Los siguientes dos días terminaron de confirmarles cuánto disfrutaban su mutua compañìa. Habían recorrido la isla juntos encontrando cada rincón más hermoso que el anterior, musicalizando cada momento con una canción que lo volvía memorable. Franco tomaba videos desde ángulos muy creativos, pero lo que más le gustaba era capturarla a ella, sobre todo, cuando no lo notaba.Aún no terminaba de entender porque no podía ver lo hermosa que era. Continuaba insistiendo en cubrir sus ojos en cada encuentro, los que de hecho se habían multiplicado de forma exponencial. No importaba la hora en la que ocurrìan siempre encontraban una buena excusa para regresar al hotel y continuar explorando aquella forma tan distintas a la que èl conocìa, pero a la vez, tan adictiva.
Franco podía imaginarla en cada movimiento, su mirada cargada de deseo, su respiración agitada y sus dedos tan delicados como dominantes. Parecía conocer los puntos exactos en los que su voluntad caìa rendida para entregarse totalmente a ella.
También le encantaba provocarla con comentarios insinuantes, verla sonrojarse se había convertido en su actividad favorita. Sólo su inteligencia lo intimidaba un poco, pero la admiración ganaba la batalla de sus sentimientos.
Compartían un café sentados en una mesa sobre la vereda y unos niños jugaban con sus autos de juguete. Ella había estado observando la forma en la que los infantes intentaban lanzarlo por una rampa para que subieran por una pista improvisada.
-¿Me muero por saber que estás pensando?- le preguntó Franco con genuina intriga para verla arrugar sus labios de ese modo tan inocente que conocía muy bien.
-Vamos, ¿Qué pasa?- le volvió a preguntar aún más curioso.
-Es que el ángulo es muy agudo, si cambian la trayectoria y ajustan la rueda trasera seguro les sale.- le dijo como si estuviera diciendo algo coherente.
Franco estalló en risa, era tan ocurrente como hermosa.
-No entendì ni jota, pero si estás tan segura andá, mostrame.- la retò sin perder su sonrisa mientras ella alzaba sus cejas y se levantaba con falsa arrogancia.
-Can I help you? - les preguntò a los niños que asintieron algo sorprendidos.
Indiana se agachó y torció su cabeza para examinar la pista improvisada. Moviò ligeramente uno de los laterales para luego tomar el auto y volver a mirar a Franco aún agachada.
-¿Por casualidad traes un destornillador?- le preguntò con una seriedad que volvió a divertirlo.
-¿Parezco alguien que lleva un destornillador?- le preguntó él reconociendo que nada era màs ajeno a èl que las herramientas.
Indiana chasqueó sus labios mientras cerraba su puño para contener su enfado. Estaba segura de que podía lograrlo, estaba tan cerca.
-¿Esto le servirìa, señorita?- preguntó un hombre de menos de cuarenta años en un perfecto español ofreciendo una Victorinox.
-Es perfecto, muchas gracias.- le respondió Indi apresurándose a tomar la herramienta y luego de un par de ajustes volvió a entregarle el juguete a uno de los niños, cuya sonrisa se volvió tan grande como la de ella misma.
El auto no sólo recorrió la totalidad del circuito, sino que logró posicionarse en la meta improvisada para volver a arrancar.
-Yeah!!- gritaron los niños con alegría mientras los curiosos que observaban la escena comenzaban a aplaudir.
Indiana no pudo evitar sonrojarse y rogando que el espectáculo terminara se acercó a aquel español para devolverle su herramienta.
-Lo has hecho muy bien, yo mismo estaba analizando la situación pero no soy tan valiente como tú, mucho menos tan guapo.- le dijo el hombre sorprendiendola.
-Gracias, ¿También sos ingeniero?- le preguntó ella justo cuando Franco se apresuraba para colocarse casi entre ambos y tomar la cintura de Indiana con posesiòn. ¿Que se creìa aquel español? ¿Acaso estaba coqueteando con ella en sus narices?, pensaba sin terminar de entender porque comenzaba a estar de mal humor.
-Sí, lo soy. Trabajo en Monza, en la industria automotriz, pero estoy especializado en carreras.- respondió ofreciéndole su tarjeta a pesar de la mirada de Franco que le enviaba misiles teledirigidos.
-Guau, Carreras, yo estoy en la industria automotriz tambien, siempre soñe con poder trabajar en un prototipo, pero en mi pais eso es dificil.- le explicò Indiana con su habitual soltura sin siquiera percatarse que Franco solo querìa alejarse de aquel idiota.
-Pues si alguna vez te interesa creo que puedo conseguir algún puesto para ti, al fin y al cabo acabas de dar una gran demostración.- le dijo el hombre colocando su mano sobre su hombro con una confianza que no pudo molestarle más a Franco.
-Estamos bien en Argentina, pero muchas gracias ¿Vamos?- dijo el modelo finalmente sancandose sus anteojos de sol para mostrar que hablaba en serio.
Indiana sonrió incrédula ¿Acaso estaba celoso? ¿De aquel extraño? ¡No podía creerlo! Por primera vez en su vida los roles parecen haberse invertido y eso era al menos extraño. Aquel hombre no estaba coqueteando con ella, Franco estaba imaginando cosas, pero sin poder evitarlo tomó la tarjeta y la guardó en su cartera mientras le daba un beso en la mejilla al español.
-Lo tendrè en cuenta, muy amable... - dijo ofreciendo su mano a la espera de su nombre.
-Fernando, encantado...- respondió estrechando su mano.
-Soy indiana y él es mi amigo Franco, un gusto.- le dijo para luego soltar su mano y comenzar a caminar hasta su mesa nuevamente.
-¿Tu amigo? ¿Eso es lo que soy? ¿Acaso vos haces lo que hacemos con todos tus amigos?- le dijo Franco desconociendo aquellas palabras. ¿Qué estaba haciendo? ¿Acaso estaba celoso?
Indiana volvió a reir y tomando sus cosas de la mesa le dio un corto beso en los labios.
-No tengo muchos amigos.- le respondió divertida por esta nueva faceta de aquel hombre, cuya autosuficiente y seguridad comenzaba a desaparecer ante sus ojos.
Franco continuò el camino en silencio, intentaba ordenar sus pensamientos
Estaba seguro de que no quería ser su amigo, pero tampoco sabía que eran entonces. No le gustaba pensar en el futuro, la frustración de que no fuera como esperaba lo paralizaba y por eso siempre había vivido el momento. Pero con ella todo era diferente. Lograba dar vuelta todo lo que creìa, lograba hacerlo pensar que a lo mejor no todo en la vida estaba perdido y sobre todo lo llenaba de ganas de intentarlo todo.
-¿Vas a pasar o preferís seguir enojado?- le preguntó Indiana una vez que llegaron a la puerta de su habitaciòn.
-No estoy...bueno un poco. Disculpame no se que me pasó, pero ese ingeniero fanfarrón...¿que se creìa? "Trabajo en Monza" 'Soy especialista en carreras" - Franco imitaba su voz de una forma exagerada y graciosa e Indiana no pudo contener la risa.
-Sabes que nada de eso me importa ¿no? Fran...- le dijo aún con la sonrisa en sus labios y sus hermosos ojos buscando los de él.
-¿Qué?- le preguntó sin mirarla aún.
-Mirame, por favor.- le pidió cambiando el tono
-¿Necesitas un "amigo"?- le preguntó aún molesto por ocupar ese lugar.
-Cuando dije que eras mi amigo mentìa.- confesó ella logrando toda su atención.
-Porque creo que me estoy enamorando de vos.- le dijo en un tono màs bajo para atravesar todos sus sentidos de un golpe y dejarlo tan abatido como feliz.
-Por fin te encuentro, hoy no me podes decir que no, es la fiesta de cierre. - la voz de Alex desde el otro lado del pasillo los sorprendió a los dos y mientras Franco no podía borrar la sonrisa de sus labios, Indi la había perdido por completo.

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¿Y si fuera cierto?
RomanceIndiana es una joven ingeniera que creció a la sombra de su madre Alex, una reconocida modelo internacional, de la que no podría ser más distinta. Cuando por fin siente que tiene su lugar obteniendo un prestigioso puesto en una importante empresa, F...