-No quiero más excusas hija, me abandonaste toda la semana y no me quejé, ya envié tu vestido y ¿qué le pasó a tu pelo? ¿Sabes que tenes a mi equipo a tu disposición, no?- dijo Alex acercándose a ella y tomando una de sus ondas doradas entre la punta de sus dedos.
Indiana parecía haberse apagado en el mismo momento en el que había oído su voz. Todo el brillo y la alegría que parecía regalar a su paso se había ocultado detrás de una inseguridad arrasadora.
Franco sintía como su corazón palpitaba y un sudor frío comenzaba a humedecer su frente. No sabía que haría Alex, no sabía si debía saludarla, no sabía lo que pensaría Indiana. Había tenido tiempo de sobra para contárselo y sin embargo allí estaba en la única situación que había intentado evitar.
-Hola mamá, él es...- comenzó a decir Indiana pero al notar un gesto de alarma en el rostro de Franco volvió a mirar a ambos haciendo una pausa.
-¿Se conocen?- les preguntó arrugando un poco sus párpados. No le parecía raro que lo hicieran, al fin al cabo ambos eran modelos, si bien Franco le había dicho que no le gustaba desfilar, recordó que lo había visto por primera vez en uno..
Franco abrió sus ojos con desesperación, no terminaba de saber qué debía decir.
-No.- dijo Alex con gesto de desagrado y volviendo sus ojos a su hija colocó su mano delgada con uñas delicadamente cuidadas sobre su hombro.
-Creo que mi estilista está libre ahora, ¿por qué no vas?- le insistió, pero Indiana no podía dejar de mirar a Franco. Parecía embobado, como si su madre hubiera captado toda su atención y ya no recordará nada más. Sabía que tenía ese efecto en los hombres, pero no creyó que fuera tan inmediato.
-Si mamá, quédate tranquila, ahora tengo que ir a darme un baño y luego voy.- le respondió frente a un Franco aún inmóvil.
Alex volvió a mirarlo con desagrado para luego darse vuelta.
-Espero verte en la fiesta.- dijo, pero Indiana estaba tan ansiosa porque se retirara que no terminó de entender a quien se lo decía. ¿Acaso había invitado a Franco, su Franco a la fiesta?, pensó comenzando a sentir como la frustración la alcanzaba para recordarle porque no aceptaba tener un vínculo con ningún hombre.
Unos minutos después de que Alex desapareciera, ella alzó su mano y la movió con elocuencia delante de los ojos de Franco.
-¿Seguís ahí? Ahora que conociste a mi madre entiendo que prefirieras ir tras ella.- le dijo con sus ojos clavados en el piso y una resignación dolorosa en todo su cuerpo.
Sin esperar respuesta alguna giró y accionó la puerta para entrar a su cuarto. Necesita estar sola para poder llorar, si bien sabía que aquello tenía un final, aquel era el último que esperaba.
Cruzó el umbral conteniendo su llanto y entonces él por fin reaccionó.
Se ubicó detrás de ella y mientras pasaba una mano por delante de su cuerpo con la otra tomaba el pañuelo de seda negro que Indi solía llevar en el bolsillo.
-Ya te dije que sos la mujer más hermosa del mundo, pero ahora me toca demostrarte cuanto me gustas.- dijo a su oído con esa seguridad que había mostrado alguna vez.
Indiana contuvo el aire para terminar de controlar sus emociones. ¿Qué estaba pasando? No podía ordenar sus pensamientos.
Sin dudarlo Franco anudó el pañuelo cubriendo sus ojos sin soltarla.
-Mi importa muy poco quien es tu mamá, quien deja un número en un vaso o cualquier otra mujer que no seas vos. Lo único que me importa en este momento es hacerte sentir tan hermosa como yo te veo.- le dijo tirando de su pantalón para sacarle toda la ropa y arrodillarse en el piso para comenzar a besar sus piernas desde la parte inferior mientras todo el cuerpo de Indiana se estremecía.

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¿Y si fuera cierto?
RomanceIndiana es una joven ingeniera que creció a la sombra de su madre Alex, una reconocida modelo internacional, de la que no podría ser más distinta. Cuando por fin siente que tiene su lugar obteniendo un prestigioso puesto en una importante empresa, F...