67. ¡Tengo una arruga!

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Narra Lheyra:

—¡¿Estás demente?!—Se queja mientras avanzamos lejos de la camioneta que, posiblemente no demoré en explotar.

—Camina más rápido, Kus—Lo aliento, empujando las ramas de los arbustos que nos impiden adentrarnos al bosque.

—No, espera, déjame hacer el drama—Protesta, quedándose atrás.

Volteo a verlo, y como si fuera un niño pequeño, está cruzado de brazos haciendo un berrinche.

Suelto un suspiro, deteniendome a mirarlo.

—Bien, pero rápido.

—Gracias—Dice tomando aire para empezar a quejarse—¿En qué cabeza cabe? ¡Pudimos haber muerto! ¿Sabes el riego qué pasamos? ¿Qué tal qué terminamos sin una pierna? ¡Y...Alto!—Se detiene un momento a pensar—¿Me estoy escuchando cómo mi madre? ¡Joder! Me van a salir arrugas, Lheyra.

—¿Terminaste? Tenemos que seguir—Digo, mientras volteo dejando de ver su rostro de preocupación por las arrugas.

Y pensar que hace unos segundos se estaba quejando de poder haber perdido una pierna. Pero al parecer ahora, su mayor preocupación son las arrugas.

Siento como me sigue, y aunque realmente entiendo su drama, solo tenemos unos pequeños rasguños. Nada grave, así que no hay porque preocuparse.

Seguimos adentrándonos al bosque, los arbustos son una molestia constante, pero el sol empieza a ser de ayuda para poder ver algo al menos.

—¿Sabes Lehy?—Pregunta a mis espaldas Kus, ya no suena alterado—Me sorprende que estés huyendo de ellos.

—¿Eh?

—Me juraste que no huirías de nadie, que esa—Dice, pero inmediatamente se calla por unos segundos—Que esa, esa era la última vez que huías.

No lo miro, sigo caminando.

—Sé lo que dije, Kus—Respondo—Pero es diferente, no escapó de los hermanos por miedo.

—¿Y de...?—Se calla, y agradezco que no continúe con ese tema.

No pasa mucho tiempo estando en silencio cuando, el ruido del agua corriendo, hace que sonría.

Nos encaminamos al río, el agua no corre con fuerza, y el que no sea tan profundo, hace todo más fácil.

Me agacho a la orilla, refrescando mi cada con el agua. De reojo veo al platinado hacer lo mismo.

—¿Tienes alguna herida?—Pregunto, pero no responde, parece demasiado preocupado en ver su reflejo en el agua.

—¿Estoy viejo, Lehy?—Cuestiona alterado.

—No, Kus, tienes 18 años—Ruedo los ojos, divertida por su comportamiento.

Lo examino un momento, notando una mancha de sangre, en su frente. Rompo la manga de mi sudadera, mojandola en agua.

—Voy a limpiarte la herida—Aviso, antes de pasarle el paño improvisado, borrando la sangre seca.

—Lehy—Me llama cuando terminó de limpiar su herida—¿Sabes dónde estamos?

—Tenemos que seguir el río corriente arriba, y vamos a llegar a la casa de mi abuela—Informo, levantándome para seguir.

—¿Está muy lejos?

—No sé, quizás unas dos o tres horas caminando.

El bosque es grande, y la maleza hace más difícil avanzar. No hay senderos, ni nada que podamos seguir, y meternos al río, no sería nada aconsejable.

Tres Mentiras, Una Verdad [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora