Preparativos

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Esta sería la primera vez de Freen en una corte. En una real, con un juez real, un jurado real y espectadores reales. La fantasía que tenía en la cabeza de como luciría ese lugar gracias a todas las series y películas que había visto en la televisión se volvía muy terrorífica ahora que estaba prácticamente viviendo en la escena.

Estaban a días del juicio que decidiría el destino de Daniel Chankimha, y también con suerte el de Heng Pinitkanchanapan, su mejor amigo. Bueno, quizás no solo a días sino que también a semanas o incluso meses, eso dependería del acuerdo al que llegasen los abogados antes del juicio. Y en eso se encontraban todos en este momento. Una enorme mesa en el medio de la sala, con todos los acusados y testigos, cada uno acompañado con su respectivo abogado. En uno de los extremos estaba un paciente juez esperando escuchar todos los relatos, en el otro, el acusado Daniel Chankimha se mostraba bastante tranquilo y confiado, había sido esposado a su silla, y lo mismo con Heng que a comparación de su jefe, estaba bastante nervioso por ver en que resultaría todo.

Freen se sentía extraña a todo esto, para donde sea que mirara se sentía intimidada por las miradas de todos los presentes, y también por la sorpresa. No todos conocían a la supuesta hija mayor de Daniel Chankimha, y dudaban que la joven se presentase en esta pequeña audiencia el día de hoy. Freen también se sorprendió de varias cosas: como por ejemplo de ver a Antonio Armstrong en la sala acompañado de su respectivo abogado, quien había aceptado testificar como testigo en defensa de la joven, "bien, por lo menos está haciendo algo bueno por mi" pensó cuando el hombre le contaba sus intenciones. Otra de las cosas que le sorprendió, fue conocer al abogado de su madre, porque no se imaginaba que tuviera uno y también le sorprendió pero al mismo tiempo le alegro saber que su hermana Jane estaría completamente fuera de todo este lío. Ni siquiera participaría del juicio como testigo, pero era de esperarse ya que ella no había sufrido los mismos problemas que Sarocha había tenido que enfrentar con Daniel.

Decir que también estaba nerviosa no era necesario, luego de veinte minutos de iniciada la negociación comenzó a mover una de sus piernas, a jugar con su brazalete de perlas, a morder su labio inferior, lo que sea para sacarse esa sensación de nervios que la estaban consumiendo. Suspiro con cansancio y miro al reloj de agujas que colgaba en la pared, solo para recordar porque odiaba esos relojes; jamás aprendió a leer la hora. Decidió mirar a todos los presentes que estaban a su alrededor, para ver si podía llamar la atención de alguien con cuidado para que le diga la hora, pero no pudo lograr mucho ya que su mirada se quedó pegada en Heng; el joven se notaba desganado, solamente miraba hacía el suelo y asentía cada vez que su abogado le preguntaba si estaba escuchando de lo que estaban hablando. Hacía solo dos o tres días que Freen lo había visto en la prisión, y a pesar de que a comparación de ese día el chico ahora estaba usando un traje adecuado para la situación y no su feo y sucio uniforme de prisionero, eran otros los aspectos que a ella le preocupaban. Como su notable pérdida de peso, las ojeras que dejaban al descubierto las pocas noches de sueño que había tenido desde que lo arrestaron, las lágrimas que estaban a punto de salir pero que él estaba evitando. Freen lo conocía, no se iba a mostrar débil frente a personas que no lo conocían.

Daniel, por otra parte, solamente escuchaba a su abogado negociar con los demás con una enorme sonrisa en su rostro, esa sonrisa victoriosa que decía "voy a salir de aquí no importa que tan grave hayan sido mis crímenes", una sonrisa que le helaba la sangre a cualquiera que conociera la historia, a decir verdad. A Freen solo le daba aún más odio, y ganas de que ese hombre pagara por todo lo que le había hecho no solo a ella, sino a muchas otras personas que tal vez hoy no habían podido estar en esa sala porque él les había arrebatado la vida. Lo que si le heló la sangre a la joven, fue el momento en cuando se dio cuenta que ella pudo haber sido una de esas personas si seguía quedándose en Miami aún más tiempo, y eso es algo en lo que ella jamás había pensado.

La tentación de  lo prohibido Donde viven las historias. Descúbrelo ahora