51. Tiroteo

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Narra Lheyra:

Siento una suave tela debajo de mi, la comomidad de la cama contrasta con lo que siento. La cabeza me duele, respirar me cuesta y mi garganta está reseca.

Agradece no estar muerta.

—Señores, las indicaciones ya están cumplidas—Habla una voz lejana, como si una pared se interpusiera.

—Bien, que no quede ningún testigo—La voz de Matthyw, hace que mi mente vuelva a funcionar y rápidamente abro los ojos.

La luz me ciega por un momento, y pestañeo empezando a ver dónde estoy. Una de las habitacioned de la mansión Skillek, más precisamente la que da justo frente a mi ventana.

Me levanto de la cama, recordando el incendio, y...nada. Lo último que viene a mi memoria es ver a mis amigos tirados en el suelo, y el fuego expandirse por el lugar.

Busco algo que me dé alguna pista de lo que sucedió, que pasó después de eso, pero estoy sola en la habitación, sin rastros de los demás.

De repente siento pasos acercarse a la puerta, e inmediatamente me muevo detrás de esta, esperando que alguien entré.

El rubio lo hace, y como un ataque sorpresa salto encima de él, logrando que pierda el equilibrio, y ambos terminemos en el suelo.

—¿Qué carajos...?—Gruñe haciendo una mueca de dolor, a la vez que se encorva sobre si mismo, aún cuando estoy encima de su abdomen.

—¿Dónde están?—Exijo saber, pero me ignora, posando su mano en el costado de su vientre bajo.

Lo agarro del cuello de la camisa, oblugandolo a mirarme, pero justo cuando estoy por preguntar nuevamente, alguien nos interrumpe.

—¡Ay por Dios!—Leticia se queda paralizada en el pasillo, viéndonos en una posición algo comprometedora—¿Acaso no pueden controlar sus hormonas? ¡Matthyw, santo Dios, acabas de recibir un disparo!

El rubio me mira con cara de pocos amigos, tomándome por la cintura para alejarme de su cuerpo.

Quedo sentada en el suelo, con la mirada de reproche de Leticia, que cruzada de brazos, nos mira esperando una explicación.

—Son adolecentes madre—Lukaw intercede en el encuentro, con una sonrisa burlona—Dejalos disfrutar.

Su madre lo mira con la misma expresión que segundos antes nos miraba a nosostros, y el castaño se calla entendiendo el mensaje.

Miro de reojo al rubio, y evitó sonreír al recordar que tal vez, solo tal vez, yo haya sido la responsable de su disparo.

Pero...en mi defensa puedo decir que solo le rozo la bala, nada grave.

—Madre, no es lo que parece—Intenta decir Matthyw—Puedo explicarlo.

—Más vale que puedas explicarmelo, pero luego, ahora deja dormir a la niña tranquila—Su mirada se suaviza cuando me mira—Y tú cielo, no te preocupes por tus padres, ya les avise que estás acá.

No dice nada más, antes de irse, no sin antes dedicarle una mirada de regaño a Matthyw.

—¿Acaso el médico, no sabe que no puede follar? Se te abrirán los puntos, hermanito—La burla clara del castaño, solo provoca que el rubio gruña algo por lo bajo.

Me levanto rápidamente, llamando la atención de ambos, incluso de Matthyw que parecía tener las suficientes ganas de matar a su hermano.

Visualizo rápidamente una lámpara, que agarro apuntandoles de forma amenazante. O bueno, eso intento, una lámpara tal vez no luzca como un arma mortal, pero lo es si la sabes usar correctamente.

Tres Mentiras, Una Verdad [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora