cap2: SECRETOS

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La noche pasó con la mayor tranquilidad que las infantiles discusiones de los hermanos permitían y, tras una rica cena que todos disfrutaron, se fueron a sus respectivos cuartos para dormir. Sin embargo, el más mayor, de pelo largo y negro, al igual que sus ojos y una disimulada barba que adornaba su cara, no paraba de dar vueltas sobre sí mismo. Algo le atormentaba y necesitaba hablarlo o estaba seguro de que no podría descansar.

Sin encender la luz, y sin hacer apenas ruido, avanzó por el pasillo del apartamento hasta colocarse enfrente de la puerta correspondiente al dormitorio de la chica, tocando un par de veces en la madera con sus nudillos, de forma suave, y girando el picaporte lentamente para entrar en cuanto escuchó un ligero murmullo proveniente del interior.

—¿Estás despierta? -susurró, asomando sólo la mitad de su cabeza sin querer invadir demasiado su privacidad.

—¿Tú qué crees? -respondió esta- pasa, anda.

Sintiéndose más seguro ahora que había recibido permiso, ingresó en la habitación, encontrándola prácticamente a oscuras, sólo iluminada con la luz que otorgaba la luna y que se metía por la ventana, siendo suficiente como para distinguir la silueta de su hermana, la cual, según se acercaba y su visión se iba acostumbrando a la penumbra, se iba aclarando y proporcionándole una mejor apreciación de sus rasgos, su cabello moreno largo, sus ojos negros que siempre solían mostrar seguridad, unos labios rojizos y carnosos, y la multitud de pecas distribuidas por toda su morena piel que le daba un aspecto mucho más desenfadado.

—¿Tú tampoco puedes dormir?

—He estado contestando algunos mensajes, ya sabes, ahora iba a intentarlo... -se puso parte del pelo detrás de la oreja para mayor comodidad, dejando a la vista sus plateados y brillantes piercings que colgaban de esta- pero, de todas formas, no creo que pueda...

—Yo... es que... -se replanteó si expresar el motivo de su presencia, recordando las palabras que la chica dijo cuando estaban en el hospital- ... Cassandra, necesito hablar sobre lo de Teo.

—No me jodas -sus cejas se encorvaron, mostrando el incipiente enfado que se estaba instalando en su pecho- la única condición que puse para venir aquí era no hablar del tema.

—Lo sé, y lo entiendo -trató de calmarla- lo siento, pero creo que es importante que conversemos.

—Muy bien -suspiró frustrada, sentándose de brazos cruzados en la silla de oficina que acompañaba al escritorio en el que había estado apoyada todo el tiempo- adelante, te escucho.

—A ver, ¿no te parece extraño?

—¿El qué?

—Su muerte, no nos han dicho de qué fue, no nos han llamado ni para reconocer el cuerpo y no nos dejan solicitar una autopsia, eso es que ocultan algo.

—¿Los Caperuza? -relajó su expresión notablemente, tomando en serio sus palabras e interesándose por el rumbo que había tomado la conversación.

—Sí.

—¿Y por qué harían eso?

—Tal vez... por lo de la boda... -murmuró cohibido.

—No, no puede ser por eso.

—Cass, ya sabes cómo son y lo importante que era para ellos...

—¿Me estás echando la culpa de que se lo hayan cargado?

—No he dicho que lo hayan asesinado ellos, de hecho, a lo mejor sigue vivo -se defendía- y por supuesto que no te estoy echando la culpa de nada, es sólo que si te hubieras casad...

ArrastradosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora