Su mundo se tambalea, al igual que la tierra bajos sus pies. Humeda y fría. Está descalza, pero no sabe en que momento e descalzó, o siquiera por que está ahí.
Un instinto dentro de ella le dice que corra, pero sus piernas están estáticas, al contrario que su respiración que se acelera por segundos.
Al principio ni siquiera reconoce el lugar en el que está. Aquello altos árboles a penas le dejan ver más allá de un par de metros. La noche lo cubre todo y solo es capaz de intuir una sombra en aquel bosque, que se acerca hacia ella. Cada vez más rápido.
Para cuando se quiere dar cuenta, ya es demasiado tarde.
Sus piernas se mueven sin descanso de repente, dando media vuelta y buscando el final de aquel laberinto de vegetación. Sus pies se raspan con las piedras y matorrales, pero poco le importa. El viento mueve su pelo suelto y de vez en cuando tapa parte de su visión haciendola tropezar.
No entiende de que huye, pero su mente le grita que lo haga, su cuerpo trata de salvarse de eso que ni siquiera conoce. De aquello que le persigue por el bosque. Ese alguien.
No sabe en que momento el escenario a cambiado, pero ya no percibe el frío de aquel viento. Siente calor, mucho calor por el esfuerzo físico, por los músculos de sus piernas que se agarrotan, a pesar de que sus pasos son más comodos sobre las baldosas que sobre la tierra.
Reconoce aquel pasillo largo y, solo entonces, comprende a donde tiene que ir. A su lugar seguro.
Pero al igual que la esperanza le invade, también comprende de golpe quien le sigue.
- Lobita.- Puede escuchar en susurros tras de ella, en su mente, a su alrededor.- ¡Loba!
Quiere llorar, pero en modo supervivencia no le queda más que seguir corriendo. Por fin ve la puerta, por fin ve la salida, el fin de su huida. Cuando siente que la sombra llega a ella, pisándole los talones, cuando siente que todo va a terminar en pesadilla, abre la puerta de madera y la cierra tras de ella.
Oscuridad. De nuevo nada más que ella en la soledad de aquel dormitorio. Su vista tarda unos segundos en acostumbrarse a la poca luz, su respiración tarda unos minutos en volver a llevar oxigeno a sus pulmones.
Solo entonces mira a su alrededor, buscándole a él. A su lugar seguro. Aún asustada pero con la tranquilidad de haber dejado aquella sombra atrás. Y ojalá nunca lo hubiese hecho.
Un sollozo sale de sus labios desconsolado cuando reconoce al hombre frente a ella. Ese que le sonríe con obsesión y maldad, una que le manda escalofríos.
- Demasiado lenta, lobita.- Su sonrisa se extiende un poco más, dando un paso hacia ella, cortando el espacio.- Tendrías que haber corrido más rápido... No has llegado a tiempo.
"¿De que hablas?" Quiere preguntarle a pesar de la garganta seca. Pero no le hace falta.
Los largos dedos de Alan señalan el suelo, pocos metro más allá. Otro sollozo rompe el silencio y las lágrimas de Luna caen ahora sin ningún control.
- Darius.- Su voz rota trata de llegar al cuerpo inerte sobre el suelo, sobre aquel charco de sangre.- No... No. No Alan, por favor.
Esa horrible mancha roja que ensucia su pálida piel. La misma que no se había fijado que escurre por los dedos del asesino.
- No te preocupes. Ahora nada podrá separarnos.
- No quiero. Lo sabes...
A pesar de que quiere apartarlo no puede hacer nada cuando Alan roza su mejilla buscando un contacto que a Luna le da ganas de vomitar. Sobre todo cuando siente la sangre mojar su rostro. La sangre de su mate.
- Ya no podrás escaparte de mi.
Solo quiere morirse. Como si el nudo en su garganta desapareciese al fin y solo le quedase llorar, y gritar.
- ¡Darius! ¡Darius!
Como un resorte el lobo tumbado a su lado se incorpora completamente alerta. Sin acostumbrarse aún al dolor de su mate que se siente más vivaz desde la marca. A tientas enciende la luz de una pequeña lamparita de mesa que ilumina el espacio con una calida luz tenue.
Luna tarda unos segundos en comprender que solo se ha tratado de otro mal sueño.
No está en la habitación del Alpha, si no en la suya. Y no hay ni rastro de la sangre, y mucho menos del cazador. Y sobre todo, y lo que le permite respirar de nuevo, es que Darius está a su lado, vivo.
- Solo ha sido una pesadilla, Luna.- En un solo movimiento acerca a su pequeña loba a su pecho y la acuna con cuidado, aún somnoliento.- Estás a salvo.
- Estabas muerto. Te había matado... Yo....- Su voz suena rota mientras trata de tranquilizarse.- Se sentía... Tan real.
Las caricias en su espalda, que Darius le proporciona, se detienen al instante al abrir por fin los ojos y ver aquello escrito en la pared.
La señal clara de que hasta las peores pesadillas se hacen realidad.
Todas las alertas se encienden de golpe cuando lee aquella tinta roja sobre el cuarto de su Luna, dirigidas a ella. No huele a sangre, pero simula serlo. Y aún está fresca, lo que indica que hace pocas horas que ocurrióm, frente a sus narices.
"Pronto juntos, lobita." La letra irregular hecha con prisa pondría los pelos de punta a cualquiera. Tétrica y amenazante. Como una promesa que está dispuesto a cuplir a cualquier costo.
¿Cómo ha conseguido entrar? ¿Cómo ha podido fallarla de esa manera? ¿Cómo ha podido pasar desapercivido aquel intruso aún durmiendo al lado de su Luna?
La sangre le hierve por segundos alertando a Luna que gira en esa dirección y retiene un sollozo al ver la amenaza, haciendose las mismas preguntas que él.
- Aquella medicación... Un anulador del olor para lobos. Parece que han conseguido que funcione en ellos.- Sus ojos se abren con sorpresa cuando entiende lo que eso significa.- Puede estar en cualquier parte. ¡Podría seguír aquí ahora mismo y no nos daríamos cuenta!
Tratando de borrar esos negativos pensamientos de su mate y ya planeando una solución al mismo tiempo, Darius acerca aún más a Luna y le obliga a centrar su atención solo el él.
- Mírame. Mírame a los ojos mientras te digo que jamás conseguirá llegar a ti.
- ¡Pero ha estado tan cerca! Prometió recuperarme.
Luna aún puede sentir la amenaza de aquella pesadilla. Puede sentir sus manos en su rostro y su asqueroso aliento sobre ella.
Creyó que sus amenazas eran en vano. Palabras vacías de un hombre enloquecido por la obsesión de algo que no existe. Pero todo lo que prometió era cierto, y de nuevo lo recalcaba con aquella nueva amenaza.
- Él promete que volverás a aquel horrible lugar. Pero yo te juro, mi Luna, que nunca podrá apartarte de mi lado.
Y debe creerlo, porque es lo único que le mantiene con la esperanza de que, esta buena vida que Darius le ha dado, la oportunidad de vivir a su lado, no se volatizará como si fuese tan solo un bonito sueño que una muestra como ella jamás será capaz de alcanzar.
ESTÁS LEYENDO
Si, Alpha
Hombres Lobo¿Qué puedes esperar de la vida cuando no sabes nada de ella? Cuando aquella loba llegó a su territorio fue en las peores condiciones posibles. Aún así, comprendió que pondría su mundo patas arriba. A él, el Alpha al que nadie y nada podía parar. ¿Po...