Nunca lo sabras sino lo intentas

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—Camila, ¿tú crees que estoy haciendo algo mal?

Tan inesperado y rápido, el lunes había llegado de nuevo y Becky ya se encontraba recostada sobre el enorme sillón del consultorio de Camila mirando el blanco techo del lugar que no tenía vida alguna. Sus quejas acerca de lo agotador que era su trabajo habían sido reemplazadas por dudas sobre una hermosa bailarina de ojos marrones que estaba atormentando cada pensamiento coherente de la chica estos últimos días.

—Tener algún tipo de amorío a espaldas de tu pareja no es algo malo. Bueno, en caso de que estuvieras casada es penado por la ley. —Su psicóloga intento tranquilizarla. —De todas maneras, la herida que le quedará a tu conciencia será un poco difícil de curar. Supongo que eres una chica con conciencia Becky.

—Yo también lo creo.

—Pareces inquieta ahora, pero de seguro no estabas tan inquieta la otra noche cuando esta chica te pidió que la beses. —Inconscientemente, Becky sonrió recordando aquel momento. —¿Te molestaría decirme su nombre? Es un poco molesto tener que escribir 'la misteriosa chica que provoca a Becky' cada vez que tengo que escribir en tu expediente. —Dijo riendo.

—Sarocha. —Solo eso respondió.

—Bien. Entonces Sarocha está provocándote de alguna forma. ¿Estas segura que tu no la estas provocando a ella? —La joven dirigió su vista a la chica sentada en el escritorio por primera vez desde que empezó la sesión. —Normalmente una persona dejaría de provocar a la otra si esta no muestra interés.

—No... Bueno, no sé. —Becky siempre había sido de esas personas que sin darse cuenta coqueteaba con los demás, sobre todo durante su trabajo cuando quería lograr conseguir algo que parecía difícil de alcanzar. Así que existía una posibilidad de que no solo le haya seguido la corriente, si no de que esta vez tal vez lo estaba diciendo lo que verdad pensaba.

—Obviamente algo de ella te atrae como para incitarte a participar de este tipo de situaciones.

Estaba en lo cierto, Freen era perfecta, hermosa de los pies a la cabeza, tan linda te hacía perder el aire. También era incitante y sumamente misteriosa; había cosas de la cual aún no lograba entender de la bailarina pero que estaba totalmente dispuesta a entender si tuviera la oportunidad. Y tampoco debía olvidar lo provocadora que la joven era, con solo unas palabras o un movimiento era capaz de encender cada sentido y poner de punta cada pelo de tu cuerpo.

—Ella es perfecta. —Dijo sin darse cuenta.

—Bien. —Camila comenzó a escribir las pocas palabras que Becky le había dicho en su libreta. —Y también supongo que debe haber algo que te está reteniendo de acercarte a Sarocha. Y no creo que sea Billy, con exactitud.

—Ella es stripper. —De eso estaba segura. —Probablemente se revuelca con cien tipos diferentes al día.

—¿Cómo me ves a mí? —Preguntó Camila de repente cambiando el rumbo de la situación.

—¿Qué? —No la estaba entendiendo del todo.

—Dime como me ves, a juzgar por mi trabajo; ¿Qué clase de persona crees que soy?

—Bueno, pienso que eres... —Becky se sentó ahora en el sillón para poder ver con más facilidad a su psicóloga, que le sonreía amigablemente esperando su respuesta. —Una persona seria, que se toma su trabajo muy en serio. También que eres un poco aburrida, sin ofender. —Observo por unos segundos la escena que la rodeaba, prestándole atención sobre todo a la decoración de la oficina. —También pienso que eres muy apegada al arte. —Dijo señalando la enorme colección de pinturas y poemas enmarcados que colgaban sobre una de las paredes.

La tentación de  lo prohibido Donde viven las historias. Descúbrelo ahora