La verdad al descubierto II

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—¿Por qué nunca me lo dijeron?

Eran las primeras palabras que Becky les había dirigido a sus padres desde esa mañana. Le tomó bastante tiempo lograr entender la confesión que su madre le había hecho, más aún le llevo procesar el hecho de que Freen, la chica con la cual estaba cumpliendo todas sus fantasías y que hace poco se había dado cuenta que amaba incondicionalmente, era su hermana. Pero tan pronto como lo hizo, se dio cuenta de que había perdido su vuelo a Londres, y sorprendentemente no le importo, porque sabía que no podría mirar a la chica de la misma manera que lo había hecho esa mañana.

Becky se había encerrado en su antigua habitación de la casa luego de mirar con enojo a Martha, estaba tan en shock y consumida en su ira que era probable que hiciera alguna locura al volante y volver a su departamento no era una buena opción. Su madre no podía culparla; le habían ocultado esto durante veintiocho años, junto con muchas cosas más de las que la joven aún no tiene conocimiento. Tal vez era el momento de dejar que todo se sepa, Becky ya no era una niña a la que tenían que proteger, pero si era una hija a la que no querían perder. Por eso las mentiras del matrimonio aún seguían guardadas bajo siete llaves.

Pero esta decisión no solo dependía de Martha, sino también de Antonio. Tan pronto como el primer portazo que la ira de Becky dejo sonó a través de las paredes de la casa, la mujer tomó el teléfono y entre lágrimas le rogo a su esposo para que fuera a calmar toda esa tensión. Becky no se había tomado bien la noticia, eso era evidente, pero hubiese preferido que la joven le gritara a que la mire con furia y se tragara sus palabras. No lo había hecho por orgullo, y tampoco porque no quería mostrarse de esa forma frente a su madre, lo había hecho porque verdaderamente no sabía que decir, ni cómo actuar. Esas cinco palabras habían hecho que Becky por primera vez en su vida se sienta arruinada, y aun tenía miles de cosas por venir, cosas que jamás esperarías que tus padres te oculten.

—¿Hubiese cambiado algo si te lo decíamos? —Preguntó Antonio intentando desviar el lío con su pregunta, Becky ya lo había desobedecido incluso cuando él le advirtió que no se acercara ni al club, ni a Daniel, y mucho menos a Sarocha. Su respuesta tal vez no le sorprendería.

—¡Hubiese cambiado todo! —El matrimonio y su hija se encontraban en la sala de la casa, Becky estaba sentada en el enorme sillón mientras sus padres daban vueltas alrededor del lugar, queriéndose sacar de encima la tensión que el silencio de la joven les estaba causando. Aunque su enojo solo iba a hacer que las cosas empeoren.

—¡Te dije que no te acercaras a ese club Becky! —Le gritó su padre.

—¡Y tal vez lo hubiera hecho si no me hubieses ocultado que tenía una hermana durante toda mi vida! —Martha miraba con preocupación el intercambio entre padre e hija. —¿Cómo mierda fue que paso?

—¿De que estas hablando? —Preguntó la madre confundida.

—Fre- Sarocha... ¿Cómo fue qué paso? ——Becky necesitaba respuestas. —Porque no tengo ni siquiera un recuerdo de haberte visto embarazada cuando yo era pequeña, tampoco hay fotos ni nada por el estilo, entonces ¿cómo es que Sarocha es mi hermana? —Sin poder responder, Martha miró a Antonio, y él sabía lo que esa mirada significaba con exactitud. Era el momento de que el tomara cartas en el asunto, y dijera su verdad.

—Sarocha no es hija de tu madre... —Comenzó a explicar. —Es hija mía. Yo...

—No me digas... —Becky lo detuvo ya imaginándose a donde llevaba todo esto.

—Me acosté con... Me acosté con Norma. —Terminó de explicarle a su hija, y con miedo a su reacción. Pero Becky solo miro el suelo por unos largos minutos mientras se concentraba en su respiración, intentando calmarse de las confesiones que sus padres le estaban contando, una tras otra, no sabía si sería capaz de soportar toda la verdad. Esta era una de las veces en la que Becky ni siquiera intento tragarse su orgullo.

La tentación de  lo prohibido Donde viven las historias. Descúbrelo ahora