| Capítulo 2 |

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—Enid

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—Enid... —susurró una voz conocida —. Enid...

—¿Mmm? —pregunté aún dormida, aunque no sabía de quién era esa voz.

—Tengo hambre

—Mmm —murmuré.

—¡ENIDDD!

Me incorporé de un salto de la cama, alarmada.

—¡¿Qué pasa?! —pregunté y me encontré con los rizos de Richard frente a mí.

—Estem... yo... tengo hambre.

Sus lindos ojitos color miel se clavaron en los míos y yo me limité a pasarme las manos por la cara.

—¿Qué hora es? ¿Papá ya se fué? —pregunté luego de un bostezo.

—Son las... —Richard se abalanzó sobre mí para coger mi móvil, y desbloquearlo para mirar la hora —...siete con quince minutos, de la mañana.

—¿Cómo sabes mi contrase...?

—Y papá salió temprano hoy.

Lo miré con el ceño fruncido. Papá no solía irse tan temprano, todos los días se hiba como a las ocho, más tarde a las nueve de la mañana.

Jason Gilton era médico privado, pero solía ir al hospital para reportar como hiba la salud de su paciente, es decir, lo llamaban y él tenía que ir enseguida a la casa de su paciente y reportar a la cadena de otros doctores que también trabajaban en el Hospital Retsa.

Y cuando se quedaba de turno era para ganar dinero extra. Yo no entendía eso, con lo que hacía con su trabajo privado era más que suficiente para nosotros, pero él decía que el dinero nunca era suficiente. Sé algunas cosas gracias a él, como poner una intravenosa, sacar muestras de sangre, curar heridas, entre otras que recuerdo, pero son super importantes por si alguna vez me ocurre algo o a alguna otra persona que esté a mi alrededor.

Pero... ¿algo había ido mal con su último paciente? ¿Porqué se fué tan temprano?

Al parecer el pequeño de los rizos leyó mi mente porque se apresuro a decir:

—El parto de la Señora Rodriguez se adelantó.

—¿Parto?

¿Papá podía sacar bebés?

—Sí, Enid, parto —contestó ceñudo.

A veces este niño parece más inteligente que yo, y no lo dudo.

—¿Papá puede atender un parto?

Pareciera como si él fuera el adulto y yo la niñata.

Se tocó el puente de la nariz, como si implorara paciencia.

—Sí, lo ha hecho un par de veces, pero eso no significa que sea un especialista en ello, solo se las arregla, y no ha pasado nada malo. Lo hace muy bien —hizo una pausa —. Y ahora, por el amor de Dios, Enid, dame de comer que me estoy desmayando.

Secreto: Oscuro Y PerversoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora