| Capítulo 3 |

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Y toqué

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Y toqué. Y toqué. Y toqué.

La verdad es que ya estaba empezando a impacientarme.

El tic ansioso de mi pierna continuó cuando toqué de nuevo.

Y volví a tocar. Y volví a tocar.

Vale. Nadie saldría.

—Carajo —susurré molesta ya quitando mi mano del timbre.

Me iba a ir, iba a agarrar una hipotermia y peor aún...

—¿Quién eres tú y qué haces plantada en la puerta de mi casa?

No era una voz ronca. No asustaba. No te mandaba escalofríos por todo el cuerpo. Por ende no era nuestro psicópata camarógrafito.

Era la voz... de una niña.

Una niña pelirroja con el cabello lacio —pero ondulado de las puntas como yo —,  hasta un poco debajo de los hombros, ojos entre el dorado y el verde, algunas pecas se asomaban por arriba de sus mejillas, la piel pálida como una hoja de papel; me miraba con el ceño fruncido cuando me di la vuelta.

—Eh... yo...

Me interrumpió sin dejarme decir nada más

—Déjalo —se asomó al interior de la casa —. ¡MARIOOOOO!

—Espera, ¿qué...?

—Shhh.

—Pero yo...

—¡Shhh!

Vale. Nunca una niña me había callado.

Y a todo esto, ¿quien era Mario?. Literalmente esa fue la primera vez que había visto a esa niña, y siendo sinceros... daba un poco de miedo. Nadie había habitado esa casa en unos largos años.

Me quedé quieta ahí.

Hasta que el tal Mario apareció.

Me quedé boquiabierta al verlo.

Venga ya, parecía sacado del mismísimo pinterest.

Era alto, muy alto, la niña parecía una pulga al lado de él. Su cabello era oscuro al igual que sus ojos, lo que me hizo preguntarme si él y ella eran hermanos. Lo que si tenían en común es que ambos parecían una hoja de papel, completamente pálidos. Hiba con unos joggers de esos que te pones para hacer ejercicio y una camisa sin mangas que dejaba al descubierto un poco de músculos, no eran muchos, pero algo era algo. Pero no era el psicópata "E".

—¿Qué quieres, Aris? —le preguntó a la niña.

Su voz no era ronca ni daba miedo, todo lo contrario, era más bien... tranquila.

Ni comparada con la del chico de la ventana. Esa sí que me erizo la piel, sí que sí.

—Una desconocida está plantada en la puerta —dijo la niña que acababa de bautizar como "Aris"; obviamente —Oh. Espera, ¿solo yo puedo verla? ¿Es invisible?

Secreto: Oscuro Y PerversoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora