Pero que acaba de pasar?

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—¿Estás seguro de que esto es una buena idea, Papá?

Becky no sabía cómo sentirse al respeto, tal vez no había tenido la posibilidad de pensar en eso ya que su mente se puso en blanco en el momento que vio a Freen atravesar las puertas de la que ahora es su oficina. La oficina de Freen y Becky... Aún era algo difícil de procesar.

La joven Armstrong no quería estar en presencia de Freen, a decir verdad, por eso se disculpó de inmediato y salió de esa oficina lo más rápido posible con Antonio siguiéndola, sin siquiera dirigirle la palabra a la otra chica que aún seguía de pie junto a la puerta. Ahora ambos se encontraban en la oficina de él, Becky estaba presentándole sus quejas acerca de este nuevo arreglo que se estaba dando en la empresa, o más bien, estaba evitando a Freen aunque no lo admitiera. Algo había cambiado y ella podía notarlo, ¿nunca tuviste esos sueños que te cambian por completo la perspectiva que tenías de una persona? Tal vez esa sensación que la joven tenía era a causa de ese sueño que había tenido hace unos días, para su vergüenza, en presencia de Irin. O tal vez era porque realmente Freen había cambiado.

—Me parece una idea excelente. —Becky había dejado la puerta de la oficina de Antonio entre abierta, y por ese pequeño espacio vigilaba que nadie se acercara lo suficiente como para escuchar lo que estaban hablando, porque aún no tenía idea de si los empleados conocían que parte de la historia Freen ocupaba en la vida de los Armstrong. —Hija, puedes sentarte si quieres. —La invitó con ironía.

—Es que no entiendo porque se te ocurrió que poner a Freen a trabajar en mi puesto es una buena idea. —Cerró con cuidado la puerta y se sentó en una de las sillas al otro lado del escritorio de Antonio. —Ella no debe tener de una mínima idea de lo que hacemos, solo va a hacer que el desastre que yo provoqué sea más grande.

—Y para evitar que eso pase, tú debes estar a su lado guiándola para que todo salga a la perfección. Tal como a ti te gusta. —La joven no podía creer lo que estaba escuchando. —¿Por qué piensas que ella va a hacer las cosas mal?

—Primero en principal; ella no tiene ningún estudio necesario para ocupar mi puesto...

—Ella no va a ocupar tu puesto Becky, solo lo van a compartir.

—Segundo... —Continuó haciendo caso omiso a las palabras del hombre. —¿Qué te hace pensar que una profesora de música sabe sobre finanzas?

—Tú tampoco sabías nada sobre esa área hasta que aprendiste.

—Porque quise aprender sobre eso, Freen quiso ser profesora de música y por eso aprendió sobre eso. —Su punto no tenía sentido, sabía que Antonio tenía razón pero no le gustaba sentirse derrotada. —De todas maneras, ¿Qué paso con su trabajo en Londres?

—La despidieron justo ayer. Seguramente te estas preguntando como fue que termino aquí, ¿verdad? —Becky asintió. —Bueno, le ofrecí hacerme cargo de sus gastos ya que no tenía trabajo, pero me dijo que no quería sentirse como una carga más aunque yo le asegure que no lo era. Y me preguntó si aún seguía en pie la propuesta que le había hecho hace unos meses...

—¿Qué propuesta?

—De si quería ocupar un puesto en la empresa. —Explicó con calma, como si lo que dijera no estuviera afectando a Becky. —Así que decidí dárselo. Me gusta que quiera ser responsable y ganar su propio dinero.

—¿Y por eso pensaste que era una buena idea?

—No entiendo cuál es tu problema Becky, según tengo entendido, tú también le habías ofrecido un trabajo a Freen hace un tiempo.

—¿De dónde sacaste esa estupidez?

—Ella me lo dijo. Creo que también menciono algo de intentaste convencerla diciéndole que el uniforme le quedaba genial o algo así.

La tentación de  lo prohibido Donde viven las historias. Descúbrelo ahora