Ahora O Nunca

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Siempre se quejaba de la soledad en la que se ahogaba en aquella celda. Deseando que por lo menos los colocasen de dos en dos para poder hablar con alguien.

Pero otras veces, como aquella, nada quería más que estar sola de nuevo.

- Déjame. Por favor.- Lloriqueaba sin poder evitarlo.

Se sentía mal por pedírselo. Inferior y degradada por ir rogando algo tan básico como el espacio personal. Pero si eso iba a funcionar lo haría con gusto.

No le quedaba otra opción. De noche cerrada y haciendo la guardia él, nadie se daría cuenta y, de todas formas, aunque pasase algún cazador nadie la defendería.

Alan lo sabe, y por eso aprovecha para retirar la lágrima de su mejilla rozando su rostro más de lo debido.

No puede retroceder más, atrapada entre la pared de su celda y aquel hombre. No sabe que es lo que quiere, pero la forma oscura en la que su mirada se clava en ella y baja hasta su pecho le arranca otro sollozo.

- Venga, lobita.- Sonríe de forma macabra.- Por fin podemos estar solos.

- No... No quiero estar a solas contigo.

- ¡No mientas!

El golpe lo dio tan cerca de su rostro que se encogió pensando ya en otra herida. El hombre parecía haber perdido el sentido de la realidad. Sus fosas nasales se movían rápido por la respiración acelerada.

Casi como si una nueva personalidad hubiese salido a la luz por su atrevimiento de negarle.

- Hoy han hecho una prueba de tóxicos. Han muerto tres muestras.- La forma tan cruel en la que lo dijo, casi como si lo disfrutase, hizo que a la castaña le recorriese un escalofrío.- Tu debías estar ahí, pero he mentido y les he dicho que aún tenías heridas no curadas.

Ella podía sentir su respiración en aquel silencio. Podía ver su muerte en el reflejo de sus ojos. A pesar de estar aliviada por estar viva, ¿Cuánto más duraría? Si no era por los experimentos, estaba segura de que él la mataría.

- Te he salvado la vida.- Murmura con los dientes apretados y los ojos casi saliendo de sus órbitas por la rabia.- Me debes todo y es hora de que me pagues.

Luna trató de negar cuando el hombre mayor se acerca a su boca de forma demandante. Pero, ¿Qué más podía hacer? Nada. Nada cuando la mano de Alan agarra su rostro con fuerza, haciéndole daño y sin dejarle opción para esquivarlo.

Nada cuando cerró los ojos con fuerza como si así pudiese salvarse de aquel monstruo.

- Ya verás. Después te gustará.- Una asquerosa sonrisa surge en el rostro del hombre, de nuevo cambiando su emoción.- Y me amarás como yo lo hago.

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Sara camina a velocidad ligera por aquel salón de fiestas ajena al ruido y la gente a su alrededor.

De nuevo, casi por instinto, su mano roza el vestido verde justo en la zona de su estómago. Tres semanas y media de embarazo no es suficiente para que se note, pero si lo es para que ella sea consciente de la realidad y el peso de la situación.

A veces tiene la sensación de que tan solo es un sueño. Pero en unos meses dejará de serlo.

Su vestido verde destaca entre la multitud, ajustado y largo hasta el suelo. Su pelo rubio suelto cubre parte de la espalda descubierta por el traje. A pesar de lo bien que le queda, ella no se siente hermosa. No cuando el único que quiere que la vea tiene el mismo interés en ella que en la araña que descansa siempre en la esquina del techo.

Si no estuviese tan sensible por el embarazo, fingiría que no le importa. Ya lleva dos años haciéndolo.

Pero últimamente no puede. No puede mirarlo a los ojos sin saber que le recuerde que tiene una importante decisión que tomar.

Por eso pensó que tal vez alejarse le ayudaría a pensar con más claridad.

Esa es su idea hasta que, al girar hacia donde pretende ocultarse, se encuentra a quien menos esperaría. Que al parecer ha tenido la misma idea que ella.

- ¿Qué haces aquí escondida?- Le pregunta con una sonrisa Sara a su amiga que tan solo hace un gesto para que baje la voz.

- Hay demasiada gente.- Confiesa con un suspiro a la vez que arregla su vestido con las manos.- Aunque trato de hacerme la fuerte como si lo hubiese superado, me pregunto si alguna vez seré capaz de hacerlo.

Ambas miran a la gente que baila, los que charlan y los que beben ajenos a ellas. Las presentaciones formales y las sonrisas forzadas le han abrumado. Sobre todo, cuando los demás Alphas estrechaban su mano y sentía ese poder y terror tan conocido.

Fastidiarlo con su curiosidad al hablar con Leonard tan solo fue la gota que colmó el vaso.

A pesar del apoyo de Darius y de su mano eterna en su cintura, se disculpó tras saludar a todos, y se escabulló hasta ese lugar.

- ¿Pero qué haces tú? Te lanzo la misma pregunta. ¿De quién te escondes?- Le pregunta de la misma forma Luna.

La Omega tan solo pone los ojos en blanco como si la respuesta fuese obvia.

- ¿Habéis hablado desde que volvió de la batalla?

Tan solo niega con la mirada triste. Ha estado evitando que se crucen en cualquier lado de la enorme mansión, cosa que no es muy difícil, pues Luka ha estado haciendo lo mismo.

- Nos ignoramos como siempre.- Responde sencilla con el tono de voz bajo para que no le escuchen.- Además, tengo miedo de que huela el cachorro en mí. Ya sabes... Tal vez ya sea notable.

Como si fuese una prueba, Luna trata de detectar al pequeño ser, pero con la cantidad de distintos olores a su alrededor y la fuerte colonia de la loba es incapaz de notar algo.

- No piensas decírselo, ¿no es cierto?- Lee su pensamiento la castaña tratando de ser delicada.

En ese momento ambas callan cuando pasa el camarero con una bandeja de bebidas de las que Sara no duda en coger una copa de champán. Sin embargo, se detiene antes de que siquiera toque sus labios, recordando el embarazo y haciendo una mueca de disgusto a la vez que se retracta.

- ¿Debería?- Suspira como discutiendo con ella misma poco después.- Se que debería, pero no sé si soy lo suficientemente valiente.

Luna sonríe y roza con comprensión su brazo queriendo demostrarle apoyo. Sea lo que sea que ella decida, estará allí para acompañarla en el camino, como hizo ella en sus primeros días de adaptación.

- Sara, eres la loba más valiente que he conocido nunca.- Confiesa siendo sincera.

Como si aquellas palabras hubiesen activado algo en ella, su mirada busca a su mate entre la gente. No tarda en encontrarlo, al otro lado de la pista donde la gente baila elegantemente. Él también la está mirando, y ese conocido escalofrío recorre su columna.

- Bien.- Murmura dejandola copa que no ha probado sobre una mesa y sin mirar a su Luna.- Es ahora onunca, ¿no?

Si, AlphaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora