Negocios sucios

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Domingo por la tarde. Era el momento de contar todas las ganancias que el club había tenido en la semana, usualmente era una tarea que Daniel y Antonio llevaban a cabo antes del inicio de la jornada de trabajo de ese mismo día, pero como el señor Armstrong se encontraba de viaje hasta la semana entrante, Billy tuvo el placer de ayudar a Daniel con todo el dinero del club. Tal vez entre sin vergüenzas y mentirosos se entiendan mejor.

—Disculpa, tengo que atender esto. —El teléfono del jefe seguía sonando luego de haberlo ignorado infinidades de veces para no perder la cuenta del montón de billetes que tenía sobre su escritorio, pero ante la insistencia de la persona del otro lado de la línea no le quedó más remedio que tomarse una pausa y responder para después volver a concentrarse en paz. —Hola... Si soy yo... ¿Q-qu... ¿Cómo que nunca se presentó? Si estoy seguro de que tomo el avión hacia México pero... —Suspiró mientras desprendía los primeros dos botones de su camisa y se acomodaba mejor en su enorme silla. Algo no andaba bien, e Billy lo pudo notar. —Sí, sí, voy a ver si puedo contactarla, pero eso no significa que está libre de pecados González, me vas a pagar ese dinero hasta el último centavo. —Evidentemente estaba enojado, no solo con la persona en el teléfono si no con alguien más. Rápidamente termino la llamada y de mala gana arrojo su celular sobre la mesa mientras pasaba una mano por su rostro, esperando liberarse de todo esto.

—¿Pasa algo, jefe? —Mario interrumpió, con su pantalla de chico bueno.

—Nada de lo que tú seas culpable. —Le respondió. —Mi hija es una idiota y al parecer alguien en quien no se puede confiar.

—¿De qué habla? —Aunque ya tenía una clara idea de a que se refería, y tal vez de donde se encontraba Freen en este momento.

—Envié a Sarocha a México para que cumpliera con unos negocios. Y acaba de llamarme el tipo con el que se debió haber encontrado ayer para decirme que ella nunca se presentó al encuentro. —Comenzó a explicar. —Y es más, preguntó en la recepción del hotel y resulta que su cuarto nunca fue ocupado.

—Eso eso... Bueno, no sé qué decir. —Era bueno disimulando sus verdaderas emociones, como su satisfacción al saber que está a punto de vengarse de la joven Freen. —Freen no parece el tipo de persona que haría esas cosas.

—Es una desgraciada, haría lo que estuviese a su alcance para hacerme la vida imposible. —Comentó. —Mi vida hubiera sido mejor si la hubiera dejado en un puto orfanato cuando nació. —Aunque no lo admita, esas palabras eran duras de escuchar incluso para una persona como Billy. —Pero ya me encargare de ella cuando vuelva. Ahora necesito saber en dónde mierda se metió. —Esta era su oportunidad.

—Si me permite, jefe, creo que se dónde encontrarla. —Daniel lo miro con odio apenas dijo eso.

—¿Sabías donde ha estado todo este tiempo? —Billy negó rápidamente con la cabeza cuando vio al hombre levantarse de su asiento con una mirada amenazante en su rostro, tal vez no uso las palabras correctas y eso podía traerle problemas. —¿Ella te dijo donde iría realmente?

—No, Daniel, ella y yo nunca nos dirigimos la palabra. —Mintió. —Pero creo que sé donde, o más bien, con quien puede estar. —Se defendió antes de que el señor Chankimha lo lastimara, como casi lo había hecho la otra vez.

—Será mejor que empieces a hablar. —Le ordeno mientras volvía a sentarse en su silla.

—Bueno, ¿Cuándo se supone que Freen debía viajar a México? —Preguntó, solo para estar seguro.

—El pasado viernes.

—Bien, Rebecca ha faltado al trabajo desde el viernes. —El señor Chankimha al parecer no podía creer lo que el joven le estaba contando, pero también se mostraba interesado en la teoría que tenía. —Ellas se han vuelto muy cercanas últimamente, pasan demasiado tiempo juntas al punto de que ella y yo ya no nos hablamos ni nos comportamos como pareja. —Intentó explicarle como realmente eran las cosas de la forma más indirecta posible, porque tal vez si iba directo con la verdad se iba a meter en problemas el mismo. —Tal vez estén juntas en este momento.

La tentación de  lo prohibido Donde viven las historias. Descúbrelo ahora