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La mañana llegó más rápido de lo que Indiana imaginaba. Había pasado la noche dando vueltas en su cama, recordando aquel encuentro que deseaba repetir. No había vuelto a ver con su madre, al parecer comenzaba a aceptar la idea de que este viaje iba a ser diferente.

Agradeció el hecho de que los últimos dos días fueran los más ocupados en su agenda, de ese modo se aseguraba cruzarla lo menos posible.

Se levantó y todo su cuerpo le recordó lo cansada que estaba, pero no le importó. Era un cansancio lindo, uno que oficiaba de huella. De una huella que hubiera querido tatuarse, la de la mejor noche de su vida.

Se miró al espejo mientras intentaba quitar el poco maquillaje que había usado el día anterior. Decidió obviar las ojeras y concentrarse en el flamante brillo que había aparecido en sus ojos, quería disfrutar las horas que le quedaban, incluso si aquel viaje iba a ser un oasis en su vida, estaba dispuesta a que valga la pena.

Se colocó unos pantalones deportivos y decidió usar una remera clara que marcaba su busto con terminaciones delicadas. Se suponía que iban a recorrer el parque, no se sentiría cómoda con su vestido, pensó mientras se peinaba y volvía a colocar una suave máscara de pestañas en sus ojos.

Llegó al hall del hotel a las 9 en punto y como la mañana anterior vio que Franco la esperaba con dos café en sus manos. Como el sol ya se mostraba presuntuoso y con ganas de perpetuarse, lucía unos anteojos oscuros modernos que lo hacían ver aún más inalcanzable. Indiana no terminaba de creer que alguien como él pudiera encontrarla de su agrado, pero dispuesta a no autoboicotearse sacudió su cabeza para eliminar aquellos pensamientos y se apresuró a su encuentro.

-Este sí es  tu café, sin lugar a dudas.- le dijo antes siquiera de saludarla levantando aquel vaso con orgullo.

PARA LA CHICA MÁS LINDA DEL MUNDO, decía aquel recipiente blanco y ella no lo dudó. Con una sonrisa enorme que mostraba sus blancos dientes se apoderó de su cuerpo para besarlo como si no existiera nadie más en el mundo.

Franco había deseado ese beso durante toda la noche, pero su espontaneidad lo hizo aún mejor. Tuvo que hacer equilibrio para no derramar los cafés, pero los hubiese dejado caer por ella, de hecho estaba comenzando a creer que haría cualquier cosa por ella.

Era alegría, inocencia y brillo, pero a la vez era fuego, pasión y frenesí. Lograba una combinación que la volvía tan perfecta que con sólo besarlo de ese modo lo había hecho olvidar todo lo demás.

-Si sabía que te iba a gustar tanto lo hubiese hecho antes.- le dijo una vez que ella volvió a liberar sus labios sin soltar su cuerpo aún.

-Buenos días.- le respondió Indi aún con la sonrisa en sus labios mientras tomaba el vaso para comenzar a beber.

-Buenos días, hermosa.- le dijo pasando su mano por su mejilla mientras recorría su rostro con una larga y silenciosa pausa.

-¿Qué pasa? ¿Tengo algo?- le preguntó Indiana preocupada por haber sido demasiado efusiva con su demostración.

Franco continuaba mirándola de forma inquietante, sus labios parecía mostrar una especie de sonrisa pero permanecían unidos, no podía ver sus ojos a causa de los lentes, ni siquiera ellos podían darle una pista de lo que estaba pasando por su mente y comenzó a atemorizarse.

Entonces Franco negó con su cabeza con pausa mientras su sonrisa aumentaba su tamaño.

-Estoy intentando descubrir qué es, porque estoy empezando a sentir que no voy a ser capaz de vivir sin tus besos. - le dijo y ella no pudo evitar encoger sus hombros y sonrojarse.

¿Qué acababa de decirle? ¿Acaso se estaba ..? ni siquiera quiso insinuar en su mente que podría enamorarse de ella, porque eso era algo que ni en sueños había imaginado.

Para intentar apaciguar a su alocado corazón se apresuró a darle un nuevo beso, algo más corto y tomando su mano comenzó a caminar en dirección al parque, necesitaba recuperar el aliento para volver a hablar.

-El otro día vi que se pueden alquilar bicicletas ¿Te gustaría?- le preguntó Franco una vez logró controlarse.

Él no era así, no revelaba sus sentimientos, no hacía nada especial por los demás, casi no le importaba nada que no fuera él mismo y de repente había traducido lo que su corazón le gritaba en frente de ella. ¿Qué estaba pensando? ¿Cómo iba a lograr que aquello funcionara cuando regresaran? ¿Cómo iba a contarle la verdad?, sin querer ahondar en aquel tema caminó a su lado y cuando cruzó la arcada del parque recordó como miraba las bicicletas el primer día y una vez más quiso hacer algo especial. Estaba perdido, pensó con resignación mientras disfrutaba de una Indiana entusiasmada casi corriendo hasta el puesto de bicicletas.

Ya sobre sus vehículos de dos ruedas Indiana le ofreció una vez más uno de sus airpods.

-Como te gusta musicalizar los momentos.- señaló Franco mientras ella alzaba sus hombros y lo miraba como si no pudiera evitarlo.

-¿A vos no? Estoy segura de que tus películas siempre tienen una canción que les va perfecta.- le dijo con picardía.

-¿Mis películas? ¿Cómo sabes que...?- le preguntó Franco sorprendido porque hubiera descubierto que había estudiado cine sin siquiera pedirle una pista.

-Tus ojos son un libro abierto para los que saben mirar.- le respondió ella satisfecha con haberlo sorprendido y antes de que él pudiera responder le dio play y The Best of you, comenzó a sonar.

'Cause the best of me loves the best of you (porque lo mejor de mi ama lo mejor de ti)

And all the rest, I can see right through (y todo el resto, puedo ver a través de ti)

You trust me and I'll trust you too (Confías en mí y yo confío en ti también)

'Cause the best of me, loves the best of you (porque lo mejor de mi ama lo mejor de ti)

Franco pedaleaba a su lado y la música parecía atravesarlo, no quería que un malentendido la hiciera perder su confianza, esa que le estaba declarando con sus besos, sus sonrisas y ahora con aquel momento único que de seguro no lograría olvidar ni en mil vidas. Quería disfrutarla, necesitaba sentirse libre para hacerlo y si bien creía haber aclarado las cosas con Alex un temor latente comenzó a acompañarlo para nublar aquel día perfecto.

-Indi...- le dijo sacando el auricular de su oído y bajando la velocidad.

-¡No me digas que ya queres parar! Mirá que hay un lago hermoso, no queda lejos.- le dijo ella y al ver aquel entusiasmo en sus ojos cada vez más brillantes sonrió y eligió.

-Sigamos entonces.- le dijo con el único objetivo de ser el responsable de aquella sonrisa por mucho tiempo más.

¿Y si fuera cierto?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora