Las horas pasaron y el sol comenzó a ocultarse lentamente por el oeste, pudiéndose respirar un ambiente tranquilo y de paz en aquel gran descampado que tenía, como únicos huéspedes, los tres hermanos, alejados entre sí, sin haberse dirigido la mirada desde que ocurrió la fuerte discusión.
El mayor de todos, al fin se sintió con las fuerzas necesarias y salió del coche, secándose los restos de lágrimas que quedaron en sus mejillas con el dorso de la mano, y echando un rápido vistazo a su alrededor, decidiendo acercarse primero al más joven de los tres, pues era el que tenía más cerca y el que, probablemente, estaría más afectado, ya que solía ser muy sensible.
Andó unos cuantos metros y se sentó al lado suya, en la amarillenta tierra que adornaba el suelo, observó en silencio cómo este estaba abrazado a sus rodillas, casi ocultando su rostro entre ellas, mientras dibujaba líneas sin sentido con una rama que había encontrado perdida por ahí.
—Lo siento... -se disculpó, en un tímido susurro, sin levantar la cabeza, nada más notar su presencia.
—No te preocupes... es una situación demasiado tensa para todos... -posó uno de sus brazos en los hombros contrarios, atrayéndolo hacia él y dándole un cariñoso abrazo que fue correspondido al instante.
—Pero tienes toda la razón, nos hemos portado como unos imbéciles desagradecidos -sorbía por la nariz- Aslan- levantó su vista, mostrándole los ojos rojizos por el llanto, tal y como él los tenía hace apenas unos minutos- tú no eres un mal hermano, no vuelvas a pensar eso...
—Lo sé, pero tal vez podría haber hecho algo más o... -el otro negó con la cabeza, mostrándole un gesto de seguridad en su cara.
—Nadie lo habría hecho como tú, como vosotros -corrigió- los tres habéis sido unos hermanos inmejorables, siempre habéis cuidado de mí, siempre os habéis preocupado... y por eso yo os quiero muchísimo... aunque Cassandra me culpe por lo de mamá y no me aprecie tanto...
—No -interrumpió, separándose para verle de una forma más cómoda- ella te adora.
—Venga ya -rió, sin creerse las palabras de su familiar- siempre me ha tenido... ¿asco...?
—Eso no es verdad, Len, es cierto que su forma de querer siempre ha sido un poco... peculiar, pero hazme caso cuando te digo que es la que más se preocupaba por ti y la que más te protegía -el mencionado le miraba con una ceja levantada, desconfiado- por ejemplo, ¿te acuerdas de aquella vez que te caíste de un monopatín, te golpeaste la cabeza y te ingresaron unos días en el hospital porque quedaste inconsciente?
—Sí, más o menos...
—Pues ella, nada más enterarse, vino corriendo, dejó a su novio de aquel entonces con el "calentón" y se peleó con un grupo de enfermeras y médicos hasta que consiguió quedarse a tu lado -su expresión cambió radicalmente a uno de sorpresa, boquiabierto- yo mismo intenté varias veces que se fuera a casa para descansar, pero ella insistía y, recuerdo perfectamente, como decía, "cuando salga de aquí, será cogida de la mano con Len, no me pienso mover hasta que despierte, aunque me pase un tractor por encima, aquí me quedo" -reía con nostalgia.
—¿En serio? -asintió.
—¿Y aquellas navidades en las que tú te enfadaste con ella por no aparecer?
—Supuse que estaría con las macarras de sus amigas, otra vez...
—Pues nada más lejos de la realidad, estaba en un calabozo.
—¿Cómo?
—Ese año apenas habíamos conseguido dinero para los regalos, y a ella se le ocurrió la brillante idea de colarse en una casa y robárselos a alguien para que, al menos tú, pudieras tener algún detalle, aunque, como era de esperarse, no lo consiguió, Teo se lesionó y no la pudo acompañar, la familia volvió antes de tiempo y... ya sabes como terminó, pero aún así, lo planeó como si la vida le fuera en ello, pocas veces la he visto tan decidida.
ESTÁS LEYENDO
Arrastrados
Science FictionTras la repentina y sospechosa muerte de su hermano, 3 jóvenes vagan por un mundo lleno de mentiras, misterios y una guerra oculta entre las sombras.