Mis Padres

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- Luna.

La voz se escucha lejana y grave. Un hombre la llama, pero sus ojos pesan y su cuerpo no responde. Por un momento no se acuerda de nada, pero entonces recuerda el incidente, la pelea, a Alan y a Darius, y luego caer en la inconsciencia.

- Luna despierta.

¿Se habrá acabado?

Todo parece estar confuso en su mente. Sin embargo, cuando abre los ojos, sus dudas no hacen más que aumentar.

Su vista tarda en acostumbrarse a la luz del día que se cuela por la ventana. Pero cuando lo hace no reconoce el dormitorio, y mucho menos al hombre frente a ella, aunque se le hace extrañamente familiar su voz.

- ¿Quién...? ¿Dónde estoy?- Su voz suena ronca como si acabase de despertar de la siesta más larga de su vida.

El dormitorio es de colores claros y rosas, su camisón de flores, y en las paredes hay fotografías que pretenden resolver todas sus dudas.

Un cuadro familiar, enmarcado, en ella tres personas sonríen a la cámara. Sin preocupaciones.

- Venga. Debemos ir a la feria de manadas, y te quedaste dormida.- Le reprocha sin ser muy duro el hombre a la vez que le acerca las pantuflas.- Debes dejar de posponer las alarmas.

- Pero... Yo no...

No le salen las palabras. ¿Dónde están todos? ¿Dónde está la vida que conoce? Todo se le hace tan extraño y cercano que es capaz de encontrar la bata de estar por casa que no sabía que tenía. Cogiéndola casi por instinto.

Va a preguntarle al hombre más cuando alguien abre la puerta con energía dejándola helada.

- ¡Luna, hija!

Es ella. Es la mujer que vio aquellos minutos que murió. Esa mujer castaña y sonriente que la visitó como un fantasma. Pero ahí estaba, de carne y hueso.

- ¿Mamá?- Su voz suena confusa y rota, tratando de asimilarlo.

Está en una especie de realidad alternativa. Una en la que sus padres no murieron, una en la que es tan solo una joven normal. Pero ¿cómo ha llegado aquí?

- ¿Qué te pasa?- Frunce el ceño su supuesto padre empujándola hacia la salida con cariño.- Amor, tu hija está muy rara hoy.

- Habrá salido a ti.- Resuelve con una pequeña risa la mujer acompañándolos hacia la salida.

Una risa tan liviana y despreocupada que consigue hacer a Luna estremecer.

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- Wow.

Luna observa con los ojos bien abiertos las luces y decoraciones de la fiesta. Toda la plaza ha sido decorada para la ocasión, de colores alegres. La gente pasea de un lado a otro, entre puestos y juegos.

Esa sensación le llena el pecho. Mira a su madre de nuevo. Su madre... Suena extraño cuando ella lo piensa.

Tantas veces a tratado de saber cómo sería, y ahora que la tiene cerca, podría decir que ha cumplido con creces incluso las expectativas que no tenía.

La mayor sujeta un algodón de azúcar, colgada del brazo del hombre y entretenida en saborearlo antes de que se deshaga. Pero entonces recae en la consciente mirada de su hija sobre ella.

- ¿Por qué no paras de mirarme?- Sonríe sin comprender haciendo a Luna avergonzarse.

- No sé... Es como si...- Por mucho que trata de explicarlo no encuentra las palabras.- Olvidarlo.

Si, AlphaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora