Vuelta a casa II

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Dicen que volver al lugar en el que naciste, al lugar que te vio crecer y llevar a cabo una importante parte de tu vida, es el lugar al que más ansias y disfrutas volver. Dicen, pero Freen no cree en los dichos. Aunque su ansiedad era notoria, por la forma en que no pudo pegar un ojo en las casi diez horas de vuelo de vuelta a Miami, y se movía de un lado para otro en su asiento sin poder contenerse. Claro, esas ansias no se debían a su felicidad. De solo saber que tenía que pasar un buen tiempo de vuelta en el lugar en donde arruinaron su vida y su corazón se rompió en mil pedazos, le hacían desear que el avión se perdiera en el medio del océano como en esos documentales que solía ver en la televisión. La diferencia de emociones era sorprendente entre ella y Nam, pero la otra chica estaría mintiendo si dijera que no compadecía a Freen en lo más mínimo, ella estaba igual o aún más nerviosa que su amiga por pisar el cálido suelo de Miami.

El juicio no era lo único que le preocupaba a Freen; Su trabajo en Londres también lo hacía, había comenzado hace muy poco tiempo y aun no tenía ningún tipo de derecho para solicitar vacaciones, prácticamente tuvo que rogarle a los directivos que le dieran unos días para solucionar unos problemas familiares. Ahí surgió el primer problema, ya que solo le dieron una semana para hacerlo, tiempo que Freen aceptó y agradeció sin reproches.

El segundo problema surgió a la mañana siguiente cuando Nam y ella estaban esperando para abordar su vuelo. En uno de los tantos televisores que había en el pequeño bar en donde ambas jóvenes estaban pasando el tiempo, trasmitieron la noticia del juicio que se iba a llevar a cabo contra Daniel Chankimha, la noticia ya se había hecho viral ya que era un juicio público. Por suerte, al parecer aún no había salido a la luz que Freen era parte de esa historia que lo llevo al estrado, solamente que uno de los delitos por los que se lo acusaba era la trata de personas, pero no especificaba a quien. De todas formas, sabía que en cuanto todo el proceso legal comience, la identidad de Freen así también como la historia de su verdadero padre, que ni siquiera ella había terminado de entender, saldría a la luz. Eso podría costarle su trabajo como profesora y probablemente muchos más.

¿El tercer problema? Todavía no había pasado, pero Freen sabía que iba a tener que lidiar tan pronto como su vuelo aterrizara. Ese problema era Rebecca.

—¿Se supone que alguien iba a venir por nosotras? —Preguntó Nam cuando ambas por fin fueron libres de salir del aeropuerto.

—No. —Respondió su amiga cortantemente.

—Hey, será mejor que pares con esa mala actitud. —Le aconsejo. —Con esa cara larga, la estadía aquí se te hará muuuuuuucho más larga, idiota.

—Como sea. —Dijo sin siquiera prestarle atención, tomo sus valijas y prácticamente se las arrojo a Nam sin ninguna explicación. —Ten... —De su bolsillo saco su billetera para darle a su amiga una cantidad de dinero que ni siquiera se molestó en contar. —Llama a un taxi, ve a mi casa y lleva mis cosas, estoy segura que tú y MI madre tienen mucho de qué hablar. —Ni siquiera le dio a su amiga tiempo a contestar, solo se dio media vuelta y se fue.

—Oye, ¿A dónde vas? —Pregunto confundida, no era normal que tu amiga te dejo sola así como así, sin ninguna explicación. Aunque a Nam no le molestaba porque conocía Miami como la palma de su mano, pero en el estado que estaba Freen, le preocupaba lo que la joven pudiese llegar a hacer.

—Tengo que hablar con algunas personas. —Dijo sin siquiera voltearse, siguiendo con su paso firme y decidido. Iba a lidiar con lo más fácil primero, y lo más difícil después. Solo de esa forma podría llegar a sentirse más "motivada" para poder superar los días que se vienen.

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—¡Pinitkanchanapan! —Se escuchó el grito de uno de los guardias a través del gran salón de la prisión, en donde todos los detenidos eran llevados cada tarde para que pudieran hacer alguna actividad, ya sea leer o jugar algún juego de mesa, o solamente hablar. Cosas que a estas alturas ya se habían vuelto aburridas. —Heng Pinitkanchanapan, tienes visitas.

La tentación de  lo prohibido Donde viven las historias. Descúbrelo ahora