Edward
La erección me estaba matando al caminar hacia el McLaren P1 que habían traído para mí. Era uno de mis favoritos.
Sí, se besó con otro, y para variar, me obligó a un pajazo.
Tardé más de lo normal en llegar al instituto, tenía que recoger algunas cosas de mi oficina ahí, para luego abarcarme a dos días de mierda sin ella a mi lado.
Todavía me sangraban los nudillos a través del pedazo de tela que había puesto.
No me arrepiento, ese cabrón que ni me molesté en recordar su insignificante nombre, estaría tres metros bajo tierra si lo veía acercarsele de nuevo.
Estacioné al frente del instituto, mi camisa estaba destrozada, así que me la saqué dejando mi torso desnudo.
Ignoré la mirada morbosa de una anciana que me miraba desde la ventana abierta de su auto.
Me pasé una sudadera por la cabeza y salí del auto.
Al llegar, muchas miradas (obviamente) cayeron sobre mí, pasé de ser el nuevo maestro a el maestro al que todos se follan con la mirada.
Y es que, ni siquiera disimulan, por Dios, tengan dignidad.
Vean quién lo dice.
Recogí todo lo que necesitaba, cerré identificación de huella la pequeña caja fuerte que tenía en ese lugar y salí con dos carpetas en la mano.
Hacía frío, y mi cabello estaba un poco mojado por el reciente pajazo.
Iba a salir cuando unas voces me detuvieron en el salón mayor.
—...dime, si un chico te quiere confesar sus sentimientos, ¿cómo querrías que lo hiciera?
«Sus sentimientos...»
Visualicé su cabello rubio, estaba de pie.
Me interesé en su respuesta.
—Sé que sonará algo cursi, pero me gustaría que fuera de una forma que lo sacara de su zona de confort, algo que no sea propio de él, que lo hiciera solo y para mí, que traspase sus barreras, así es como veo el interés yo.
Retomé mi camino con las carpetas en mi mano.
Interesante.
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Secreto: Oscuro Y Perverso
AléatoireUn psicópata y una chica normal, ¿qué podría salir mal?