Desde el momento en el que había aceptado ayudar a aquel atractivo extraño, Indiana supo que estaba perdida. Si que la acompañara en un ascensor durante apenas seis pisos había resultado difícil, compartir su oficina se estaba volviendo demasiado intenso.
-Suficiente.- le dijo Indiana luego de un largo suspiro en el que cerró su computadora y se dejó caer sobre el respaldo de su silla.
-Pero si ni siquiera comenzamos.- le respondió Franco quien feliz por haber logrado convencerla había bajado hasta su auto para buscar su vieja cámara y la estaba intentando calibrar.
-Ya sé, ya sé, pero esto se está volviendo demasiado difícil. No puedo concentrarme, te quiero ver a vos haciendo lo que sea que hagas cada día de tu vida con alguien intentando documentarlo. Desde que me filmaste en la planta tengo la sensación de que lo estás haciendo a cada rato.- le confesó apretando luego sus labios con inocencia.
Había logrado animarse a mirarlo a los ojos, esos ojos casi transparentes que parecían esconder más de lo que mostraban. Intentaba verse natural e indiferente a toda la belleza que tenía enfrente, y aunque había progresado, aún no terminaba de relajarse junto a él.
Son sólo dos días, se repetía a sí misma, como si el sólo hecho de haberlo conocido no volviera imposible la tarea de olvidarlo en el corto plazo.
Franco se río, se había vuelto tan habitual que eso ocurriera en su presencia que comenzaba a volverse necesario y eso era algo que se sentía bien.
-Noto un tono de prejuicio en tus palabras, ¿Qué es lo que imaginas que hago en mis días?- le preguntó curioso con sus ojos inquisidores logrando un incipiente rubor en las mejillas de Indiana, que comenzaba a encontrar adictivo.
Entonces ella comenzó a negar con su cabeza mientras se arrepentía de su comentario.
-No quise, no es que..- comenzó a decir justo cuando él tomaba su mano que se movía con efusividad en el aire y la apoyaba sobre el escritorio que los separaba sin soltarla.
-Tranquila. Era una broma.- le dijo y ella dejó de moverse para mirar el lugar en el que sus cuerpos se unían.
Lejos de soltarla Franco aprovechó para ejercer más presión sobre ella y cuando por fin volvió a mirarlo le preguntó:
-¿Te molesta?- dijo provocativo.
Indiana entrecerró sus ojos intentando decidir cómo debía responder y llegó a la conclusión de que lo mejor era no hacerlo.
-Vamos. Terminemos con esto de una vez. Creo que tengo un buen lugar para grabar la entrevista.- le dijo poniéndose de pie mientras liberaba su mano de aquel contacto tan inquietante.
Franco hubiese querido oír su respuesta, pero no tuvo más remedio que seguirla. ¿Qué estaba haciendo?, pensó mientras caminaba detrás de ella, sin poder evitar que sus ojos se desviaran al vaivén de sus generosas caderas debajo de aquel pantalón bastante más ajustado que el del día anterior. Esta chica no le gustaba, no era más que un medio para conseguir lo que en verdad quería, pensó cada vez menos convencido, sin poder despegar sus ojos de aquel movimiento que rápidamente pudo imaginar en otras circunstancias.
Una vez que entraron al ascensor Indiana se animó a volver a mirarlo y sin poder ocultar lo mucho que le gustaba, sus labios se curvaron hacia arriba, ofreciendo una vista aún más hermosa que la anterior.
Por primera vez en mucho tiempo, Franco no tuvo deseos de atacar. Solía utilizar sus miradas y comentarios provocativos para conseguir lo que quería, pero con ella parecía diferente. Sabía que sus habituales muletillas causarían el efecto contrario, era una joven inteligente y eso comenzaba a intimidarlo un poco.
Preso de un sentimiento desconocido hasta ese momento, se limitó a imitar aquella sonrisa y el silencio que los envolvió no hizo más que confirmar que había algo entre los dos que ninguno lograba precisar con exactitud, pero que cada vez se volvía más placentero.
Llegaron a la planta baja e Indiana señaló la puerta de salida.
-Si esta es tu forma de echarme no va a resultar.- le dijo Franco sin perder su sonrisa.
Indiana emitió una corta risa y negó con su cabeza, pero no quiso revelarle a dónde lo estaba conduciendo. Era una jugada arriesgada, estaba a punto de mostrarle su lugar favorito de aquella enorme planta, uno que había descubierto por casualidad y agradecía poseer casi con exclusividad.
Atravesaron la enorme puerta de vidrio pero en lugar de continuar hacia la salida ella giró hacia uno de los lados, atravesaron un pasillo angosto con vegetación a los lados y luego una puerta de hierro que poco tenía que ver con el resto del edificio. Entonces frente ellos apareció un enorme patio con antiguos sillones de plaza y maceteros repletos de flores perfectamente cuidadas. Era una especie de jardín oculto desde el cual se podía ver un campo enorme casi interminable. La planta estaba ubicada en Campana, a las afueras de la ciudad y al parecer aquel sitio había formado parte del campo que habían comprado para construirla.
-Todos piensan que está cerrado, pero el Señor Fernández me mostró la forma de entrar hace unos meses y me parece encantador.- le confesó Indiana mientras disfrutaba de la mirada atónita de Franco.
-Es perfecto.- le respondió él cuando terminó de recorrerlo con su vista.
-Normalmente lo utilizan para el ágape de fin de año y algún evento especial. Creo que podemos filmar la entrevista acá. La luz parece buena.- le dijo ella girando sobre sus talones para disfrutar del sol de la tarde que comenzaba a amenazar con descender.
-Es muy bueno, gracias por mostrarmelo.- le respondió Franco tomando su cámara para medir la luz.
-Sentante acá, por favor.- le pidió señalando uno de los bancos y ella volvió a apretar sus labios con inseguridad.
-Qué sea rápido por favor. - le pidió mientras tomaba asiento y estiraba la remera de volados que llevaba puesta ese día.
-Bueno, bueno, sin exigencias que me prometiste dos días y medio.- le respondió él levantando la vista de su cámara para mirarla.
-Dos días y ya pasó medio.- le respondió ella sin poder evitar apretar sus propios dedos para mitigar los nervios.
-Durará lo que tenga que durar para que sea bueno.- sentenció él mientras ella volvía a eliminar todo el aire de sus pulmones con fuerza.
-¿Me recordás por qué te dije sí?- le dijo con ironía.
-Porque sos una buena chica, Indi, porque por lo poco que llevo de conocerte sé que te gusta ayudar a los demás y en algún momento de nuestra conversación decidiste que yo valía la pena.- le respondió intentando sonar engreído, pero demasiado sincero.
Al ver que ella lo recorría con la vista y su mirada se volvía más seria decidió salir del rumbo que estaba tomando la conversación.
-Y por todo esto que tengo.- agregó imitando el movimiento de brazos que ella misma había tenido en la planta para señalar que lo encontraba atractivo.
Indiana se río con sinceridad y él aprovechó para fotografiarla. Su rostro en aquella pantalla era hermoso. Aquella sonrisa espontánea combinaba con sus ojos claros dándole un aspecto, que comenzaba a sentirse irresistible.
Pero su objetivo era otro, le quedaba un día y medio para lograrlo y no podía arruinarlo, pensó volviendo a concentrarse en su trabajo.
-Bien, Indi ¿lista?- le preguntó cuando tuvo su cámara seteada.
-No, pero bueno, arranquemos.- le respondió ella con sinceridad y con una nueva sonrisa en los labios, Franco comenzó a hacerle preguntas.

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¿Y si fuera cierto?
RomansaIndiana es una joven ingeniera que creció a la sombra de su madre Alex, una reconocida modelo internacional, de la que no podría ser más distinta. Cuando por fin siente que tiene su lugar obteniendo un prestigioso puesto en una importante empresa, F...