—¡Hola! -su vista fue directamente hacia la más pequeña- pero qué niña más bonita, ¿cómo te llamas? -se agachó para estar más cerca de ella, sin embargo, esta, con timidez y algo de miedo, se escondió detrás de las piernas de la morena, la cual le lanzó un guiño y una dulce sonrisa para asegurarle que todo estaba bien.
—Nos la encontramos en... abandonada en un sitio -reculó- y nos preguntábamos si podrían acogerla para que estuviera segura.
—Un momento -se levantó poco a poco, entrecerrando sus ojos y observándolos fijamente, como si les estuviera analizando- vosotros... ¡vosotros sois los Grena!
—Sí, ya veo que se acuerda -rió con alegría.
—Dios mío, Dios mío -agarró un manojo de llaves de uno de sus bolsillos y abrió la puerta con emoción- no pensé que os volvería a ver, cuanto habéis crecido...
—Yo también me alegro de verte, Aman -contestó la mujer recibiendo un cariñoso abrazo por parte del mencionado, que repitió este gesto con los otros dos.
—Madre mía -sus cansados ojos comenzaron a lagrimear, haciendo que pequeñas gotas cayeran por sus arrugadas mejillas- es que todavía recuerdo cuando estabais aquí y no parabais de hacer travesuras, cuando llegasteis nuevos y estabais tristes todo el día, aunque era normal, después de lo que pasó con vuestra abuela... ¿y cuando os fugasteis?, casi me da un infarto, pensé que os había pasado algo, o que no estabais a gusto aquí...
—Para nada -el menor se incluyó también en la conversación- este sitio era increíble, por eso hemos venido, simplemente tuvimos que irnos para empezar una nueva vida, ya sabes.
—Ay, Len Grena, casi no has cambiado... -tomó sus manos y las acarició con dulzura- aunque se te ve mucho mejor que cuando te quedabas solo en el patio, sin jugar con nadie más que tus hermanos.
—¡Lo sabía, sabía que no tenías amigos! -se mofó la mediana, soltando una gran carcajada.
—Y tú, Cassandra, la niña de mis ojos, menudos sustos me dabas, siempre escapándote de tu habitación para ir a caminar por las noches...
—Eso era por que... -trató de excusarse.
—Espero que ya trates mejor a tu hermano pequeño -le dio varios golpecitos, pequeños e indoloros, en la cabeza, a modo de regaño.
—No te creas, siguen igual -confesó el tercero.
—Tú eres el que más a cambiado sin duda, Aslan -se puso enfrente suya, mirándole con orgullo- físicamente, claro, porque el carácter parece que sigue igual, tranquilo, atento, siempre dispuesto a ayudar... como cuando la cocinera tuvo un accidente y te ofreciste voluntario para cocinar todas las comidas de tus compañeros, ¿recuerdas?
—Gracias a eso aprendí a cocinar y a alimentarlos bien -señaló a sus hermanos con una risa nostálgica.
—Y... -se alejó del grupo dando unos pasos hacia atrás- pero... -miró hacia todos lados, preocupado- ¿dónde está Teo? -los gestos de todos los miembros de la familia cambiaron a uno algo más serio y apagado.
—Él... -balbuceaba el mayor- él...
—Está de viaje -interrumpió la joven con una falsa sonrisa que le rompía el alma- consiguió entrar en una multinacional y está de viaje de negocios.
—Quién lo diría, el niño más travieso de todo el orfanato en una multinacional... me alegro muchísimo por él, dadle muchos besos de mi parte cuando le veáis y decidle que venga a visitarnos algún día, para que así vea que el agujero que hizo en el patio para esconder sus cosas sigue ahí, que no hay manera de taparlo -asintieron.
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Arrastrados
Science FictionTras la repentina y sospechosa muerte de su hermano, 3 jóvenes vagan por un mundo lleno de mentiras, misterios y una guerra oculta entre las sombras.