Epílogo

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Varios años más tarde

El sonido de aquella molesta alarma comenzó a ser tan insistente que ninguno de los dos pudo continuar durmiendo. Habían programado aquel despertador a propósito, se conocían demasiado bien y sabían que de no haberlo hecho se hubiesen perdido el evento.

Indiana y Franco llevaban muchos años juntos, pero eso lejos de desgastar su relación la había afianzado. Ya sabían cuánto les gustaba pasar tiempo juntos. "Cuando uno lo sabe, lo sabe" había dicho Franco cuando apenas dos meses después del estreno de su cortometraje le había pedido que se casara con él. Sin embargo, ella no le había dicho que sí y fiel a su nuevo carácter perseverante él había insistido durante largos años para que finalmente, luego del estreno de su quinta película, una que había sido un éxito, por cierto, había sido Indiana quien venciendo su vergüenza le había grabado una propuesta que proyectada en aquella pantalla gigante, había supuesto el rubor más intenso que sus mejillas habían sufrido en su vida, haciendo que él lo encontrara tan perfecto como a ella.

-¿Y si no vamos?- le dijo Franco sin abrir los ojos mientras su cuerpo dolorido le recordaba cuánto había disfrutado aquellos días que Alex les había regalado.

Indiana tiró de la sábana que lo cubría sin soltar la que ella misma sostenía sobre su cuerpo desnudo.

-A ver si te convenzo...- le dijo comenzando a desplegar un reguero de besos por sus brazos primero, su pecho después, con una pausa deliberada por su abdomen.

-Todavía me acuerdo cuando parecía una tabla de planchar...- le dijo sin poder evitar reír y entonces él ya no pudo continuar recostado. Se levantó para tomarla de la cintura y recostarla sobre la cama con su cuerpo bastante más parecido al de un hombre de 45 que a un modelo de revista sobre el de ella.

Indiana continuaba sonriendo mientras sus dedos intrépidos enrollaban sus rulos para luego liberarlos.

-La comida de los sets de grabación es demasiado rica. ¿Tiene alguna queja señorita?- le respondió mientras bajaba su vista  hasta sus pechos ahora desnudos bajo su propio pecho.

-Para nada, menos luego de descubrir estas nuevas arrugas que se empecinan en seguir las leyes de gravedad alrededor de mis ojos. - le respondió ella arrepentida colocando sus dedos sobre sus propios ojos para señalarlas.

Franco sonrió de costado y besó su frente, sus mejillas y sus labios.

-Para mí seguís siendo la mujer más hermosa del mundo.- le dijo para disfrutar de aquel rubor que amaba poseer.

-Deberíamos ir al oftalmólogo entonces. - le respondió ella. Si bien la confianza entre ambos la había llevado a disfrutar de sus encuentros con libertad, aún tenía ciertas reservas con respecto a su cuerpo y continuaba cubriendose con demasiada frecuencia.

Franco se levantó de repente y con esa libertad y desparpajo que a ella tanto le gustaba comenzó a recorrer la habitación desnudo.

-¿Qué estás buscando?- le preguntó Indiana divertida incorporándose en la cama con la tela nuevamente contra su piel.

-¿Dónde quedó ese pañuelo negro? Creo que es hora de volver a mostrarte cuanto me gustas.- le dijo y ella con esa necesidad que siempre tenía de verlo feliz dejó atrás las sábanas e intentando imitar su actitud caminó desnuda hasta dónde estaba venciendo la vergüenza de sentir su mirada recorriendo su cuerpo, incluso tantos años después.

-No necesitas del pañuelo.- le dijo apoyando su cuerpo contra su espalda para luego comenzar a acariciarlo desde aquel abdomen mucho más real al de las antiguas fotografías hasta el lugar justo en el que su cuerpo comenzaba a reaccionar.

¿Y si fuera cierto?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora