Dejame intentarlo

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Freen estaba tan sentimentalmente destruida en ese momento que poca importancia le dio al doctor yéndose y con el llevándose todas las dudas que tenía al respecto, también estaba tan cómoda en los brazos de Becky, que parecieron calmar su llanto pero no su dolor.

—¿Estas más tranquila? —Pregunto la empresaria luego de unos minutos de silencio. Era sorprendente la forma en que le había dado poca importancia a su egoísmo y a las lágrimas de Freen, y se interesó sobre todo en lo que la chica sentía y en asegurarse de que sepa que esta emocionalmente contenida. No la dejaría caer. —¿Crees que tal vez podamos a ir a otro lugar así me explicas lo que paso? —La bailarina asintió levemente. —Genial, porque odio los hospitales.

La vida de Freen parecía que solo podía tornarse peor de lo que anteriormente era, no había un día en el cual no sentía que su mundo se cayera a pedazos a su alrededor mientras ella no podía hacer otra cosa más que verlo caer. En un momento se preguntó, ¿así se sentirá perder un padre? Aunque Andrés Vives claramente no era el suyo.

Decir que el doctor había sido como un padre para la chica describe perfectamente el tipo de relación que tiene realmente con Daniel, todo el cariño, apoyo y motivación que debía haber recibido durante su vida de parte de su padre biológico, lo termino recibiendo de parte de un simple médico. El hombre siempre fue el encargado de subirle los ánimos a la joven, dándoles sus interminables y sabios consejos, y sobre todo diciéndole que esperaba grandes cosas de ella y que si se lo proponía, podía cambiar el mundo. Ahora mismo Freen veía eso como una orden, quería cambiar su mundo para cumplir con los deseos del doctor, sería una enorme satisfacción cumplir con sus expectativas antes de que su fecha de partida llegara, lo malo era que no sabía cuándo tiempo tenía para lograr esto, el reloj corría en su contra y en contra de la vida de Andrés.

Tal vez, solo tal vez, Becky sea la salida de su infierno y la entrada al paraíso que siempre deseo, y una de las razones por la cual quería cambiar su realidad.

—Por favor, dime que estas bien. —No sabía que haría si a Freen le pasara algo malo, —Necesito que me digas que todo está bien.

—Yo estoy bien, pero todo lo que me rodea está mal Becky. —Ambas chicas habían salido ya del hospital y se encontraban caminando, sin rumbo alguno, por las calles de Miami.

—No parecías tan bien hace unos minutos cuando te derrumbaste en mis brazos. —Becky aún sentía esa necesidad de abrazar a Freen todo tiempo, para liberarla de todo dolor que sintiera.

—Físicamente estoy bien. Emocionalmente, no tanto. —De alguna forma se sentía mejor mirando al suelo y pateando las pequeñas piedritas que se interponían en el camino que mirando a Becky, la preocupación de la otra chica también la estaba matando. —¿Cómo es tu vida, Becky?

—¿Cómo es mi vida? —Preguntó confundida. —Bastante normal, trabajo, tengo mi propio domicilio, creo que todo está en orden.

—¿Crees que todo está en orden? —Finalmente desde que salieron del hospital, la bailarina levanto la vista del suelo y la miro a los ojos. El color que tanto amaba se veía tan oscuro y sin vida, y el color rojizo ocasionado por su descontrolado llanto solo rompían a Becky silenciosamente.

—No existen las vidas perfectas. Yo al menos no la tengo.

—¿Estas segura que no la tienes?

—A mi vida le hacen falta muchas cosas para por lo menos considerarla completa. —Y empezaba a pensar que Freen era una de esas cosas.

—Por lo menos es mejor que la mía. —La bailarina volvió a mirar hacia el suelo.

—¿Tu conversación con ese doctor tiene algo que ver en eso?

La tentación de  lo prohibido Donde viven las historias. Descúbrelo ahora