pensar es en dormir.

—¿Se puede saber dónde estabas?

Sus brazos en jarra típicos de un próximo regaño maternal, sumado a su voz de reproche, hacen que la cabeza me duela aún más.

Espera mi respuesta, pero realmente no sabría que responderle.

—Estoy bien, mamá, no tienes que preocuparte—Murmuro, sintiendo las escaleras frente a mi tambalearse.

Las escaleras no se mueven, Lheyra.

¿No lo hacen? Podría jurar que se están moviendo. Todo el mundo está dando vueltas.

—¿Qué pasa, Lehy?—Mi padre me sostiene del brazo, justo cuando el suelo se aproxima a mí demasiado.

Eres tú quien se acerca al suelo.

—Si. Estoy bien—Mi voz sale débil, y me maldigo por eso.

Mi madre se acerca a mi, su ceño se frunció en preocupación cuando toca mi frente.

—¡Estás hirviendo en fiebre!—Chilla, y no puedo evitar arrugar el ceño cuando su voz retumba en mi cabeza de manera molesta.

—No es nada, estoy bien—Repito, o eso creo, porque mis padres no parecen escuchar mis palabras.

Siento un fuerte movimiento, y de pronto, sé que papá me carga como una princesa subiendo las escaleras.

Suelto un suspiro cuando por fin me reencuentro con mi amada cama. Pestañeo varias veces sintiendo la voz de mi madre, y las suaves caricias en mi pelo, mientras mi padre me arropa, susurrando algo, que no entiendo.

(....)

Despierto cuando siento algo frío en mi pecho. Abro mis ojos poco a poco, viendo todas las personas que me rodean.

—¡Lehy! ¡Gracias a Dios! Estás bien—Exclama mi madre, y sonrío débilmente hasta que mi sonrisa se borra al ver quién está a mi lado.

Matthyw sostiene un estetoscopio, su concentración se centra en punto justo donde tiene su instrumento; en la zona cerca de mi corazón.

Me sorprende cuando deja el artefacto de lado, y apunta a mi frente con un termómetro digital.

—La fiebre bajó, su temperatura corporal es un poco elevada, pero nada grave—Explica, volteando hacia mi madre quien mantiene apretada la mano de Leticia, como si en verdad estuviera por sufrir un ataque de pánico.

Mi padre sonríe mirándome, y sé que sabe mi actual pensamiento; Mamá es una dramática de primera clase.

—¿Qué—No logro hablar, cuando la tos me invade y el rubio me tiende un vaso de agua.

Lo acepto con un poco de recelo, y solo bebo porque mi garganta seca necesita agua con urgencia.

—No te fuerces a hablar, cariño, no es bueno para tu salud—Interrumpe mamá.

—¿Qué es todo esto?—Señalo confundida todas las personas en mi habitación.

—Matthyw está estudiando medicina, y se ofreció a ayudarte en tu recuperación—Habla papá.

Tres Mentiras, Una Verdad [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora