cap31: REHÉN

3 1 0
                                    

Avanzaron por el largo y vacío pasillo, solos, y rodeados de un tenso silencio que aparentaba indicarles que, en aquel lugar, no había nadie más que ellos.

—Qué raro... -masculló el mayor, acentuando todo lo que podía sus sentidos para captar cualquier detalle.

—¿Crees que se han ido todos?

—Sería extremadamente raro, siempre hay alguno... pero... ¿tal vez tengan alguna clase de reunión? -se preguntó a sí mismo- no me da buena espina, me parece muy extraño...

—Yo no puedo dejar de pensar en Cassandra...

—No te preocupes por eso, la encontraremos, ya verás.

—Viva, ¿... verdad?

—Eso espero -le sonrió esperanzado, tratando de quitarle importancia al asunto sin llegar a mentirle- además, que, de los tres, ella es una de las que ha hecho más misiones, así que tiene más experiencias en sitios como este -continuaban andando, todavía sin hallar el final del corredor que parecía infinito.

—Cierto -logró calmarse, confiando en la mediana- en cuanto nos reunamos de nuevo no pienso volver a pelearme con ella jamás.

—A ver si es verdad -rió.

—¿Qué pasa, no confías en mi? -fingió estar ofendido, cruzándose de brazos y mirándole con un gesto exagerado.

—Me sorprendería que lo consiguieras, sinceramente.

—Que sí -insistía con tono infantil- que toda esta situación me está haciendo madurar.

—Si yo no digo que no, es solo que...

—¡Suéltame! -una voz femenina irrumpió en su conversación.

—¿Qué ha sido eso? -preguntó el más joven, sintiendo su corazón acelerarse con rapidez.

—Parece que viene de más adelante... -trató de escuchar algo más.

—¡Cállate! -retumbó por todas las paredes.

—¡Vamos! -exclamó, y ambos comenzaran a correr para buscar, con más ansias aún, el final de aquel corredor.

Sin embargo,  y a pesar de los minutos que se pasaron a la carrera, su alrededor no cambiaba, seguía siendo el mismo, un pasillo estrecho con muros de rocas, suelo y techo, sin ninguna puerta, ventana o siquiera antorcha que iluminara el sitio.

Sus respiraciones eran agitadas, su cuerpo sudaba sin parar y sus piernas ya se movían solas a causa del cansancio, pero no se podían permitir parar, no si esa voz era de quien ellos pensaban que era.

—¡Cierra la puta boca! -se escuchó de nuevo, justo cuando una puerta de madera entreabierta apareció entre ellos en la distancia.

—¡Es Cassandra! -exclamó el menor, llegando a la entrada para tirar del pomo y abrir de golpe, haciendo que las dos personas que estaban dentro les miraran sobresaltados, ante su repentina intromisión, y les mostraran una escena que difícilmente olvidarían.

—Vaya, parece que ya estamos todos -el castaño sonrió al verles aparecer, sin intentar ocultar si quiera aquello que los hermanos miraban horrorizados, la sangre que brotaba sin censar del cuello de la morena y que ya había teñido gran parte de su vestimenta de un color rojizo.

—Cass... -murmuró temeroso el de pelo largo- ¿¡Qué coño haces!?, ¡Teo, suéltala!

—No -tosió con las pocas fuerzas que le quedaban- él no es... no es Teo...

—Oh... eres una chivata... -hizo un puchero con sus labios- y yo que quería jugar un rato...

Sin apartar la mirada de sus espectadores, y sin soltar a la débil joven, su aspecto comenzó a derretirse de una forma muy gráfica y desagradable, formando un charco similar al barro a sus pies, que se mezcló con la sangre de la mujer, y enseñándoles su nuevo cuerpo, su imagen real, la de una sombra.

—Hijo de puta... -trató de removerse y soltarse, resultándole imposible por el estado en el que se encontraba su cuerpo.

—Suéltala ahora mismo -volvió a ordenarle, usando un tono mucho más amenazante.

—Me temo que no -negó varias veces con la cabeza.

—¿Qué es lo que quieres?

—Nada -respondió firme- no lo mal pienses, no tengo nada en contra de ti ni de tu familia, es solo que... me gusta torturar, matar, ver sufrir a los demás... y si os metéis en la boca del lobo, pues...

—Cass... -por primera vez desde que llegaron, unas pocas letras salieron de los labios del menor acompañadas por pequeñas lágrimas que caían lentamente por sus mejillas- por favor...

—¡Venga ya, no me cortéis el rollo, que me lo estaba pasando muy bien! -la chica volvió a toser de forma agresiva, escupiendo una gran cantidad de sangre que ensució aún más el ambiente- parece que no le queda mucho... -susurró pensativo- ¡ya sé!, a pesar de todo, y, aunque no me creáis, no me gusta ser el malo de la historia, así que vas a ser tú -apartó la daga del cuello de la rehén para señalar a Aslan- el que decida nuestro destino.

—¿Qué coño dices? -interrogó atónito, sin entender del todo sus macabras intenciones.

—O tu hermana muere desangrada en, aproximadamente... dos minutos, llena de dolor y agonía, como ahora -continuó con su oferta, manteniendo aquella sonrisa malévola que les ponía la piel de gallina- o... la matas con una de tus explosiones para que sufra menos, dime, Aslan, ¿sobre quién quiere que recaiga la culpa de su muerte?, ¿hasta qué nivel dejarías agonizar a tu hermanita?

La mente del mencionado no podía procesar todo que oía y veía, estaba saturado, su cuerpo temblaba y su cabeza no dejaba de buscar soluciones alternativas a las propuestas dadas hasta que, simplemente, se dio cuenta de que no había otra opción.

Con lágrimas en los ojos, y sin sentir siquiera su corazón latir, extendió su dedo índice en dirección a su familiar para comenzar a echar motas de ceniza y hacer un montoncito que iba creciendo en tamaño.

—¿¡Qué haces!? -su acompañante le empujó, haciéndole detener su poder al instante- ¡ni se te ocurra! -gritó, agarrándole ambas muñecas para evitar que continuara con aquello.

—No hay otra opción, Len -trataba de hacerle entender la situación en la que se encontraba, pero este se negaba a soltarle- ¿¡Es que no te das cuenta!?, ¡mira su cara, está sufriendo!

—Pero...

—¿¡Acaso quieres que muera desangrada como un cerdo!? -todo su ser dolía al enfrentarse a su hermano de esa manera, siendo consciente de la dura, pero necesaria, elección que tenía que tomar.

—¡Claro que no! -debatió- pero... pero tal vez aún tenga alguna oportunidad de sobrevivir, de la otra forma la perderemos sí o sí -con disimulo, el mayor logró seguir echando diminutas motas de ceniza sin ser visto por nadie, aprovechando la discusión con el contrario a modo de distracción.

—Len...

—Ay, el amor fraternal... -interrumpió el arrastrado- es tan complicado cuando no todos están de acuerdo... esa es la verdadera magia de la familia... -comentaba con clara burla.

—Tienes razón, es muy complicado -ignorando al menor, Aslan se giró en dirección a la sombra- pero en nuestra casa siempre ha existido una dictadura, ¿sabes lo que es eso? -miró a su hermana una última vez, comunicándose, como ya tantas veces habían hecho, sin necesidad de usar las palabras- significa que la palabra de los más mayores va a misa -se zafó del agarre del joven- ¡AHORA! -gritó, cerrando su puño al instante y generando una destructora explosión de grandes dimensiones.

ArrastradosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora