| Capítulo 12 |

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Edward

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Edward

Estaba en el famosísimo Burger King de la avenida principal del pueblo— o ciudad sinceramente eso me valía mierda —, de Brilthor.

Mis hermanos y yo nos habíamos mudado hacia ya unos meses por petición de nuestra madre luego de que asesiné a ese chico un año atrás. Ella no lo sabía, claro, pero papá sí.

No me arrepentí, el cabrón se lo merecía.

Pero claro mi padre no opinaba lo mismo. No me lo decía, pero sabía que pensaba que era un psicópata por matar a un chico con una arma —de mi padre —, porque intentó propasarse con la que en ese tiempo era mi novia... no, no mi novia, mi puta, nunca llamaría novia a nadie. Pero tampoco era tan gilipollas como para no hacer nada mientras el imbécil intentaba violarla y además, era mía, nadie la podía tocar. Y ahí mi dilema con cierta chica.

Aquel día la vi besuquearse con ese chico rubio, talves no le había quedado claro lo que le dije el otro día, o simplemente no me escuchó. Si no quería que su noviecito saliera herido, que dejara de comerle la cara, no saqué mi pistola porque tuviera compasión, sino porque no quería arruinar mi trabajo tan pronto. Aún. Me gustaba la fotografía.

Y, sí, estoy hablando de la rubita esa.

Si era un posesivo, celoso y un psicópata, me valía tres hectáreas de mierda.

—¿En qué piensas? —preguntó Rachel sentada en la mesa de frente a mí.

La conocí cuando estaba ofreciéndome para ser encargado del club de fotografía. Me dijeron de ante mano que era la viva imagen del chisme —sin que otros se dieran cuenta —. Me habló un día, "preguntándome" la hora, cuando claramente le había visto un reloj, y comenzó a hacerme el puñado de preguntas, confirmando los rumores que había sobre ella. Así que me pareció la más indicada para la tarea.

—En nada que te importe —mascullé sorbiendo de mi resfresco.

—Vale, entonces, ¿para qué, me besaste y me trajiste aquí?

—¿No te gustan las hamburguesas? —pregunté irritándola.

—Idiota.

—Gracias.

—No era un cumpli...

—Te traje aquí porque necesito... cierta información.

—Vale, y ¿lo del beso?

Me encogí de hombros restándole importancia.

La verdad es que tenía los labios resecos, y ella tenía un buen culo ¿por qué no? Y un beso es un beso, no importa quién te lo diera, siempre lo había dicho.

Y también porque justo en ese momento la imagen de ese rubito besando a Enid se me vino a la mente y me dio un ataque de rabia. No pensé lo que hice.

Eso pudo confundirla, ¿sabes?

Secreto: Oscuro Y PerversoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora