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-No pienso subir.- dijo Indiana cruzando sus brazos sobre su pecho como si fuera una niña.

Franco la miraba sin poder dejar de sonreír, le gustaba tanto que su sonrisa fuera espontánea en su presencia que incluso prolongaba un poco más sus pausas para disfrutarla.

-Vamos Indi, no es lejos.- le dijo estirando su brazo delante de ella.

-No, no, no. . - repitió incluso arrugando sus labios en algo parecido a un puchero tan infantil como irresistible.

-Es cerca, pero lejos para ir caminando.- le explicó Franco acercándose con paso lento y comenzando a colocar un casco de color blanco sobre su cabello claro que dibujaba hermosas ondas sobre sus hombros.

-No me obligues a rogarte, Indi.- le dijo mientras ajustaba la correa debajo de su mentón y corría un mechón rebelde que caía sobre uno de sus ojos presionado por aquel casco.

-¿Por qué me cuesta tanto decir que no? Tengo la certeza de que me voy a arrepentir de esto.- le confesó finalmente Indiana demasiado abrumada por la forma en que le había colocado el caso y aquel roce sutil sobre su mejilla.

-Intentaré que no lo hagas. - le respondió Franco feliz por haber conseguido su cometido y colocándose su propio casco subió a su motocicleta para ponerla en marcha.

Indiana miró hacia los lados, temía dar un espectáculo al subir, justo ese día había decidido ponerse aquel jean apretado, pensó con impotencia y al notar que Franco se impacientaba se apresuró a subir apelando a toda la destreza, que bastante poca era, que poseía.

Una vez que estuvo sentada colocó sus manos a los lados del asiento, no creyó conveniente tocarlo, aunque todo su cuerpo le estuviera rogando que lo hiciera.

-Agarrate fuerte.- le dijo Franco y con sólo la primera acelerada Indiana no tuvo más remedio que tomarlo de la cintura para no caerse.

Franco sintió sus manos temblorosas incluso con las capas de ropa interfiriendo y volvió a sonreír. Había llevado a muchas chicas en su moto, pero aquella forma tan inocente en la que Indiana intentaba no tocarlo se le antojó hermosa.

Sin querer darle más vueltas al asunto se concentró en el camino, mientras ella de a poco parecía ir cediendo y lo que había comenzado como un roce involuntario se fue convirtiendo en algo más parecido a un abrazo, uno que ambos comenzaron a disfrutar más de lo que debían.

Llegaron a un campo en las afueras de Campana y luego de andar unos metros por un camino de tierra el puente de Zarate brazo Largo apareció a la distancia con el río Paraná en una perspectiva única. Sin dudas Franco tenía un buen ojo. Aquel lugar era privilegiado.

Detuvo la moto cerca de un grupo de árboles. Había varios troncos cortados en lo que parecía haber sido un antiguo fogón, el pasto crecido develaba que no había sido utilizado en el último tiempo.

-¿Esto es propiedad privada?- le preguntó Indiana mientras bajaba de la moto y se apresuraba a sacarse el casco.

-La verdad es que no lo sé, pero es hermoso ¿o no?- le preguntó Franco imitando su movimiento de despojarse del casco para pasar sus manos por su cabello corto después. Si bien estaba perfectamente en su lugar, tenía la costumbre de hacerlo. Al girar para ver a Indiana no pudo evitar que una ligera risa escapara de sus labios.

-¿Qué tengo?- le preguntó ella mirando su cuerpo y pasando sus manos con prisa por su pecho.

Franco se acercó aún sonriendo y sin pedirle permiso le tomó una fotografía con su teléfono, para luego comenzar a pasar sus manos por su cabello con dulzura.

¿Y si fuera cierto?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora