cap4: ACOMPAÑANTE

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—Recapitulemos -el más joven se levantó de su sitio y comenzó a dar vueltas por toda la habitación para concentrarse mejor- hay unos tíos, que no son tíos, que son sombras, que quieren controlar el mundo, y otros que son los Caperuza, que tienen superpoderes.

—"Fuerzas terrenales" -corrigió la chica, soltando un bufido.

—"Fuerzas terrenales" -repitió- que quieren acabar con ellos para salvar la humanidad, o lo que sea, además, probablemente, nuestro hermano esté secuestrado por los malos que... ¿cómo se llamaban?

—Los Arrastrados.

—Los Arrastrados.

—No te confundas, Len -irrumpió el mayor- el conflicto entre ambos bandos es una guerra, oculta y secreta, pero una guerra, y en ese tipo de cosas, ni los buenos son tan buenos ni los malos son tan malos, ¿de acuerdo?

—De acuerdo... -contestó desconcertado- entonces... vosotros queréis ir a rescatarle, ¿verdad?

—Correcto -confirmó, harta de la tediosa conversación.

—Genial, pues me apunto.

—No -sentenció el de pelo largo- es muy peligroso.

—Por esa misma razón, cuantos más seamos mejor.

—Len, no voy a permitirme perder a otro hermano.

—¿Pero sí que dejas que yo os pueda perder a ambos sin hacer nada?

—Ya te estás poniendo en un riesgo muy gordo con el simple hecho de saberlo todo, ¿qué más quieres?

—¡Recuperar a mi familia!

—¿¡Y cómo la recuperarás si te matas por el camino!?

—¿¡Y cómo salvarás a Teo si os asesinan a los dos!?

—¡He dicho que no vendrás, actualmente soy el cabeza de familia, así que obedecerás mis órdenes quieras o no!

—¡Ya no tengo 8 años!

—¡Pero sigues siendo mi hermano pequeño, al igual que Cassandra, suficiente sufrí el día que me enteré que ella también estaba metida en los Caperuza y no pude hacer nada por evitarlo! -gritaba con autoridad, tratando de disimular el leve temblor que cada vez se volvía más presente.

—¡Estás hablando como un egoísta!

—¡No, estoy hablando como alguien que quiere proteger a lo que ama!

—¡BUENO YA ESTÁ BIEN! -interrumpió la mujer, poniéndose entre los dos, con el ceño fruncido, para frenarlos y acabar con aquella discusión que le estaba comenzando a dar dolor de cabeza- ¡esta puta pelea no va a llegar a nada, así que callaos un rato ostia! -se giró para estar cara a cara con el menor de todos- Len, ya está decidido, no nos vas a acompañar.

—No podéis hacerme esto, ¿pretendéis que esté ahí, sentado viendo la tele, dejando pasar los minutos, las horas o los días sin saber nada de vosotros, sin saber si lo habéis conseguido o si vais a volver o no?

—Es lo mejor.

—Y una mierda que es lo mejor, ya me habéis marginado durante muchísimo tiempo, no voy a dejar que me apartéis de nuevo, y si no me lo permitís, os seguiré, a donde quiera que vayáis, y ahí tendremos problemas porque sois conscientes de que yo discreto no soy -amenazó, seguro de sí mismo- así que elegid, buenas noches -dio por finalizada la charla y, sin dejarles siquiera responder, regresó a su dormitorio y se encerró en este con el pestillo puesto.

—Joder... -suspiró el chico, aún sintiendo su corazón latir con fuerza por el acalorado e intenso momento.

—¿Qué hacemos? -murmuró para no ser escuchada.

—No lo sé... este día no puede ponerse peor...

—Tal vez... tal vez no se lo deberíamos haber contado... lo siento... -comentó con un gesto arrepentido en su rostro.

—Se enteraría tarde o temprano, y a lo mejor con una bala en la cabeza por curioso.

—Aslan, todo lo que has dicho... te comprendo, yo siempre estoy peleándome con él, pero también me preocupo y le defiendo siempre que puedo, ya lo sabes, aún así... creo que lo mejor es que lo llevemos con nosotros, para no arriesgarnos a que lo atrapen.

—... Déjame pensarlo, voy a reflexionarlo y... mañana os digo, ¿vale? -giró su cuerpo con intención de volver a su cuarto, al igual que hizo el otro hace apenas unos minutos.

—Una última cosa -le detuvo, justo antes de que cruzara el marco de la puerta- ¿de quién es la casa?

—Hasta donde yo sé, de nadie -confesó, dándole la espalda- estaba abandonada, solo la decoré un poco.

—¿Y qué pasó con la tuya?

—No era el mejor sitio para llevaros, y mucho menor para conversar de todo esto -volteó su cabeza para echarle una última mirada antes de irse- encontré micros, Cassandra, sospechan de nosotros.


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