| Capítulo 1 |

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Y ahí estaba yo, a las tantas horas de la noche, sola en mi casa -porque papá estaba de turno nocturno -, dándome placer a mí misma

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Y ahí estaba yo, a las tantas horas de la noche, sola en mi casa -porque papá estaba de turno nocturno -, dándome placer a mí misma.

Permitanme presentarme: me llamo Enid Gilton, tengo diecisiete años, vivo sola con mi papá en una urbanización del pueblo de Brilthor, en el que solo se puede presenciar la estación de invierno por alguna extraña razón.

Un pueblo extraño, la verdad.

En fin, a lo que iba.

Estaba en mi habitación dándome amor propio, -porque si, no tener novio y mirarpelículas con escenas muy... comprometedoras, te excita un poco -, recostada boca arriba en mi cama con la mano derecha metida entre mis pantalones de pijama.

Mis dedos estaban mojados por la humedad que producía mi vagina, los froté en torno a mi clítoris y no pude evitar soltar un gemido de placer.

-Ah...

Seguí haciéndolo hasta que no aguante más, me incorporé, me quité los pantalones, por lo que quedé solo en bragas, me puse de rodillas sobre la cama y debajo de mi coloque una almohada doblada con la punta en dirección a mi vagina.

Mi cabello rubio estaba pegado a mi frente por el sudor y que tuviera flequillo no aydaba mucho.

Me froté en la almohada con mis manos aferrándose a las sábanas, ahogando los gemidos que producía la proximidad del orgasmo.

Arqueé la espalda y eché la cabeza para atrás aun frotando mi intimidad en la almohada, que por cierto, estaba tan mojada por mis fluidos que la pobre necesitaría una muy buena lavada.

Lo hice más rápido, con más necesidad de sentir ese placer.
Hasta que me di cuenta de algo.

Por inercia me gire hacia la ventana que había en mi habitación -porque yo dormía en el segundo piso -, y la vida se me fue.

Ahí, a una casa de la mía, se podía ver -porque por estar en el segundo piso las ventanas quedaban en la misma proximidad -, en el marco de ventana que estaba a la misma altura que la mía, una lucesita roja parpadeante.

Una cámara.

Grabandóme.

Lo primero que pensé fue: mi padre me matará si se entera.

Y lo segundo: ¿quién demonios es el de la cámara?

Al darme cuenta que estaba siendo espiada por al saber qué psicópata, me saqué la almohada de entre las piernas y la tire a un lado de la habitación de mala gana.

Maldita sea, estaba tan cerca...

Me puse mis pantuflas de vaquita y me dirigí hacia la ventana -aún en bragas-.

La abrí por completo, porque estaba tan solo un poco abierta.

-¡Hey! -le grité a quien fuera que estuviera detrás de esa jodida ventana.

Secreto: Oscuro Y PerversoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora