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Indiana caminaba mirando de reojo a su acompañante. La noche estaba casi instalada y sin embargo, aquella poca luz también le sentaba de maravilla. No terminaba de creer su día. Una vez más aquel joven tan atractivo se había mostrado feliz a su lado. 

Luego de patinar en el Rockefeller Center, ambos habían caminado hasta Wall Street. Como ya era tarde, la mayoría de las personas parecían turistas como ellos. Habían pasado por aquel mítico Toro de bronce y Franco había insistido en tomarse una foto juntos. Esa se había convertido en la primera de una seguidilla de selfies que al principio la mostraban vergonzosa pero finalmente la habían logrado relajar para regalarle a aquel teléfono las sonrisas más genuinas. 

Franco tampoco terminaba de entenderlo. Cada segundo que pasaba encontraba algo más en ella que le gustaba. Cuando por fin habían decidido descansar en el Battery Park, a orillas del rio Hudson, ella había arrugado sus labios mientras entrecerraba sus ojos con suspicacia. 

-¿Ya vas a decirme por qué no estás desfilando como todos los demás?- le preguntó antes de colocar una nueva cucharada de helado en su boca. 

-¿Quiénes se suponen que son todos los demás?- le respondió Franco ganando tiempo para darle una respuesta que aún no tenía clara. 

-Vamos, no te hagas el ofendido. Está claro que sos modelo.- le respondió ella señalándolo de manera divertida, como aquella vez en la planta de Toyota, 

-Crei que habías venido por la semana de la moda como mi... como todos los modelos que llegaron de diferentes países del mundo.- le dijo evitando nombrar a su madre. 

Entonces Franco suspiró y volvió su vista hacia el río. Era inmenso y el viento lo hacia moverse de forma vertiginosa, casi como su corazón en ese mismo momento. Sentía que debía contarle todo desde el principio, pero al mismo tiempo temía perderla. Aún le quedaban cinco días en aquella ciudad y quería disfrutarlos a su lado, a lo mejor conseguía que lo viera como algo mas que un cuerpo que vende ropa interior, pensó intentando convencerse a sí mismo de que omitir algunos detalles no estaba del todo mal. 

-Si te digo la verdad, no lo sé. – dijo finalmente volviendo a mirarla con una media sonrisa en sus labios. 

-Tenes razón, se suponía que venía a desfilar, pero la verdad no me gusta.- agregó para devolverle la respiración a Indiana, que al notar su mirada clavada en sus labios había dejado de hacerlo por unos minutos. 

-No entiendo, ¿no querias ser modelo? – le preguntó omitiendo el hecho de que había esquivado su verdadera pregunta. 

Franco negó con su cabeza.

-Para nada. Creo que fue algo que me sirvió para escapar, que suele ser mi respuesta a casi todo lo que requiere esfuerzo en la vida.- le confesó, poniendo en palabras por primera vez, sus verdaderos sentimientos. 

-Luego de la separación de mis padres viajé a Buenos Aires para estudiar, de hecho casi me recibo.- le contó con un gesto de orgullo que le hizo gracia a Indiana, quien no pudo evitar sonreír. 

-¿Se puede saber de qué?- le preguntó curiosa. 

-Todavía no.- le respondió él haciéndose el enigmático justo cuando ella le deba una ligera palmada en su brazo a modo de reto.

-No vale, ¿por qué no?- le preguntó aún sonriendo mientras Franco giraba su vista al sitio en el que ella lo había tocado deseando que el contacto se repitiera. 

-No viene al caso, pero cuando reprobé un examen, el único de toda mi carrera, por cierto, me sentí tan frustrado que salí a ahogar mis penas en alcohol.- le dijo algo avergonzado. 

¿Y si fuera cierto?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora