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La fiesta había comenzado hacía varios minutos ya. El salón principal del hotel estaba repleto y la música en vivo intentaba quebrar la atmósfera que se respiraba. Como solía pasar en cada uno de los eventos a los que Indiana había asistido, la mayoría de las personas estaban más preocupadas por su aspecto que por su compañía. La mujeres esbeltas, de líneas rectas y atuendos delicados alzaban sus mentones con displicencia a la espera de algún flash que las tomara en la pose correcta. Los hombres, en un combinado de jóvenes de cera y ancianos de dinero, bebían con entusiasmo y si bien la música era realmente buena, ninguno siquiera aplaudía al término de cada pieza.

Indiana entró al salón con el vestido azul que había escogido su madre y una actitud renovada. Llevaba su cabello recogido al costado y un maquillaje oscuro que resaltaba el color de sus ojos. Caminaba mirando hacia adelante. La felicidad de aquella semana y sobre todo de aquel último encuentro aún le regalaba un brillo especial a sus ojos. De repente no tenía vergüenza. No era una silueta plana de piernas largas, pero alguien le había dicho que la encontraba hermosa y eso era lo único que quería recordar.

Caminaba con paso lento y el vestido se movía acompañando el vaivén de sus caderas robándose la mirada de cada persona presente. Avanzaba con una sonrisa en sus labios y eso la mostraba aún más hermosa. Era una rareza en aquel mundo, pero no por eso desentonaba. Era frescura, dicha e inocencia en medio de tanta vanidad y eso hacía que su belleza fuera aún más valiosa.

Alex había percibido un movimiento a su alrededor, uno que le había quitado protagonismo y eso era algo que odiaba. Giró su cabeza con sus ojos entrecerrados buscando el motivo de aquello y cuando vio a su hija toda la frustración desapareció.

Sonrió con sinceridad por primera vez en muchos años. Por fin la veía feliz, por fin llevaba brillo en sus ojos y calma en su rostro. Había deseado aquello mucho tiempo, sobre todo cada vez que sentía que lo había hecho tan mal tantas veces.

No tenía la culpa de no ser buena madre, nadie le dice a una nena de 16 años como serlo. Sin embargo, todo había salido bastante bien. Había sido una niña obediente, una jovencita callada y una estudiante brillante. Pero también sentía que llevaba una vida apagada, una en la que la emoción más grande era ver una novela con su abuela y eso no estaba bien.

-Viste que te iba a quedar pintado.- le dijo al acercarse y tomar su brazo para señalar a uno de los fotógrafos del evento.

-Querido, tomanos una foto por favor.- le pidió con su habitual tono determinante que no dejaba opción a dudas.

-Hola mamá, gracias por el vestido, es muy lindo.- le dijo Indiana posando a desgano hasta que sus ojos dieron con el dueño de su corazón para iluminar su rostro.

-Guau ¿de qué agencia sos?- le preguntó el fotógrafo al ver el resultado en su cámara.

Indiana comenzó a reírse.

-¿Yo? Nooo, no soy de ninguna agencia, mi mamá es la modelo.- le explicó alternando su mirada entre Franco y aquel joven.

-Deberías fichar con alguna agencia, sos muy buena en cámara.- le dijo el chico con una sonrisa, justo cuando Pacho se acercaba a saludarla.

-Hola Indi, estás preciosa.- le dijo dándole un beso en la mejilla.

-Alex, hora de las notas.- le anunció a su representada con su habitual profesionalismo.

-Uff, vamos, pero no te vayas temprano por favor.- le pidió a su hija liberándola para que por fin pudiera acercarse a quien en verdad quería ver.

-No dejas de sorprenderme.- le dijo Franco una vez que llegó a su encuentro con sus ojos complacidos de verla aún más increíble.. La había estado mirando desde su llegada. No quería cruzarse con Alex y por eso había esperado pacientemente, pero no se creía capaz de estar lejos de ella mucho más tiempo.

Indiana pasó sus dedos por el moño que lucía y le dio un corto beso en los labios.

-Vos tampoco estas nada mal.- le dijo sin poder evitar sonrojarse. Llevaba un smoking de escándalo.

Entonces los músicos comenzaron a tocar Sign of the TImes y ella cerró sus ojos mientras un ligero suspiro escapaba de sus labios brillantes.

-No me digas que no es la canción perfecta para este momento.- le dijo aún con los ojos cerrados.

Franco no lo dudó. Sin responderle colocó su mano en su cintura y tomó su mano con la otra para llevarla hasta el centro del lugar. No había una pista de baile, nadie lo estaba haciendo, pero eso no importó.

-Digamos que en mi película la chica baila con el chico.- le dijo al oído comenzando a moverse a ritmo con sus cuerpos pegados.

-Nooo, acá nadie baila. -le dijo ella intentando detenerse, pero él la acercó aún más.

-Mejor aún, porque no sos como todos.- le respondió y como si se hubiera olvidado de todo a su alrededor disfrutó de su cabeza sobre su pecho.

Remember everything will be alright (recuerda que todo va a estar bien)

We can meet again somewhere (nos volveremos a encontrar en algún lugar)

Somewhere far away from here (en algún lugar muy lejos de aqui)

Stop your crying, baby, it's a sign of the times (no llores, es sólo un signo del tiempo)

We gotta get away, we got to get away (debemos irnos lejos, debemos irnos)

Y con aquellas notas tiñendo su precioso baile se transportaron a una nueva dimensión, en la que su amor era posible, una en la que sus corazones se volvían valientes y los temores dejaban de pesar. Porque ahí mismo, rodeados de extraños, solo importaban ellos dos y con sus caricias disimuladas y sus sonrisas tatuadas, se dijeron en silencio lo que no se animaban en voz alta. Se amaban.

¿Y si fuera cierto?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora