Entre los tres, y gracias a que el anciano no había recuperado la consciencia aún, consiguieron atarlo y amordazarlo de nuevo, con una cuerda rodeando ambas muñecas y tobillos, enganchada a los extremos de la cama de matrimonio, y con una bola de calcetines en la boca que le impediría gritar o pedir auxilio.
Aslan salió del dormitorio y, con paso acelerado, se dirigió hacia la entrada de la casa, decidido a salir de esta hasta que una mano agarrando su antebrazo le detuvo.
—Espera un momento -habló, mientras el contrario se giraba para mirarla- no podemos irnos.
—Cassandra, Teo puede estar vivo, ahora estamos más seguros que nunca, cada minuto cuenta, vamos -tiró de ella, pero ninguno de los dos hermanos se movió.
—Aslan, tenemos a un hombre secuestrado y a otro muerto, ¿de verdad piensas marcharte así como así, dejándoles aquí?, ¿qué pasará cuando empiece a oler el cadáver y los vecinos avisen a la policía?
—Joder... -suspiró frustrado, siendo consciente de la verdad en las palabras de su compañera.
—Podríamos meterlo en la nevera -propuso el menor.
—Sí, al lado del pollo, no te jode -se quejó.
—Mientras no te equivoques de muslo no pasa nada -rió, recibiendo una amenazante mirada de esta.
—No tiene ni puta gracia, Len.
—Yo creo que puede ser buena idea -irrumpió el mayor, yendo hacia el electrodoméstico y abriéndolo para ver cuánto hueco había en su interior- tendríamos que apretarle un poco...
—¿Pero os estáis oyendo?, estamos hablando de un ser humano, no de una botella de fanta.
—Bueno, técnicamente ya no es un ser humano porque... está muerto... -rebatió el del tatuaje, aguantándose la risa.
—Y en vida tampoco lo fue, te recuerdo que es un arrastrado.
—Ya, pero...
—Cass, es lo mejor.
—O, si lo prefieres, nos lo podemos llevar de viaje, a ver mundo, le sentamos al lado mía en el coche -vaciló con ironía.
—Cállate... -pensó durante varios segundos-... de acuerdo... pero toda la comida que haya dentro la sacáis, ¿eh? -advirtió e, inmediatamente, ambos hombres se pusieron manos a la obra, vaciando el frigorífico al completo y dejando todo lo que había en su interior, amontonado sobre las encimeras cercanas, metiendo el cuerpo sin vida a presión y en una postura antinatural para, acto seguido, cerrar la puerta metálica con algo de dificultad.
—Ya está -finalizaron orgullosos, sacudiéndose las manos- ¿nos podemos ir ya?
—Mi ex prometido sigue ahí dentro.
—¿Qué más da?, nadie le echará en falta, vámonos -ordenó y, en apenas unos minutos, todos salieron del piso y pusieron rumbo hacia el aparcamiento donde habían dejado el coche tras volver del hospital.
—¿A dónde vamos? -el menor se puso a la altura del de pelo largo, curioso por su actitud firme y decidida.
—A la sede de los Caperuza.
—¿Tenéis una sede?, qué guapo.
—Es un edificio de mierda, no te hagas tantas ilusiones -comentó la chica, unos pasos más atrás.
—Tiene razón, parecen simples oficinas.
—Ya, pero allí habrá gente con poderes, como vosotros, ¡Dios, tengo tantas ganas de pregun...!
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Arrastrados
Science FictionTras la repentina y sospechosa muerte de su hermano, 3 jóvenes vagan por un mundo lleno de mentiras, misterios y una guerra oculta entre las sombras.