A punto...

2.6K 229 16
                                    

— ¿Quieres sentarte o..—

—Quiero salir de aquí. —Becky le respondió rápidamente a una confidente Freen.

—Créeme, es mejor si tomas asiento linda. —La chica que aún seguía dándole la espalda e intentando abrir la puerta no respondió. —No se abrirá.

—Gracias por recalcar lo obvio.

—Sabes, no te veo muy feliz de estar en mi presencia. —Rio. — ¿Estas perdida acaso?

Becky volvió a escuchar la voz a sus espaldas, pero su subconsciente le dijo que sería una mala idea darse la vuelta para observar de dónde provenía dicha voz, por qué ya sabía que se encontraría con una imagen exquisita y excitante, lo que la hizo mantenerse de espaldas con su frente apoyada sobre la puerta de madera y su mano intentando girar el picaporte, lo cual por cierto, no daba muchos resultados y solo provocaba que sus nervios aumentaran.

—Créeme, uno no se pierde en un lugar como este a propósito. — Fue lo único que respondió mientras tomaba una fuerte bocanada de aire e intentaba abrir la puerta de nuevo. Sin resultados. Iba a matar a Irin tan pronto como pusiera un pie fuera de la oscura habitación.

—Oh ya veo... — Dijo la misma voz, que ahora parecía estar más cerca que antes. —Te viste obligada a entrar aquí.

—Podría decirse.

— ¿Y qué fue lo que te obligo a hacerlo? —Becky levantó su ceja derecha demostrando confusión, no que la chica a sus espaldas iba a notarlo. —¿Solo curiosidad o tu deseo por algo prohibido? —Ante la última pregunta intento responder claramente, pero solo logro tartamudear como una idiota.

—¿Q-qué? No. NO. Mi amiga me encerró aquí. Creo que pensó que era divertido o algo, no sé. — Giro su cabeza hacia el costado derecho, mirando la pared que tenía en frente. Dándole a la hermosa chica que estaba a sus espaldas una clara imagen del perfil de su pálido rostro, que seguramente ahora estaba más pálido que de costumbre.

—Si claro. —Escucho una risita burlona. —Tu voz dice eso, pero tu lenguaje corporal dice otra cosa.

—Hablas como si me conocieras. —Respondió a la defensiva.

—Es verdad, no sé quién eres, o de dónde vienes, o cuál es tu historia. Y no es que me interesara de todos modos. —Volvió a soltar una risita burlona. —Pero sé lo que las mujeres como tu buscan. Te diría la cantidad de mujeres que cruzaron por esa puerta buscando exactamente lo mismo que tú, pero ya perdí la cuenta después de la numero veintisiete.

—Y ¿Qué es lo que estoy buscando? —Becky volvió a responder con el mismo tono de burla que la chica a sus espaldas había usado.

—No lo sé ojitos, tu dime. —Ya no podía soportarlo más, se sentía agobiada y el alcohol que había consumido durante el transcurso de la velada no ayudaba mucho a su situación de nervios. El mundo ante sus ojos comenzó a girar y el aire comenzó a faltarle.

—Mira, no sé qué clases de cosas estés acostumbrada a hacer en este... Lugar. — Becky, completamente enojada, se giró sin darle importancia a nada, ni siquiera que alguien pudiera verla y la reconociera (Como si eso fuera a pasar, si nunca sale de su oficina) quedando de frente con la imagen de una chica de cabellera morocha, una sonrisa burlona en sus carnosos labios y vestida solo con una pequeña bata blanca de seda y una vincha en su cabeza que parecía tener forma de dos orejitas de conejo 'qué ridícula para la clase de trabajo que tiene' pensó para ella misma. —Pero en serio apreciaría si me dejaras salir de aquí.

—Y yo apreciaría si me dijeras a qué le tienes miedo, Rebecca —Se quedó con la boca abierta.

—¿Có-cómo sabes mi nombre?

La tentación de  lo prohibido Donde viven las historias. Descúbrelo ahora