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—¿Y a qué hora vuelven?
—Mmm... —me retoqué el pintalabios color cereza —, la verdad es que no lo sé, ya sabes como es Henry, se le antoja todo a última hora.
—Llámame si algo ocurre —dijo papá al otro lado de la puerta—, ¿sabes qué?
—Dispara.
Oí su risa a pesar de que la puerta de mi habitación lo impidiera.
—Richard y yo iremos a ver una película.
—Eso es traición —recriminé.
—Tú vas con Henry a comer hamburguesa, lo justo es que él y yo también salgamos.
—Salida de chicos, ¿eh?
—Claro, tú vas a tener tu salida de chicoscon Henry.
—Yo no soy chico, papá.
—A veces con esos suéteres que te pones, me parece que sí —dijo burlón.
—Venga ya.
Abrí la puerta, ya lista. Lo encontré recostado sobre el marco de la puerta.
—¿Cómo me veo?
—A ver —se incorporó —, vuelta.
Di la dichosa vuelta que siempre me daba dar cuando le hacía esa pregunta.
—Preciosa, como siempre, cariño —se inclinó para darme un beso en la corinilla, luego me señaló con un dedo —, es miércoles, sé que no debí dejarte ir, así que confío en que no llegarás a las cuatro de la mañana.
—Como ordene, soldado.
Me guiñó un ojo y se fue escaleras abajo.
Hoy Henry cumpliría una de sus promesas por hacer que me metiera en ese puto club de fotografía.
Iríamos al Burger King.
Asi compensaría no haberme podido comer mi hamburguesa.
Caminé por el pasillo hasta encontrarme con el enorme espejo y no pude no darme un repaso.
Llevaba un vestido de tirantes color rosa bajito con dibujos de cerezas, era un poco ajustado de la parte baja, y hacia que mi trasero se viera un poco más grande; unas sandalias negras con poco tacón, rimél, un labial color cereza y un bolsito color blanco. Y el abrigo que no podía faltar. Pero colgado de un hombro.
Nada tan exagerado, era raro que yo usará vestido, pero en esa ocasión lo hice, papá decía que me miraba linda.
Iba a retomar mi salida de la planta de arriba cuando llegan dos mensajes.
