80. Finge

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Narra Lheyra:

Me doy vuelta cuando siento como se acercan, y con disimulo mi cuerpo se pega al moreno.

-Calla, antes de que te vuele la cabeza-Murmuro solo para él.

Se aparta, veo el enojo recorriendo su cuerpo, pero no me importa. Sé que sabe que no le conviene intervenir.

Veo como el rastras se sienta alejado tomando otra cerveza, mientras siento como unos fuertes brazos me envuelven, pero no soy capaz de devolver ese abrazo.

Lo tenían planeado ¿desde cuándo? ¿desde cuándo sabían qué yo era quién pagaría su estúpido contrato?

Me besaron, me hicieron que confiara en ellos, me acariciaron lugares que nadie jamás lo había hecho ¿Por qué? ¿Solo por un contrato?

Es su madre, Lheyra, ese contrato no le daba la libertad a su madre...

¿Y yo? ¿Dónde quedo? ¿En la chica a la que usaron para ayudar a su madre? ¿Solo eso fui?

-Dios. Estás bien-Suspira Nizaw, dandome un beso en la frente.

-Pensamos que tú...-Lukaw se calla, y veo sus ojos hinchados.

Parece que ha llorado.

Matthyw se acerca, agarrando mi cara entre sus manos, y me mira, sus ojos verdes me analizan buscando una herida, o algo. Algo que no encuentra.

-¿Estás bien? ¿Te hizo algo?

No respondo, mientras siento el frío metal en mis manos detrás de mi espalda, ese metal que antes estaba en las de Henrry.

Narrador omnisciente

El ruido no había llegado, solo había intervenido un nuevo motor, pero nada se había movido fuera del lugar baldío.

Lheyra lo sabía, pero apretó sus labios conteniendo la información.

Era lo que mejor se le daba. Guardar informática.

Los hermanos tenían secreto cualquiera que alguna vez hubiera pisado Lorchpey lo sabía. Pero, pocos sabían cuáles eran esos secretos invadidos de peligros.

Lheyra, a los ojos de todos, era una hija de políticos reconocidos, su nombre no estaba manchado, y parecía tan transparente a los ojos de los demás que, incluso Lizziana había pensado que era tan ingenua al acercarse a los Skillek.

La castaña de ojos angelicales, jamás había Sido el foco de sospecha de nadie ¿Quién se imaginaria que ella guardaba secretos tan oscuros o incluso peores que la familia Skillek?

Quizás algunos eran similares.

Después de todo, ambas familias eran cercanas ¿no?

Leticia, era la amiga de la infancia de la madre de Lheyra, y no eran esos momentos compartidos en su adolescencia lo que precisamente las unía.

Era la ambición que había cegado a una de las dos. Ambas muchachas con un cuerpo expendido habían disfrutado su juventud, rodeandose de hombres repletos de lujos.

Y para una de ellas, mientras que su amiga vestía elegantes prendas para las cenas de políticos, ella vestía prendas reveladoras buscando un hombre que incendiaria su lujuria.

Así había Sido durante un año, hasta que los ojos avariciosos de Leticia se encontraron con Anderson, en aquel viejo bar.

Los encantos de esa muchacha conquistaron al millonario que, no demoro en llevarla a un cuarto familiarizado por la lujuria.

Era un puta. Eso se rumoraba en Lorchpey.

Pero era la puta de un millonario, y pronto la futura esposa de un maltratador.

Tres Mentiras, Una Verdad [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora