cap29: CAPUCHA

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—¿Hola? -seguía escuchando en la lejanía sin cesar. Sus párpados se abrieron poco a poco, con lentitud y pesadez, viéndolo todo borroso y teniendo un sentimiento agridulce en su cuerpo por el nítido recuerdo con el que había soñado- ¿hola? -insistía con más ansia ahora que parecía estar reaccionando.

Con un punzante dolor de cabeza, intentó mirar a su alrededor, entrecerrando los ojos para acostumbrase a la tenue pero brillante luz que la cegaba. Pudo visualizar un gran cuarto cuadrado de piedra, sucio, desgastado y con objetos y muebles rotos por todos lados que le daba un aspecto muy desordenado y caótico, este solo era iluminado por un farolillo de metal que colgaba del brazo de alguien, una persona que estaba delante suya, quieta y completamente cubierta por una túnica negra que reconocía a la perfección.

—¿Te encuentras bien? -trató de acercarse, pero la chica se alejó por acto reflejo en cuanto se dio cuenta de que aquel sujeto era del bando enemigo- ¿qué haces aquí? -su mente se quedó en blanco, tal vez por el golpe, tal vez porque acababa de despertar, o tal vez porque aquel vivo recuerdo la había dejado desorientada, pero solo podía mirar hacia aquel rostro oculto bajo la capucha con bastante temor, miedosa de lo que pudiera hacerle- ¿sabes hablar?

—... -sintió cómo las palabras se atascaban en su garganta- ... sí...

—Bien -suspiró aliviado- por un momento pensé que te habías muerto, te encontré aquí, inconsciente justo al lado de la grieta, y me asusté -explicó- ¿entonces todo está correcto?

—Sí... -intentaba mantener un tono firme y seguro a pesar del temblor de su boca.

—Sé que...a lo mejor no es el momento, al fin y al cabo, te acabas de despertar, y... aunque nosotros no podemos sentir dolor, a lo mejor te sientes un poco... ¿aturdido? -asintió- pero necesito que me enseñes tu marca.

—¿Mi... mi marca? -balbuceó.

—Sí, la marca, ya sabes, la "cicatriz", llámalo como quieras -se quedó paralizada, tensando, aún más, sus extremidades- adelante, enséñamela- su cuerpo no respondía, quería, le exigía salir de allí corriendo o enfrentarse a él ahora que parecía estar con la guardia baja, sin embargo, su sangre se sentía como si estuviera congelada, haciéndola parecer una especie de estatua viviente al desconocido que, extrañado por su comportamiento, se acercó a ella y le dio un rápido manotazo en la capucha para tirarla hacia atrás y dejar así al descubierto sus rasgos humanos- mierda -murmuró al descubrir su tapadera, tensándose también- ¿eres una caperuza? -se incorporó de golpe, poniéndose en una pose amenazante para la contraria- ¿cómo has llegado hasta aquí? -la chica, con bastante esfuerzo y sin poder apenas mantener el equilibrio correctamente, consiguió levantarse también para hacerle frente con las pocas fuerzas que tenía.

—Solo he venido a rescatar a alguien, no quiero luchar.

—Lo siento, pero tengo que matarte -su voz se notaba entrecortada, nerviosa- tengo que hacerlo...

—Pero... -trató de dialogar con la esperanza de llegar a un acuerdo, no obstante, la sombra sacó uno de sus brazos y lo alargó lo suficiente como para rodear el cuello de Cassandra, estamparla contra una pared cercana, y empezar a ahorcarla duramente mientras esta pataleaba en un intento por zafarse.

—No tengo otra opción -daba pasos en su dirección, acortando la distancia que les separaba y volviendo aún más fuerte su agarre.

—Por favor... -rogaba, sin cesar sus intentos de escapar, pero siendo consciente de que, en su estado, jamás lo lograría- por favor...

En medio del combate, una pequeña ráfaga de viento entró en la estancia, destapando también el rostro inhumano de su contrincante, compuesto por nada más que dos puntos rojos, que hacían la función de ojos, y una apertura exagerada, que funcionaba como boca. Los gestos que este ponía eran prácticamente incomprensibles, en cambio, en algún punto, notó cómo ambos hicieron contacto visual, aquellos dos brillantes puntos rojizos dirigiéndose directamente a los iris oscuros, cansados y llorosos de la otra.

Sin siquiera percatarse, su agarre se fue aflojando, dejando de ahogarla y, simplemente, sujetándola en el aire. No saben cuántos minutos estuvieron así, sin decirse palabra, expectantes del siguiente movimiento que pudiera realizar el otro, hasta que, finalmente, el arrastrado la soltó, haciéndola caer al suelo con brusquedad, recogiendo su gran brazo, poniéndolo de nuevo en un tamaño proporcionado para su cuerpo, y saliendo corriendo hacia la puerta de salida, no sin antes echarle un último vistazo a la caperuza que aún se mantenía tirada en el suelo, recuperando el aire de sus pulmones, desconcertada.

—No se lo digas a nadie, por favor... -pidió en un susurro casi inaudible para, acto seguido, desaparecer por el pasillo a gran velocidad.

Se incorporó con cuidado, aún desconfiada de que, aquel gesto aparentemente bueno, fuera en realidad una especie de emboscada o trampa para matarla o secuestrarla para sus experimentos. Se apoyó en la pared contra la que había chocado un rato antes para estabilizarse, y sacó su teléfono con esperanza de poder contactar con sus hermanos, encontrándolo completamente agrietado y destrozado por la fuerte caída que había sufrido, tirándolo al suelo, tras un frustrado suspiro, al ver que ya no podría volverlo a usar.

Echó su cabeza para atrás para posarla también contra la pared, sintiendo una intensa rabia e impotencia que recorría cada vena de su cuerpo y la hacía replantearse el irse de allí y regresar al coche para esperar a su familia, pero algo dentro de ella no le dejaba hacerlo, algo que le decía que, aunque estuviera sola, debía continuar y ayudar en la búsqueda de Teo pasara lo que pasara, y así poder volver a ver aquella hermosa sonrisa que había contemplado, en todo su esplendor, en aquel doloroso sueño.

Habiendo decidido al fin qué hacer, motivada por aquella imagen de su mente, no esperó más y se puso en marcha, yendo hacia la puerta por la que su enemigo había huido y asomándose sigilosamente para descubrir un pasillo completamente vacío y construido con el mismo material que la sala en la que se encontraba. Avanzó por este con lentitud, debido a su cojera, y atenta a cualquier sonido, a todos los recovecos con los que se cruzaba y que, en caso de urgencia, podrían servirle de escondite, y a cualquier pista o indicio que le indicara el paradero de alguno de sus conocidos. Giró una esquina, topándose, a unos metros de ella, con una puerta entreabierta que dejaba escapar algo de luz, obligándose a ir hacia allí al no ver ningún otro camino factible, y abriéndola un poco más para ver el interior de la habitación, generando un desagradable chirrido que retumbó por todos lados.

—Mierda, mierda -se dijo a sí misma, buscando algo con lo que cubrirse.

—¿Has oído eso? -dijo una voz ronca desde el otro lado.

—No, no he oído nada... -se mantuvieron en silencio durante unos segundos para ver si lograban escuchar algo más- anda, marchémonos ya, que al final se va a enfadar -amenazó su acompañante, con un timbre mucho más fino.

—Creo que deberíamos revisar rápido, no vaya a ser que...

—¡Vámonos de una vez, pesado!, el caperuza va a despertar en breves y tenemos que empezar con las dosis, no sabemos cuánto durará, pero no me lo quiero perder -exigió con impaciencia y, tras un par de insistencias más del contrario, terminó cediendo, marchándose del cuarto por la puerta que había justo al otro extremo.

Una vez los murmullos y pasos dejaron de escucharse por completo, se atrevió a volver a intentarlo, logrando ingresar esta vez y descubriendo un cuarto bastante similar al anterior, pero algo más iluminado, y con objetos que no había visto nunca pero a los que apenas les prestó atención, pues había decidido seguir el camino que habían hecho los dos encapuchados con la esperanza, y el temor, de que, aquella persona que con tanta ansia habían mencionado, fuera Teo.

Con mucha cautela, no queriendo vivir otra escena como la de antes, rodeó el viejo pomo dorado con sus dedos y lo giró, abriendo la puerta con una lentitud desesperante, gracias a la cual esta no hizo ningún ruido, y encontrándose con otro corredor más en total oscuridad.

—¿Cassandra?

ArrastradosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora