| Capítulo 28 |

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Edward

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Edward

Bajé la mascarilla de mi boca por tercera vez en el día.

El olor que desprendía este lugar no era agradable de percibir. Sin mencionar que te drogaba si aspirabas demasiado.

—Pásame la nicotina —le pedí a Marcos.

El laboratorio era enorme, iluminado con una tenue luz blanca, los ingredientes estaba resguardados en la bóveda de abajo, climatizados a su respectiva temperatura.

Tiene seguridad por todas partes, en las puertas, en los alrededores, en cada maldita parte. No es visible para el radar de nadie, es una zona cubierta por un campo magnético que impide que la gente sepa de su existencia.

Los lentes me dificultaban ver por el microscopio, lo usaba para verificar que le Ayahuasca por la que había pagado millones no fuera falsa.

Me los quité, Marcos estaba a mi lado ayudando en la elaboración, ambos con batas blancas.

El aire frío del lugar ayudaba en la creación.

Asintió luego de dejar su microscopio de lado y fue abajo a traer lo que le pedí.

Estaba cansado, llevaba toda la tarde de ayer y la mañana de hoy trabajando sin parar para tener el YACK listo para la próxima semana.

Tengo ayudantes, por supuesto, pero como solo yo y ciertas personas pueden conocer la fórmula de cada dosis, no salen de aquí vivos hasta que terminen su trabajo.

Se crean cantidades enormes y necesarias para cinco meses, las transportan a otros países del mundo y ellos se encargan de tenerlas resguardadas para su consumo y que no se estropee.

Nuestros compradores son exclusivos, tenemos en todo el mundo, nosotros les vendemos a ellos el YACK y ellos se encargan de destribuirlo por todos los continentes.

E incluso, una lista reposa en mi caja fuerte de nuevas personas que quieren sumarse a los clientes. Se elijen con mucho cuidado por mi padre, investiga hasta su último detalle, y decide si es beneficiario venderles o no.

Cada cinco meses tengo que estar, como mínimo, dos semanas enteras encerrado en este puto lugar. Con el trabajo ya terminado, les disparo yo mismo a los ayudantes para que nadie más sepa la fórmula. Ellos saben a qué se someten, el pago sumamente benefactorio, se les manda a sus familias.

Pero, como las dosis son muchas y las drogas también, no creo salir de aquí hasta mañana.

Me senté en la silla giratoria que estaba detrás de mí, revolví mi cabello y agarré un cigarrillo de los de Marcos y lo encendí.

Era permitido hacerlo. Y aunque no lo fuera, lo haría de todos modos.

Lo había estado vigilando estos últimos días, solo fumaba cigarrilos, no consumía droga.

Secreto: Oscuro Y PerversoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora