Guerras Cruzadas

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- ¿Murió dándome la vida?- El susurro sale roto a la vez que una lágrima traicionera surca su rostro.

Después de que Sara le contase toda la historia, Luna no está segura de poder procesar toda la información. Le contó de la batalla que iniciaron los cazadores. Le ha contado de los lobos que fueron secuestrados y sobre todo, se ha enterado de la muerte de su madre.

Se ha enterado en un solo momento de que tenía familia, y de que ya la ha perdido. Sin siquiera conocerla.

- Peor. Murió sola, en esas celdas que siempre han sido mi único hogar. Se lo oscuro y deprimente que puede llegar a ser ese lugar. Todos los días allí son una tortura.- Se lamenta dejando que más lágrimas caigan.

- No pienses así.- Le corta Sara tratando de consolarla.- Tu madre no estaba sola. Te tenía a ti, Luna.

- ¡Y eso es peor!

Un tenso silencio se forma entre las dos. Sara no sabe muy bien que decir. Tan solo puede pensar en que la ha cagado, y que Darius se enfadará cuando descubra que rompió su promesa.

Otro problema que añadir a la larga lista que parece haberse vuelto su vida desde hace dos años.

- ¿Y mi padre? Si tenía una madre tendría un padre.- Dictamina la pequeña loba.

La rubia tan solo niega un par de veces. Cansada de tener que seguir dando malas noticias. SI hubiese cerrado la boca todo sería diferente.

- La batalla de la que hablaba Leonard...- Comprende Luna sin necesidad de que diga nada.

- Hubo muchas bajas.- Suspira su amiga sin mirarle a los ojos.- Fue una masacre y se perdieron muchas vidas.

- Ya.- Interrumpe perdiendo las esperanzas.

Sin familia de nuevo. Se pregunta si no hubiese sido mejor no haberlo sabido nunca. Ahora sentí pena y dolor por gente que ni siquiera había tenido la oportunidad de conocer.

- ¿Qué pensabais? ¿Ocultármelo para siempre?- Pregunta resentida frunciendo el ceño de forma resentida.- Eso habría sido mejor.

- No... Yo...- La Omega nos sabe cómo justificarse.- Darius pensó que sería lo mejor para ti. Nos hizo prometer que...

- No importa.- Ahora es la castaña la que corta su tonta excusa, negando un par de veces queriendo centrarse en el siguiente problema.- ¿Qué hay de tu embarazo?

Ahora es Sara la que se rompe. Las lágrimas caen por sus mejillas de forma desconsolada.

- La fastidié, Luna.- Consigue decir entre sollozos.

- No. Ambos la habéis fastidiado.- Le corrige la castaña segura.- No olvides que Luka también tiene que ver en esto. Un bebé no se hace solo.

Sara pone los en blanco. Sabe que también es culpa en Luka. ¡Fue él el que llamó a su puerta aquel día! Todo esto no hubiese pasado si se hubiesen mantenido alejados, como él mismo la había obligado a hacer a ella.

- No sé cómo decírselo. Estoy de dos semanas y él a penas me soporta.

Ambas hacen una mueca de disgusto, sabiendo que las cosas no serás sencillas. Seguro que la solución tampoco lo será.

Si fuera por Sara, zarandearía al idiota de su mate hasta que por fin reaccionase. Le daría un buen puñetazo y le diría que enfrentase el problema como el hombre que se supone que es.

Si fuera por Luna, tal vez trataría de hacer lo mismo... con un poco más de cuidado. Tal vez podría hablar con Darius para que hable con su amigo, pero sería interponerse en una historia que no le corresponde escribir a ella.

Un bebé. Tal vez era la señal que los dos necesitaban para darse cuenta de su ridículo intento de mantenerse separados. Aunque algo que no funciona, nunca se arregla con un pequeño diablillo con genes de ambos.

- Una vez una amiga me dijo que tan solo tenía que darle otra oportunidad de conocerlo.

- ¡Ya nos conocemos! Pero a él no le gusta lo que soy.- Se lamenta con rencor.- ¿Cómo voy a dejar a mi hijo sin su padre?

Luna tan solo puede acercarse y abrazarla fuerte, para que llore en su hombro hasta desahogarse. Ella lo hace con gusto, aunque llore lo que llore, como todas las noches, nunca se siente completamente liberada de aquello que le oprime el pecho.

- Las hormonas me tienen sensible todo el día. Lloro por las esquinas y empiezo a tener nauseas.- Ríe sin gracia.- Ahora odio el huevo. ¡Cuando siempre he amado los huevos escalfados!

- ¿Qué piensas hacer?

Sara tan solo cierra los ojos y suspira, sintiendo un latente y constante dolor en su cabeza. Sus manos bajan hasta su estómago donde acaricia con cariño el bulto inexistente. Jamás pensó que podría querer a alguien que ni siquiera conoce.

Jamás se había sentido tan asustada incluso por peligros que no existen por que algo pudiese pasarle. Jamás había tenido esa necesidad de sobreproteger a otro ser.

Un bebé... SU bebé.

- No lo sé... De verdad no lo se.

******************************

Han tardado casi todo el día en llegar hasta allí. Podían haber ido corriendo en su forma animal mucho más rápido, pero Darius decidió ser mejor sigilosos y prevenidos. Para no llamar la atención de los guardias que vigilan las proximidades.

Eliminando uno a uno sin ningún problema, rápido y silenciosamente. Ahora ya son capaces de distinguir el enorme, pero bien camuflado, edificio de ladrillo. Las ventanas son escasas, las puertas blindadas y oscuras. Aunque se ve sólido las paredes están algo gastadas y sucias, seguramente por el paso del tiempo y el poco mantenimiento.

Están en territorio de nadie, lejos de las fronteras de sus propias mandas. Por lo que también deben tener precaución de no llamar la atención de vampiros ni rogues. Por fortuna no ha tenido que cruzarse con ninguno, pero nunca se está seguro del todo.

Aún no han empezado y el Alpha de MoonWild no puede parar de pensar en regresar a casa junto a su mate.

- ¿Seguimos lo que habíamos planeado?- Leonard se pone a su lado. No hay rastro de sonrisa, si no un hombre serio preparado para luchar.- Cuatro grupos de diez hombres. Dos que ataquen la puerta principal y otros dos que entren por atrás, directamente a las celdas.

- Si.- Asiente el pelinegro.- Iremos nosotros de frente, abriremos a tu gente en cuanto nos hagamos con la seguridad del lugar. No debería ser complicado.

Leonard asiente una última vez y, con tan solo un par de señales hace que todos sus hombres le acompañen en fila, perdiéndose poco después por la espesa arboleda. A pesar de que es de día aún, cerca del atardecer, las sombras de los altos pinos y las enormes ramas hacen que la visibilidad sea reducida. Eso, por lo menos, se convierte en una ventaja para ellos.

Darius suspira cogiendo aire una última vez, dispuesto a terminar ya con eso que jamás debería haber empezado.

Reduciría este lugar a cenizas, para tratar de acabar con ello también en el corazón de Luna y de todas las personas que han tenido que pasar por lo mismo. No llegó a tiempo para librar a su mate del trauma, pero podrá hacerlo del resto de lobos que vendrán si esto no termina.

- ¿Alguna otra indicación de última hora?

Luka se mantiene un paso detrás de él, esperando el momento de atacar casi con ansias. Necesita tener su mente en blanco durante unas horas, y sabe que solo puede hacerlo lejos de casa.

- Si. No me importa la sangre que se derrame. - Los ojos del Alpha se vuelven amarillos, pues es la rabia de su lobo el que habla.- No quiero ningún maldito cazador vivo.

Si, AlphaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora