cap12: INFORMACIÓN

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Respiró agitadamente, ocultándose tras una esquina y observando atemorizada cómo la pandilla pasaba de largo, buscándola, pero sin percatarse de su cercana presencia, aún no sabía cómo, ni en qué momento había logrado escapar del brutal ataque, solo podía agradecer a la adrenalina que, de repente, recorrió sus venas, y le dio el impulso necesario que le permitió huir.

 De un momento a otro, en cuanto su cuerpo sintió que el mayor peligro ya había pasado, le fallaron las piernas, cayendo al suelo agotada y con pequeñas lágrimas silenciosas que bajaban por su ensangrentado rostro y se perdían, finalmente, entre las desastrosas telas que componían su túnica, la cual intentaba ser inútilmente arreglada.

Pasaron los minutos, pero su corazón aún latía descontroladamente y sus extremidades, entumecidas, parecían no responder del todo, solo pudiendo limitarse a no hacer ningún ruido que pudiera delatarla y a rogar por no ser encontrada. Un diminuto cuarto de la limpieza fue visualizado por la caperuza que solo se encontraba a unos pocos metros de ella, unos metros que tuvo que acortar arrastrándose, con la poca fuerza que le quedaba en los brazos, para, acto seguido, cerrar la puerta detrás de sí y apoyar la espalda en esta, permitiéndose descansar un rato sin importarle estar completamente a oscuras.

*Brrr*

Su móvil vibró, retumbando por toda la estancia y deslumbrándola cuando su pantalla fue encendida, obligando a que la mujer entrecerrara los ojos, debido al repentino exceso de luz, para leer el nombre "Aslan" en el medio.

—¿Sí? -contestó.

—Cass, ¿cómo vas?

—Bien... -tragó saliva, intentando humedecer su, aún, seca boca, y deshacer el nudo de su garganta, tragando una desagradable mezcla de sangre y saliva- bien...

—¿Te queda mucho?, la recepcionista está en el baño, no creo que tardemos mucho más en volver -advirtió.

—¿"La recepcionista"? -repitió- ¿ni siquiera te sabes su nombre?

—La verdad es que creo que no la he visto en mi vida -confesó con gracia, bajando el tono de voz para no ser escuchado.

—Madre mía -rió con desgana- ¿y así es como intentas tú ligar?

—Anda, anda, no te emociones tanto y céntrate en lo que tenías que hacer -cambió de tema entre carcajadas, algo avergonzado por las ocurrencias de su hermana.

—Vale...

—Está todo correcto, ¿verdad? -cuestionó, preocupado al notar en ella una voz débil y cansada.

—Sí, sí -se limpió los restos de agua de sus mejillas- no te preocupes, solo me he parado un momento a descansar, ahora mismo sigo.

—De acuerdo... pues nos vemos en la salida entonces, si necesitas algo avísame, por favor, y cuídate, te dejo, que ya vuelve, te quiero -colgó, haciéndose de nuevo un vacío silencio entre las cuatro paredes.

La joven inspiró y expiró varias veces, tratando de despejar su mente lo mínimo como para seguir adelante, incorporándose y saliendo sigilosamente de su escondite, cuidando cada pasa que daba y cada esquina que giraba, escuchando atentamente cada sonido y volviendo a esconderse cada vez que se veía en peligro, hasta que, al fin, llegó a la sala deseada.

Insertó la llave en la cerradura, girándola y abriendo la puerta con gran rapidez, cerrándola nada más pasar al interior y tumbándose en el frío suelo para reptar hasta la cuerda que conectaba todas las persianas del lugar, tirando de ella bruscamente y bajándolas, quedando fuera del alcance de cualquier persona que pasara por ahí y sintiéndose, por primera vez en mucho rato, segura.

ArrastradosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora