19

372 34 1
                                        




Entraron al hotel pasada la medianoche, habían caminado por la Isla Libertad, habían subido a la estatua y cuando el ferry los devolvió a Manhattan habían compartido una abundante comida en el Soho, para luego caminar hasta Chelsea, descubriendo que cada rincón de esa enorme isla era más hermoso que el anterior.

Con los pies doloridos y un par de entradas para el teatro habían disfrutado de una comedia musical en Broadway para luego compartir una nueva comida juntos.

Indiana estaba tan feliz que ni siquiera el frío de la noche instalada le afectaba. Habían compartido un taxi hasta el hotel y ya en el asiento de atrás Franco había comenzado a acariciarla, primero con ternura en su antebrazo para luego bajar su mano hasta su pierna con aquella falda que insistía en cubrirla.

Indiana no terminaba de creerlo, había pasado el día robandole besos, regalando caricias y caminando de su mano y ahora llegaba el momento de la verdad.

Recordó con vergüenza la faja que llevaba puesta, era como si tuviera un traje de baño debajo del vestido pero lejos de ser uno sexy, era uno en color crema tan efectivo como anticuado.

Pensaba la forma de deshacerse de él, buscaba excusas en su mene para escabullirse a su habitación, pero todo su cuerpo le gritaba que no se despegara de Franco.

Entraron al ascensor y cuando Indiana iba a presionar su piso, él se le adelantó.

-Hoy no te voy a dejar escapar.- le dijo acercando su boca a su oído, agradeciendo el hecho de que ambos estaban solos en aquel habitáculo.

Se colocó detrás de ella y buscó sus ojos en el espejo, Indiana lo enfrentó y se apresuró a juntar sus cuerpos, sintiendo como la respuesta en Franco no se hacía esperar. Aquella dureza presionó sus gluteos mientras todo su sexo vibraba exigiendo más. Inclinó su cabeza hacia atrás y Franco subió su mano hasta el escote de aquel vestido apoderándose de sus pechos al mismo tiempo que su respiración se aceleraba y su voluntad se veía supeditada a sus deseos màs profundos.

Indiana había comenzado a moverse, y un ligero gemido escapó de sus labios.

Entonces un sonido del ascensor anunció el arribo a su piso y sin querer perder más tiempo Franco tomó su mano para tirar de ella hasta la puerta de su habitación.

Buscó la tarjeta con desesperación y cuando por fin logró abrir la puerta e ingresó, notó que ella no lo hacía.

-¿Estás bien? ¿Hice algo que.. ?- le preguntò con un temor mayúsculo en su mirada. No entendía porque no entraba, pero creía que moriría si no lo hacía.

Entonces ella por fin sonrió.

-Estoy muy bien, pero tiene que ser a mi manera.- le respondiò colocando un pie dentro del cuatro sin apoyarlo aùn.

-Cómo quieras, dónde quieras.- le respondió con premura, estirando su brazo para que ella lo tomara.

Entonces Indiana por fin entró.

-Sacate la remera... por favor.- le dijo primero como una orden y luego recuperando su actitud inocente.

Franco sonriò y mientras ella cerraba la puerta, obedeció.

Indiana lo recorrió con su vista mientras se mordía el labio inferior con lentitud.

-Dámela.- le dijo estirando su mano sin liberar su labio aún.

El volvió a obedecer.

-Date vuelta.- le dijo una vez que tuvo la prenda en sus manos y cuando él volvió a obedecer enrolló la remera para cubrirle los ojos y anudarla detrás de su cabeza.

¿Y si fuera cierto?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora