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Este sí me lo llenan de comentarios ¿eh?
—Que no.
—Porrrrrfaaaaaavooooorrr.
—Nop.
—No seas aburrida.
—Lo que tú quieres hacer sí que es aburri... ¡Oye! —me golpeó en el hombro.
—¡No te atrevas a decir eso! ¡No tiene nada de aburrido! ¡Es lo mejor que te puede pasar!
—¡Vale, vale! ¡Cálmate!
Anny se puso un mechón rojizo detrás de la oreja.
—Vale, disculpa, me exalte un poco.
—¿Un poco? -sonreí bebiendo de mi refresco.
—Si le das una oportunidad, te aseguro que no te arrepentirás —levantó la mano a la altura de su pecho—. Tienes mi palabra.
—Vaaaleee, está bien —accedí.
—¡Genial!
Estábamos en la salida del instituto y Anny estaba decidida en introducirme al mundo de la lectura.
Había pasado ya una semana de la fiesta en la casa de los Hoffmann.
Todo salió según lo planeado, bueno...
Claramente tú no habías planeado que el pelinegro super buenorro te follara con los dedos.
Exactamente. Pero en sí la fiesta fue un éxito, Richard estaba contento porque a Aris le había encantado su regalo, la vi pegar las pegatinas de los Teen tinans go en su habitación antes de irme, y la tarjeta en el centro de su cama.
Al terminar la celebración, la niña estaba rodeada de regalos. La pulsera que llevaba lucía costosa, en comparación con la muñeca, perfume y dulces que yo le di, mi regalo se veía apestoso.
No supe nada de él luego de ese día.
Una semana sin saber de él.
Mentiría si dijera que no me asomé a la ventana con la esperanza de verlo.
Nada.
Tampoco me había mandado mensajes, y yo menos. No quería parecer desesperada, pero lo de sus ataques de ira me preocupaba, quizás más de lo que debería.
Y es que, ¿qué esperas luego de contarle a alguien que sufres de actitudes impulsivas, y desaparecer una semana completa, sin dar señales de vida?
