72. Lo saben.

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Narra Lheyra:

Abro mis ojos cuando un pequeño sacudon, hace que me despierte. No demoró mucho en enfocar al castaño que me mira burlón.

—¿Muy movida la siesta?—Su sonrisa pícara hace que quiera tirarle la almohada en la cara.

—Dejame dormir.

—Hace horas que no comes nada—Su tono cambia, y noto algo de preocupación en él—Te prepare panqueques.

Y no hace falta que diga nada más para que me levanté de manera apurada de la cama. Pero, tengo que sostenerme de Lukaw cuando mis piernas fallan.

El pequeño escozor en mi entrepierna, hace que el recuerdo de Nizaw debajo de mi. Mierda. El rubor comienza a expandirse por mi rostro, más aún cuando el castaño levanta una ceja, comos si pudiera leer mis pensamientos.

—Anda, que te llevó—Y sin esperar respuesta, pasa su brazo por debajo de mis rodillas, cargandome.

Bajamos las escaleras, y es cuando, mi mente comienza a funcionar por fin.

Parece que el calor aturdió tus neuronas.

¿Acaso siempre tienes algo para decir, Conciencia?

Si. Siempre. Con la movida que te dió el pelinegro, te olvidaste de todo.

—¿Te gusta la avena?—Pregunta Lukaw, dejándome sentada frente a la mesa.

Asiento, sin mediar palabra.

No demora en poner un plato repleto de panqueques, el aroma inunda mis cosas nasales. Huele delicioso, pero repentinamente no tengo apetito.

¿Ellos saben...? ¿Saben que sucio el 18 de mayo? ¿Conocen la pesadilla que habita en mi memoria desde ese día?

Respiro, intentando qué el temor no se apodere de mi. No puedo tener otro ataque. No. No otra vez.

El nudo en mi garganta se intensifica, cuando mi vista recorre la cocina de mi abuela. Los recuerdos se amontonan. Las fotos siguen, al igual que antes. Nada ha cambiado.

—¿Nena?—Lukaw acaricia mi espalda, cuando siento una lágrima asomarse en la esquina de mi ojo.

Muerdo mi labio, intentando contener un sollozo.

—No tengo hambre.

Suelta un suspiro, sentándose a mi lado. Retira el plato frente de mi, y escucho como corta un pedazo.

—Come, porfavor—Insiste con el tenedor cargado de comida frente a mis labios, pero niego.

¿Por qué me tratan bien? La culpa me inunda. La discusión que tuvo con Matthyw, fue por mi.

Arruinó todo. Perdí a la persona que más amé, por mi culpa. Arruiné la vida, del único que estuvo a mi lado, Markus, arrastandolo conmigo a esta pesadilla.

No puedo, hacerles lo mismo a ellos.

Desvió mi vista del castaño, queriendo evitar que me vea llorar, pero es imposible cuando enfoco el calendario.

18 de mayo.

El último día que mi abuela, cambio la página del calendario.

—¿Qué pasá?—El rubio entra a la cocina.

Su se frunce al verme, y sé que seguramente luzca perdida. Lo estoy. Estoy perdida en mis pensamientos.

Y cada día me ahogo más con ellos.

—No lo sé. No quiere comer.

—Lehyra—Levanto la mirada, cuando el mayor agarra mi barbilla, obligandome a verlo.

Tres Mentiras, Una Verdad [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora