cap17: REFUGIO

2 1 0
                                    

El coche fue aparcado en un solitario polígono, medio escondido tras unos matorrales.

—¿Ya hemos llegado? -interrogó el menor, bajándose del automóvil al igual que el resto de su familia.

—No, el kilómetro que queda lo haremos andando, no podemos aparecer ahí con un ferrari rojo chillón como si nada -explicó, guardándose las llaves del vehículo de forma segura.

—Pero, aunque estemos más o menos lejos, hay que ir con cuidado, ¿eh?, no te confíes porque puede haber alguno pululando por ahí -advirtió la tercera.

—Un momento, un momento -frenó en seco- pero si todos tienen forma de personas normales, ¿cómo vamos a saber quiénes son los que están secuestrados como Teo y los que no?

—Bueno, en realidad los únicos que tienen forma humanoide son los que van por la calle, los de los refugios tienen una forma mucho más abstracta... como de sombra o algo así, y llevan una túnica parecida a la nuestra.

—Pues entonces nos van a pillar...

—No si conseguimos su vestimenta -irrumpió la chica- llegamos, les quitamos la ropa a tres Arrastrados y entramos, no hablaremos con nadie y, por supuesto, no nos quitaremos la capucha en ningún momento, bajo ninguna circunstancia.

—Correcto, ¿alguna duda más? -negó con la cabeza, sintiéndose inseguro a pesar de las claras explicaciones de sus hermanos- pues vamos.

Emprendieron la marcha a pie, evitando cruzarse con cualquier ser vivo que pudiera resultarles sospechoso, y escondiéndose detrás de árboles, coches abandonados o arbustos cada vez que sus sentidos les ponían en alerta. Poco a poco, observaron cómo el ambiente se iba tornando a uno mucho más pesado, el cielo se volvió más oscuro, el suelo comenzó a tener una desagradable textura pegajosa y, por el rabillo del ojo, se hicieron presentes unas diminutas partículas de color blanco que flotaban a sus anchas por el aire.

—Ya hemos entrado en el refugio -informó la mediana en un susurro, deteniéndoles para asegurarse de que no hubiera nadie a su alrededor.

—¿Es este?, me esperaba ver un edificio, una cueva o algo así... -murmuró, confuso al no ver nada más que un descampado.

—Esto es mucho más discreto y seguro, sólo los que tienen ADN de Arrastrado en su interior pueden verlo y pasar.

—¿Y por qué estamos aquí?

—Antes de que se muriera, le arranqué varios pelos al arrastrado que secuestramos en casa y os lo eché en el café del desayuno -confesó con total normalidad.

—No jodas, Cassandra, qué asco, ¿pero por qué no avisas? -se quejó, fingiendo náuseas.

—¿Te lo hubieras bebido si te lo hubiera dicho?

—No.

—Pues ya está.

—Shhh -mandó callar- creo que está despejado, vamos a seguir avanzando un poco más.

A lo lejos, en mitad de la explanada, se empezó a divisar un agujero negro, flotando en medio de la nada, que tiraba de ellos con fuerza según se iban acercando. Sin embargo, grande fue su sorpresa cuando, de repente, dos encapuchados salieron de ahí, topándose cara a cara con ellos sin darles tiempo de reacción para ocultarse.

—Mierda -los tres se quedaron quietos, observando como, ambos desconocidos, iban rápidamente hacia su posición.

—¡Mierda, mierda, mierda! -Len, aterrorizado, hizo el amago de huir, cosa que no le fue permitida cuando su hermano mayor le tomó de la camiseta, impidiendo que se moviera.

ArrastradosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora