El viaje en el ascensor se cargó de tensión. Indiana necesitaba concentrarse en una solución definitiva para aquella máquina que había fallado tres veces en la última semana, pero la sola presencia de aquel extraño, que encontraba cada vez más atractivo, no se lo permitía. Alternaba la vista entre los números de su agenda y aquel rostro. ¿Qué estaba haciendo allí? ¿Por qué la seguía? ¿Por que de todas las personas de la empresa la había elegido a ella? ¿Sabía quién era su madre?, esas preguntas ganaban la batalla contra las que en verdad debía hacerse y al ver aquel gesto de desconfianza en sus ojos Franco la miró y sin poder evitar que la sonrisa continuara apareciendo en su rostro cruzó un dedo sobre sus labios indicando que respetaba su pedido de permanecer en silencio.
Indiana puso los ojos en blanco e iba a responder cuando las puertas del ascensor se abrieron en aquel subsuelo que albergaba uno de los talleres más grandes de la planta. Caminó hasta uno de los vestuarios y tomó un casco y un guardapolvo para entregárselo a Franco. Luego de colocarse el propio volvió a mirarlo.
-Hasta acá está bien.- le dijo colocando su mano sobre su pecho para indicarle que había tenido consideración pero necesitaba solucionar aquello sola.
-Te sigo en silencio.- le respondió él, estaba acostumbrado a salirse con la suya.
-Mirá Franco, no sé de qué va todo esto, pero ya fue suficiente, cada minuto que pasa la máquina apagada, la empresa pierde miles de dólares y la única responsable soy yo, si eso no te parece suficiente presión, tenerte cerca con .... Todo eso que tenés, no colabora.- le dijo agitando sus brazos con elocuencia mientras señalaba todo su cuerpo en un gesto demasiado inocente que no hizo más que aumentar el tamaño de la sonrisa de Franco, quien cada segundo que pasaba encontraba algo más en ella que le agradaba. Sin poder evitarlo colocó sus manos sobre los hombros de Indiana y cuando ella por fin lo miró le habló demasiado cerca de su rostro.
-Vas a hacerlo bien.- le dijo generando un silencio que lejos de ser incómodo, a pesar de la propia Indiana, se volvió reconfortante.
Cuando por fin pudo bajar la vista de nuevo chasqueó sus dientes con resignación y comenzó a caminar hacia el sector que estaba en problemas.
Franco la siguió en silencio.
-Hola, Indi, perdón por molestarte de nuevo, pero sigue fallando.- le dijo el jefe de la planta, un hombre de unos sesenta años, con cabello canoso y labios grandes.
-No se preocupe Señor Fernández, lo vamos a solucionar. - le respondió ella mientras se agachaba para inspeccionar la computadora y tomar nota de algunos números más.
-¿Tenes nuevo becario?.- le preguntó el hombre arrojando una mirada algo incrédula a Franco.
-Todavía no sé que es, pero prometió portarse bien.- le respondió ella sin siquiera mirarlos, con un tono mucho más ameno al que había utilizado con él hasta ahora.
-No la hagas enojar, que es lo mejor que tenemos.- le dijo el hombre a Franco, golpeando su hombro con confianza y Franco se limitó a sonreír, comenzaba a tener la certeza de que era cierto.
-¿Cambiaron los drenajes?- le preguntó Indiana, logrando que aquel hombre recuperara su actitud profesional.
-Ayer, también los rotores externos y la manguera de la presión de secado.- señaló con exactitud.
Indiana apretó los labios y entrecerró sus ojos logrando una imagen que Franco no quiso perderse. Con disimulo dio unos pasos hacia atrás y tomó su teléfono para comenzar a grabar.
-Los pistones están trabajando en baja, tiene que haber algo más, algo que no estamos viendo que no permite liberar la presión como corresponde.- comenzó a explicar mientras se ponía de pie y caminaba alrededor de la máquina con paso lento, parecía un predador estudiando a su presa, su concentración era eclipsante, parecía abstraída de todo aquel ruido que llenaba la planta, como si sólo pudiera oír sus pensamientos. Franco no quería que se detuviera más, si hubiese tenido su vieja cámara de video de seguro el resultado hubiera sido excepcional.
Entonces su expresión cambió de manera vertiginosa, si se hubiera tratado de un físico ese hubiera sido el momento exacto en el que hubiese gritado Eureka, pero no lo era, era sólo una chica, una de mirada muy expresiva que acababa de tocar una fibra olvidada en el corazón de Franco, una que ni siquiera sabía que existía.
-¿Quién cambió las mangueras?- dijo Indiana tomando una de las pesadas estructuras con su manos provistas de guantes.
-¡Está al revés!- agregó como si se hubiera sacado un enorme peso de encima.
El señor Fernández se apresuró a agacharse y sin poder ocultar la vergüenza por no haberlo notado tomó sus herramientas para cambiar la manguera él mismo. Ya tendría tiempo de hablar con el operario que había cometido el error, pensó mientras su rostro se tornaba de un rojo intenso y su gesto se volvía contrariado.
-No se preocupe Señor Fernández, son cosas que pasan. Si ese era el problema, al final ganaremos todos.- le dijo Indiana con una empatía que volvió a conmover a Franco.
Cuando terminó con su labor, el hombre más tranquilo, encendió de nuevo la máquina y bajo la mirada atenta de la ingeniera los parámetros parecieron volver a la normalidad, generando nueva y paulatinamente la calma a los presentes.
-Estén atentos y cualquier cosa me avisan.- le dijo luego de varios minutos Indiana y con sus hombros más relajados comenzó a caminar hacia la salida.
-Indi, ¿no te olvidas algo? - le dijo el señor Fernández con un tono divertido.
Indiana se dio vuelta y al ver a Franco recordó que había estado allí todo el tiempo, cuando se concentraba en algo le solía pasar, se olvidaba de todo lo que no fuera la solución del problema y en ese momento, incluso aquel atractivo modelo, había pasado a segundo plano.
Indiana sonrió y esta vez su sonrisa fue aún más grande, más genuina, más hermosa para él.
-Lo siento, Franco. Estaba concentrada y ...- comenzó a decir mientras él se le acercaba y pasaba su brazo sobre sus hombros con una confianza exagerada.
-Sos la primera mujer que me olvida tan rápido.- le dijo con altanería mientras una sonrisa se dibujaba en su rostro ocultando el hecho de que aquella joven, tan diferente a las que solía conocer, comenzaba a ganar un lugar en sus pensamientos

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¿Y si fuera cierto?
RomansaIndiana es una joven ingeniera que creció a la sombra de su madre Alex, una reconocida modelo internacional, de la que no podría ser más distinta. Cuando por fin siente que tiene su lugar obteniendo un prestigioso puesto en una importante empresa, F...