Tengo que ir a Londres

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—Freen, ya han pasado tres días. Deberías dejar de intentar.

¿Por qué debería dejar de hacerlo? Hace tres días que la mente de Freen está dando vueltas a causa de las dudas e inquietudes que la llamada de Daniel le había dejado. No quería ni siquiera pensar en la posibilidad de que Becky y ella llevaran la misma sangre. Pero una cosa era segura; Daniel no era su padre biológico, eso no le dejo otra idea que pensar que Antonio era su padre real. ¿Era hija de Martha Armstrong también? O ¿Antonio se había acostado con su madre? tal vez ni siquiera Norma, ni Martha eran sus madres biológicas. Solamente se aferró a las posibilidades más cercanas.

—Cuando ella quiera hablar contigo, va a hacerlo.

—No puedo Nam. —Respondió la joven mirando la pantalla de celular, justo cuando un nuevo intento de contactar a Becky había finalizado. —Tengo que saber que significa todo esto, porque si Becky realmente es quien Daniel dice que es... —Se quedó en silencio unos segundos, pensando en las consecuencias que eso traería, pero su mente estaba en blanco. —Ni siquiera puedo pensar en lo que pasaría si eso fuera verdad.

—Sabes que de diez cosas que tu padre dice, once son mentiras. ¿Por qué le crees ahora? —Preguntó su amiga.

—Sabes que hace hasta la imposible para arruinarte la vida.

—Daniel Chankimha no es mi padre, Laura.

—Ay Freen... —Nam colocó una mano en uno de los hombros de Freen, intentando transmitirle apoyo. —No digas eso solo porque él te puso esa idea en la cabeza...

—No... —Freen se quitó la mano de su amiga de encima, muy bruscamente por cierto. —No lo digo por eso, lo digo porque él no es mi padre en ningún sentido; nunca se comportó como un padre conmigo. El único parentesco que él y yo podemos llegar a tener en este momento es nuestro apellido. —La joven había dicho en varias oportunidades que no consideraba al hombre como su padre, pero lo hacía para intentar convencerse así misma que ella no era parecida a Daniel en lo absoluto. Lo decía por vergüenza y decepción, y le dolía... Esa era la razón por la cual luego se arrepentía de haber dicho algo como eso. Pero por primera vez en su vida, Freen por fin pudo despreciar a Daniel sin sentir culpa al respecto. El odio había destruido cada rastro de cariño que le quedaba hacía el hombre. —Yo no tengo padre. —Dijo finalmente.

—Creo que deberías hablar con tu madre sobre esto. —Sugirió su amiga luego de esa dura confesión. —Tal vez ella tenga tus respuestas a todas las dudas que tienes. —Freen se quedó en silencio. — ¿Qué pasa?

— ¿Y si me llevo una decepción? —Preguntó con su vista en el suelo. —¿Qué pasaría si mi madre dice que tampoco soy su hija?

—Y de nuevo volvemos al tema de los inventos de tu padre... —La joven bailarina fulminó a su amiga con su mirada. —Perdón, los inventos de Daniel. —Se disculpó. —Freen, tú y tu madre fueron, literalmente, sacadas del mismo molde.

—¿Qué quieres decir con eso?

—Que tu madre definitivamente es tu madre, tonta. —La golpeo suavemente en el brazo. —Pero si tienes dudas acerca de Daniel, podrías preguntarle. No quiero meterte esta idea en la cabeza, pero tal vez tú eres producto de una relación pasada de tu madre.

—Mamá ha estado con Daniel desde mucho antes de que yo naciera. —Si su madre no le había mentido cuando le contó la historia de cómo el hombre y ella se habían conocido, entonces lo que Nam decía no tenía sentido en absoluto. —Antonio Armstrong es el único nombre que esta confesión deja en evidencia, y es la única explicación lógica que se me ocurre después de todo, si es verdad que Becky y yo somos hermanas. Además, es evidente que no tengo ningún tipo de similitud o parentesco con Martha. —Le asustaba pensar en esa idea, y se decepcionaría mucho de su madre si eso llegase a ser verdad. Pero luego de esa confesión, toda posibilidad estaba abierta.

La tentación de  lo prohibido Donde viven las historias. Descúbrelo ahora